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miércoles, 24 de junio de 2015

Argenchinización 1



El polémico debate sobre las inversiones Chinas en energías renovables
Publicado el 2015/06/23 por Germán Mangione
Los problemas en Argentina para acceder al financiamiento, sumado a una industria local con limitada capacidad de producción y altos precios, generan que los grandes parques de energías alternativas sean construidos y administrados por firmas de origen asiático.
El peso de la República Popular de China en la región es creciente y no es por casualidad. Sin dudas, la estrategia de la potencia del siglo XXI es consolidarse como centro acreedor global, volcar los excedentes de producción, y a la vez sumar fuerza para establecer las condiciones de inversión en los países que carecen de fondos frescos.
Por sus perspectivas de crecimiento, el gigante asiático pudo hacerse de una buena parte de los ahorros mundiales, y por eso ve en la región una buena oportunidad para canalizar negocios.
En el caso de las energías renovables su interés es palpable: empresas públicas y privadas ofrecen financiamiento para la puesta en marcha de grandes parques eólicos, centrales hidroeléctricas y proyectos de energía solar, imponiendo como obligación que el equipamiento sea de producción china.
Las represas de Santa Cruz, Jorge Cepernic yNéstor Kirchner, que en conjunto aportarán 1.740 megawatts de potencia al sistema, siendo de las obras más destacadas que dejará la actual gestión de Gobierno, contarán con turbinas de origen chino, al tiempo que IMPSA no logra sacar la cabeza del agua. Fue una de las condiciones planteadas.
En los planes de ampliación del Parque Eólico de Arauco , Juan Fernando Carbel, presidente de la empresa, confirmó a este medio la exigencia de inversores extranjeros de colocar tecnología propia para volcar el dinero necesario.
Dirigentes del sector ya alertaron sobre esta situación a principios de año. En contacto con energiaestratégica.com, Erico Spinadel, presiente de la Asociación Argentina de Energía Eólica (AAEE) brindó su punto de vista sobre el tema: “consideramos beneficiosa toda inversión siempre que garantice la participación de empresas locales y nuevas fuentes de trabajo para el país”.
Tal como ocurre en otros rubros, las firmas extranjeras disponen de mejores precios que las compañías argentinas. Además, no ofrecen resistencia para cumplir con la entregar de los equipos en los plazos estipulados. Tienen sobrantes de capacidad operativa y necesitan nuevos mercados.
En esto juega un papel fundamental el detalle de las licitaciones. Siempre que la competencia sea a partir del oferente con el valor más bajo, la industria China jugará con ventaja. Salvo que haya un incremento de los aranceles, como hace Estados Unidos y Europa, para proteger la producción local.
Sin dudas, la conveniencia o no de la presencia China es un debate abierto en la industria de las energías alternativas, que no logra un consenso generalizado. ¿Es preferible crear un mercado, instalar el tema en agenda, difundir las energías renovables en la sociedad y luego intervenir en defensa de la industria nacional? ¿O cuando eso ocurra será demasiado tarde?
Por otra parte, surge otro cuestionamiento: ¿cómo llevar adelante los proyectos con tasas que superan el 10 por ciento, en un mercado intervenido y con un valor del MWh que no alcanza salvo para la tecnología eólica y en zonas con gran factor de capacidad?
Si algo escasea en Argentina son dólares. Y para conseguirlos en el extranjero, hay que abonar el doble que Uruguay. Según analizan los economistas, no se saldrá de esta situación luego de varios años, aun pagando los compromisos de deuda. Aunque reconocen que se avanza en la dirección correcta.
Cambio de paradigma
A diferencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) que directamente reclamaba políticas de Estado en post de las potencias manufactureras, China es más silenciosa. Va contrato por contrato. Firma convenios con cláusulas secretas. Juega despacio. No se apura y mide las debilidades locales. Tiene espalda, poder, capitales y una industria en expansión que requiere cada vez más colocar los excedentes.


