El misterio de la base
china en Neuquén
Miércoles 24 de septiembre de 2014
Es
inadmisible que el Gobierno mantenga en secreto anexos del acuerdo por el cual
se otorgaron a China 200 hectáreas en la Patagonia
La
política del hecho consumado es la que parece regir la instalación, en Neuquén,
de una estación
espacial de exploración lunar de China en un enorme predio de 200 hectáreas
concedido a Pekín por 50 años. La Comisión de Relaciones Exteriores del Senado
otorgó dictamen favorable al misterioso y cuestionado acuerdo entre el gobierno
argentino y el chino, que por extraño que parezca tiene anexos que se mantienen
en secreto, mientras cientos de obreros ya trabajan en la construcción de la
planta.
Como
informó LA NACION, se sabe que China gozará de una exención
impositiva durante 50 años, que sus leyes y no las argentinas regirán la
actividad de los ciudadanos chinos que allí se desempeñen, que la Argentina no
podrá interrumpir las actividades normales que se desarrollen en la base y que
nuestro país sólo podrá hacer uso de las instalaciones el diez por ciento del
tiempo de trabajo de la estación, equivalente a dos horas y cuarenta minutos
por día.
La
mayoría kirchnerista en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado
permitió aprobar el acuerdo, que aún debe votarse en el recinto, pero en la
oposición política y también entre los oficiales de las Fuerzas Armadas lo que
más se ha cuestionado es la existencia de los anexos reservados que contienen
la letra chica del acuerdo suscripto por la Comisión Nacional de Actividades
Espaciales (Conae) con la Agencia Nacional China de Lanzamiento, Seguimiento y
Control General de Satélites (CLTC). La decisión política fue adoptada por
Cristina Kirchner y su par chino, Xi Jinping. No ha sido el único acuerdo, pues
los presidentes de los bancos centrales de ambos países acordaron instrumentar
un swap de monedas para reforzar las reservas argentinas.
El mayor
temor que el misterioso acuerdo despierta entre sus críticos es la posibilidad
de que la real finalidad de la base china no sea la astronomía sino las
actividades bélicas. Nuestras Fuerzas Armadas no fueron consultadas por las
autoridades nacionales, y la ausencia de esa opinión es otro motivo de
preocupación. De todos modos, fuentes castrenses sostienen que las antenas que
se levantarán en la base de Bajada del Agrio también son aptas para el
seguimiento de misiles.
Las obras
de la base comenzaron antes de contar con el aval parlamentario porque para
ello bastaba el visto bueno de Neuquén que, en virtud de la autarquía
provincial, puede firmar acuerdos con otros países para permitir construcciones
civiles. La letra chica del acuerdo de la Conae con CLTC y el pacto del
gobierno neuquino con China se encuentran en los anexos reservados que no se
hicieron públicos en el Senado.
La Conae
ha rechazado la posibilidad del uso militar de las instalaciones y sostuvo que
Pekín realizará "tareas de exploración del espacio profundo". Otro
tanto hizo el ministro de Planificación, Julio De Vido, al calificar el temor
de "absurdo y descabellado" pues "el plan espacial chino de
llegar a la luna en 2020 no tiene ni podría tener fines militares". Por su
parte, la embajada china en Buenos Aires explicó que la base brindará apoyo a
misiones de exploración espacial.
De todos
modos, las dudas se mantienen. La sola existencia de anexos secretos las
alientan. y la prospección estratégica de hoy no aleja la posibilidad de un
conflicto armado en un futuro no tan lejano, con satélites de mayor envergadura
en lugar de los portaaviones y el espacio como escenario que desplazará al mar.
Las armas serán más letales y los misiles jugarán un papel decisivo.
Por otra
parte, ¿cómo puede la Cámara alta analizar un acuerdo si éste tiene áreas que
se sustraen al conocimiento de los representantes del pueblo que deben expedirse?
En una palabra, ¿cómo rechazar o aprobar en el Congreso algo que se desconoce y
cuya construcción avanza?
El
senador Ernesto Sanz (UCR) exigió "salir del secretismo", al tiempo
que aseguró que los legisladores no recibieron la información necesaria. Para
otro senador radical, Juan Carlos Marino, "se trata de una cesión de
soberanía de territorio argentino a China". Por su parte, los diputados
Patricia Bullrich (Unión por Todos) y Mario Negri, presidente del bloque
radical, presentaron pedidos de informes para conocer la verdadera naturaleza
del acuerdo y el texto oculto.
Otro
motivo para preocuparse y reclamar el acceso irrestricto al texto del acuerdo
es que la oposición en el Senado posee información que indica que el director
de la CLTC sería también jefe militar del Departamento de Armamento General del
Ejército chino.
La falta
de una clara y coherente política exterior por parte del Gobierno agrava el
panorama. La improvisación, la prepotencia, el oportunismo y una muy larga
sucesión de graves errores han ocupado el lugar de lo que debería ser una
política racional de cara al mundo y nos han distanciado de nuestros clásicos
aliados.
El
Gobierno, tan celoso de la soberanía siempre y cuando ésta se limite a los
discursos, parece descuidarla cuando firma con una fuerte potencia un acuerdo
de medio siglo de duración -cuyo texto completo se oculta- y que involucra, no
se sabe por qué, una extensa porción de nuestro suelo en una provincia que
posee los ricos yacimientos petrolíferos de Vaca Muerta.
A su vez,
las conversaciones con Pekín para aumentar las reservas de divisas del Banco
Central alimentan las sospechas sobre una eventual contraprestación por parte
de la Argentina.
Como
puede advertirse, son demasiadas las dudas y es inadmisible el secreto en torno
de un acuerdo con una potencia extranjera que nos compromete durante el nada
despreciable lapso de 50 años. El Gobierno se ha caracterizado por el manejo
secreto de muchas cuestiones que deberían estar en la agenda pública y en el
conocimiento de las respectivas comisiones del Congreso. Se trata de un pésimo
proceder que se ha convertido en una repudiable costumbre..
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