Un nuevo 'ovni' chino
conquista la Antártida
Base científica china 'Taishan', recién inaugurada en la Antártida. XINHUA |
DIEGO
TORRES Pekín
Actualizado:
11/02/2014 02:03 horas
Las
ambiciones de la segunda economía mundial se extienden también al único
continente inhabitado del planeta. China anunció el sábado la apertura de su
cuarta base de investigación en la Antártida, bautizada Taishan en honor
a una de las montañas sagradas del Taoísmo. La estación, situada en el
interior del continente, a una altura de 2.600 metros, dará cobijo a equipos
científicos durante el verano austral, de diciembre a marzo.
Taishan tiene capacidad para albergar a 20
personas en sus 1.000 metros cuadrados y está construida en forma circular
-con forma de platillo volante- para evitar la acumulación de nieve durante las
frecuentes y gélidas ventiscas que azotan la Antártida en invierno. Los
investigadores chinos pretenden utilizar la plataforma para realizar
experimentos en geología, glaciares, geomagnetismo, meteorología y estudios
relacionados con el cambio climático.
Está
previsto que la base, cuya construcción ha durado cerca de dos meses a manos de
un equipo de 28 personas, esté en servicio durante los próximos 15 años.
China ha
sido un alumno rezagado en la conquista del continente blanco, que
alberga importantes yacimientos petrolíferos y otros recursos naturales, pero
está incrementando rápidamente los recursos dedicados a la exploración. De
hecho, el Gobierno está buscando ya una localización apropiada para su quinta
base en el Polo Sur y está construyendo su segundo rompehielos.
Qu
Tanzhou, uno de los responsables de la Administración Oceánica Estatal, aseguró
en un comunicado este fin de semana que el número de científicos
estadounidenses que investigan en la Antártida en un año es mayor que el de
los expertos chinos que han trabajado en el Polo Sur en las últimas tres
décadas, informa Xinhua.
Un beneficio para 'toda la raza humana'
El país
asiático inauguró su primera estación científica, denominada Gran Muralla, en
1985, ocho décadas más tarde que el asentamiento más viejo que aún sobrevive:
la Base Orcadas de Argentina. Alrededor de 70 estaciones de diferentes naciones
están operativas en la actualidad. Argentina, Chile y Rusia lideran el cómputo
con 13, 12 y 12 bases respectivamente. Reino Unido y Estados Unidos disponen de
seis por país. España, por su parte, cuenta con dos asentamientos.
China
asegura que sus intenciones en el Polo Sur son pacíficas y que van encaminadas
al progreso científico y a la cooperación internacional. El presidente del
país, Xi Jinping, aseguró el sábado que la exploración de la Antártida
beneficiará a toda la raza humana. En una carta de felicitación dirigida a los
operarios que han construido la base, defendió que Taishan será no sólo
una plataforma para el avance científico chino, sino también para los
intercambios con investigadores de otros países.
El
continente blanco se rige por el Tratado de la Antártida, de 1961, que no se
inmiscuye en cuestiones de soberanía, pero prohíbe toda actividad militar y
establece plena libertad para conducir misiones científicas. Nueva Zelanda,
Francia, Noruega, Australia, Chile y Argentina han emitido reclamaciones
territoriales sobre algunas áreas del Polo Sur. La mayor parte de los países
del mundo, sin embargo, no otorga ninguna validez a estas declaraciones
unilaterales. Mientras tanto, Estados Unidos y Rusia se han reservado la
posibilidad de reivindicar su soberanía en el futuro.
La
apuesta de China, que no ha realizado hasta ahora ninguna reclamación soberana,
se fundamenta en el interés científico, en la explotación turística y en la
proyección de estatus como potencia emergente en investigación. En el largo
plazo, además, los asentamientos podrían facilitar las reclamaciones
territoriales de las potencias presentes en el área u otorgar una cierta
ventaja para la extracción de los recursos del subsuelo, si se levanta el veto
a la minería, que expira en 2048.
Se estima
que la Antártida alberga las terceras mayores reservas de petróleo del mundo,
con más de 200.000 millones de barriles, según un estudio del Lowy Institute de
2011. Además, el continente dispone de abundante carbón y otros minerales, así
como del 90% del agua dulce del planeta en forma de hielo.
Otro foco
creciente de interés es el turismo. Casi 35.000 personas visitaron el Polo Sur
en 2012 -últimos datos disponibles en la Asociación Internacional de
Turoperadores de la Antártida-, un 29% más que el año anterior. Los medios
chinos cifran entre 2.000 y 3.000 los compatriotas que viajaron al continente
en 2013 y para este año se prevé una subida de hasta el 40%, a pesar de lo
gravoso del trayecto, con paquetes que empiezan en unos 12.000 euros.
Una apuesta fuerte por la
ciencia
China
lleva tres décadas acortando el abismo tecnológico y económico que la separaba
de los países desarrollados tras la muerte de Mao Zedong. Desde entonces, ha
logrado convertirse en la primera potencia industrial, la segunda economía y el
primer exportador del mundo. Lo ha hecho, sobre todo, absorbiendo de la forma
más rápida posible toda la tecnología que estaba disponible en el exterior.
Para dar el salto al nivel de los países ricos, sin embargo, eso no
basta. China está en un momento crítico en el que necesita innovación endógena
para seguir avanzando y situarse en el pelotón de cabeza de la cadena de
producción mundial. Y todo apunta a que se lo ha tomado en serio. El número de
artículos científicos -papers- publicados por investigadores chinos ha crecido
un 15% anual entre 2001 y 2011, y hoy se sitúa sólo por detrás de la Unión
Europea -en bloque- y Estados Unidos. En ese mismo tiempo, el peso de China en
la producción científica mundial ha pasado del 3% al 11%, de acuerdo a un
reciente informe del Gobierno de EEUU citado por la revista Nature. En
términos relativos, la OCDE asegura que el país asiático invierte hoy más en
investigación y desarrollo que la UE: un 1,98% por un 1,96% del PIB respectivamente.
Son sólo tres datos que describen el compromiso y la apuesta del gigante
asiático por la ciencia. Otros detalles que lo confirman son la carrera
espacial, el liderazgo mundial de patentes y la fastuosa red de alta
velocidad... A China le queda, aún así, un largo camino por recorrer. Nunca ha
logrado, por ejemplo, un Nobel en una disciplina científica. Numerosos
analistas señalan que se está potenciando más la cantidad que la calidad, como
demuestra el hecho de que las citas de los papers chinos en publicaciones
extranjeras haya descendido proporcionalmente en las últimas dos décadas.
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