Preocupación por el ingreso de equipos de energías renovables provenientes de China
Publicado el 2015/06/23 por Germán Mangione
¿Llegó la hora de aplicar políticas proteccionistas? Los capitales asiáticos exigen que en los grandes parques se utilicen equipos – sistemas fotovoltaicos y aerogeneradores– procedentes del país de origen. Un mercado que debate entre ser consumidor o productor. La experiencia de las empresas locales.
En Europa el ingreso de sistemas fotovoltaicos, aerogeneradores, y equipamiento para el sistema eléctrico, provenientes de China, hizo estragos. Luego de varios años, los Estados de la comunidad aplicaron aranceles contra los productos terminados, al igual que Estados Unidos, alegando anti-dumping.
En los países subdesarrollados el panorama es aún más desalentador, por la menor eficiencia de las tecnologías, la presión tributaria y el alto costo de mano de obra. Argentina no es la excepción, sino por el contrario, uno de los países más débiles, por las dificultades para conseguir financiamiento.
Los proyectos en energías limpias movilizaron 270.000 millones de dólares en 2014, mientras que China fue de lejos el país que realizó la mayor inversión, con 83.300 millones.
Es así como suelen llegar capitales frescos, ansiosos por construir parques solares y eólicos, con capacidad para establecer las condiciones en los contratos. En realidad, el sector energético en su conjunto se ve atravesado por este problema, por las altas tasas de interés en los mercados internacionales y la decisión geopolítica de alineamiento. Lo mismo ocurre con Vaca Muerta y los hidrocarburos no convencionales.
¿Cómo es posible que haya tantos inconvenientes para introducir insumos que luego recibirán valor local mientras que los aerogeneradores, sistemas fotovoltaicos y calefones solares entran sin restricciones? No se entiende, en un contexto de caída de la balanza comercial y complicaciones para conseguir divisas.
Como el grado de desarrollo de la industria es incipiente, en el sector subyace un debate acerca de la conveniencia de formar un público consumidor local, personal especializado y mayor difusión sobre las energías renovables, a cuestas de la presencia extranjera. ¿Conviene a cualquier costo? Es la pregunta que discuten puertas adentro.
Margherita Salmaso, directora LV-energy LUMINS, empresa que cuenta con una fábrica de paneles solares en San Luis, sentó posición sobre el tema. “el error en la industria fotovoltaica, como en otras renovables, es subsidiar el cliente final, y no la oferta”.
La directiva advierte que corren peligro las firmas nacionales y por eso propone un giro en la política de importacioneshabría que diferenciar el tratamiento de celdas o insumos de los productos terminados”. Asegura que la nomenclatura lo permite, a través de distintos códigos. Sugiere aplicar aranceles a los equipos asiáticos.
Sustentabilidad
Margherita explica que “la sustentabilidad es un cruce, un lugar donde se encuentran el respeto por el medio ambiente, la comunidad local, la sociedad y el respeto por los principios económicos. Se tiene que fomentar el desarrollo local y generar riqueza aumentando el bienestar de la población local”.
Licitaciones
Salmaso propone a las provincias que están impulsando proyectos de energías renovables que al momento de redactar los pliegos de licitación prioricen la industria nacional. Considera que no es conveniente otorgar la tecnología a los proveedores extranjeros, por más que oferten un precio relativamente más bajo.

Observatorio de actividades chinas analiza las condiciones de inversión
Publicado el 2015/06/23 por Germán Mangione
Germán Mangione, periodista y editor del Observatorio de Actividad de los Capitales Chinos evalúa los convenios firmados entre Argentina y el gigante asiático. ¿Cómo impacta en el sector energético? La necesidad de nuevos mercados y un país con problemas para acceder al financiamiento.
bservatorio de Actividad de los Capitales Chinos viene desde hace años siguiendo el paso a paso de las empresas que participan en Latinoamérica de origen Chino. Germán Mangione, periodista y editor general, analiza el comportamiento de los capitales chinos en nuestras pampas.
¿Qué características presentan las inversiones chinas en Argentina?
Para entender las inversiones chinas en nuestro país primero cabe mencionar que siempre se desarrollan en el marco de las necesidades del gigante asiático. La República Popular China vive luego de una década de crecimiento a un 9/10% anual una explosión de la concentración demográfica en las grandes ciudades (proveniente del éxodo agrario) y un crecimiento exponencial de la clase media. Esto ha aumentado la demanda interna tanto de alimentos, por los cambios dietarios provenientes de las mejoras de los niveles de vida, como de energía y materiales para la construcción de infraestructura. Esta demanda apunta a ser solucionada en gran parte con el mercado africano y el latinoamericano.
Gran parte de las inversiones en infraestructura (transporte, riego, puertos, etc) que realizan los inversores chinos (que en la mayoría de los casos cuando no es el estado chino directamente, sino sociedades mixtas) tiene que ver con mejorar los canales para sacar las materias primas de los países donde se invierte.
Además en el último tiempo (2010 en adelante) las inversiones apuntan no solo  a comprar commodities sino a ser dueños de las empresas que los extraen y comercializan. En nuestro país ejemplos sobran: Sinnopec (petrolera), Nidera y Noble (agroexportadoras), Barrik Gold (minera).
Ante la necesidad de financiamiento externo de la Argentina, el gigante asiático apareció como la opción para enfrentar las presiones de las entidades de financieras tradicionalmente ligadas a EEUU y occidente. Así se estableció el Swap cambiario, que permitió al gobierno de CFK sortear el 2015 en medio de la paz cambiaria, con un dólar más o menos fijo,  sin que las reservas se vean mermadas mientras se cumple con las obligaciones externas de pago de deuda.
¿Qué condiciones establecen?
Los veinte convenios firmados entre ambas naciones implicarían inversiones chinas por 7.500 millones de dólares, pero lo principal de esos acuerdos son créditos para importar máquinas y equipos de China. De esta manera la RP China se asegura la participación en los resortes estratégicos de la economía argentina y la posición de proveedor casi exclusiva de gran parte de la obra pública que motorizan, golpeando de lleno a la industria nacional. Más de la mitad de esos 7.500 millones de pesos de inversión prometida por China (4.714 millones) son financiados por el banco chino ICBC para las compras de las maquinarias y equipos para las represas hidroeléctricas Jorge Cepernic y Néstor Kirchner, en la provincia de Santa Cruz.
A esto lo complementan con Swap cambiario por 11 mil millones de dólares, pero en yuanes. Como el yuan no es convertible al dólar, ese “swap” sólo serviría para inflar las reservas o en todo caso aumentar las compras de mercadería china. Esto sin dudas profundizara el saldo comercial negativo que da en rojo para nuestro país desde 2009. El intercambio comercial de nuestro país con China registra un desequilibrio creciente. Mientras que en los últimos 5 años nuestras exportaciones al gigante aumentaron solo un 27%, lo que llega desde oriente creció en ese lapso un 123% . Esto fue poniendo en rojo los números que a principios de la década pasada nos eran favorables
El saldo comercial, que en 2009 era negativo en US$ 895 millones, el año pasado anotó un déficit de US$ 5789 millones. Exportamos por valor de US$ 5.006 millones e importamos por un monto de US$ 10.975 millones.
Este swap que no es otra cosa que un crédito a corto plazo que se tomó con un interés anual del 7% (un poco menores a el resto de los créditos conseguidos en el mercado financiero que rondaron el 9%) y con un año de vencimiento. Esto significa por ejemplo, que los yuanes que se tomaron el 11 de diciembre de 2014 habrá que pagarlos el 11 de diciembre de 2015, al día siguiente que asuma el nuevo gobierno.
Pero más allá de lo financiero, China impone ante la necesidad argentina sus condiciones. Así, por ejemplo, en el artículo 5º de los convenios ratificados este año se establece sin ambigüedades que “las adquisiciones en el marco del proyecto de sector público argentino cuya ejecución se enmarca dentro del alcance del plan integrado podrán efectuarse a través de adquisición directa, siempre que estén sujetas a financiamiento comercial de la parte china”. Por lo que queda afuera toda posibilidad de desarrollo de la industria nacional en relación a esos proyectos.
Además en una muestra de cesión directa de soberanía, y en en contraposición a la pelea con los fondos buitres por la intromisión de la corte de New York,  se establece que en caso “de controversias”, se cede la soberanía jurídica a “tribunales internacionales” radicados en París Francia e Inglaterra. Y se prevé que si alguna de las partes deja caer el acuerdo general “la terminación no afectará la aplicación de cualquier convenio concluido” en el marco del mismo. O sea, lo que ya se pactó seguirá firme.
¿Qué experiencias hay hasta el momento en nuestro país?
Desde 2004 cuando Nestor Kirchner firmo con Hiu JinTao los primeros acuerdos “estratégicos” con China las relaciones ha ido profundizándose de manera exponencial, pero también el desequilibrio en la relación. No solo ha aumentado el déficit comercial perjudicando a nuestro país sino que se han profundizado un camino de intercambio desigual en torno a la industria.
El 63% de nuestras exportaciones son porotos de soja, mientras que compramos en China la cuarta parte de los bienes de capital y de consumo importados.
Un informe elaborado en septiembre de 2014 por la Cámara de Industriales de Proyectos e Ingeniería de Bienes de Capital (CIPIBIC) alertaba que en las últimas décadas China logró posicionarse a nivel internacional como el principal productor y exportador de bienes industriales, desplazando a los líderes tradicionales como Estados Unidos, Japón y algunos países de la unión Europea.
El gigante asiático concentra en Argentina “casi el 20% de las importaciones locales del sector, al tiempo que para inicios de la década su participación era de apenas el 2,6% del mercado. Este crecimiento tuvo como contrapartida la caída de los proveedores tradicionales, como Estados Unidos, que perdió 13,2 puntos porcentuales de participación en el total de las importaciones argentinas de maquinarias y equipos” (el avance de China en la provisión de bienes de capital implicó también en el período 2007-2013 el desplazamiento de Brasil en el ranking de participación por país).
La disputa por el mercado industrial y de bienes de capital, el otro gran mercado mundial además del de las “mercaderías”, explica también muchos conflictos de orden político al interior de los países latinoamericanos.
Un claro ejemplo de como la supuesta relación “sur-sur” con China no es otra cosa que la vieja y conocida relación entre la potencia y la colonia (solo que ahora enmascarada como relación comercial igualitaria) la tuvimos allá por el 2010 con el conflicto en torno al aceite de soja.
En abril de aquel año China suspendió las compras de aceite de soja, aduciendo que “no cumplía las normas sanitarias, al tener más de 100 partes por millón de solvente residual”. En el mismo mes Hu Jintao hace una gira por Brasil, Venezuela y Chile, pero no viene a la Argentina. El viceministro de comercio Jiang señaló que “en 2009, las autoridades argentinas iniciaron 18 casos de investigaciones antidumping contra productos chinos, es el 64% de todas las medidas de igual carácter que se tomaron en toda América Latina”. Ante la inminencia de la caída de la compra china de aceite, uno de los principales productos exportados por Argentina, los reclamos antidumping fueron perdiendo fuerza. Nuevamente la fuerza (y la billetera) de la demanda daban muestra de cómo iba a desenvolverse la relación. La base espacial China en Neuquen (de posible uso militar) fue otra muestra de que las necesidades del comprador se impondrían ante cualquier criterio de los vendedores.

 

 

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