Lukashenko: “Si la URSS aún existiera, el mundo
árabe no estaría en llamas”
El presidente de
Bielorrusia, Alexander Lukashenko, ha reconocido que recuerda con “nostalgia”
la época de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y ha afirmado que,
dos décadas después de su caída, sigue siendo un soviético convencido.
Lukashenko, que
creció con el gobierno comunista, ha admitido que echa de menos esa época. “Aún
diría más, no sólo recuerdo con nostalgia (la URSS), sino que soy soviético”,
ha destacado, al recordar que fue el único diputado en votar en contra de la
disolución de la antigua potencia.
Según el mandatario
bielorruso, que ha hablado este viernes ante un grupo de periodistas, la
mayoría de los conflictos de la actualidad se habrían evitado si la Unión
Soviética aún siguiese en pie, según la agencia de noticias rusa RIA Novosti.
“Oriente Próximo y
el mundo árabe no estarían en llamas. No tendríamos que organizar
negociaciones. Desplegaríamos nuestros buques y nadie se plantearía hacer la
guerra”, ha afirmado.
Lukashenko denunció
que la clase trabajadora europea está viendo recortados sus derechos básicos y
deterioradas sus condiciones de vida debido a un sistema capitalista atroz e
inhumano.
La República de
Bielorrusia, conformada por casi 10 millones de habitantes, formó parte de la
Unión de la URSS hasta 1991.
Tras la
desintegración de la Unión Soviética, Bielorrusia se declaró independiente y
mantuvo en su mayoría el control estatal de la economía. Por ejemplo, la banca
extranjera está prácticamente excluida del país, los bienes y servicios básicos
están subvencionados por el Estado, los precios de venta al por menor están
regulados y el gobierno sigue apostando por las empresas estatales. De hecho,
el 51,2 por ciento de los bielorrusos trabajan en compañías estatales, el 47,4
por ciento son empleados de empresas privadas nacionales y el 1,4 por ciento
trabajan para empresas de capital extranjero afincadas en el país.
Kennedy refutó a Malthus, poco antes de su asesinato
11 de octubre de 2013 — En un discurso ante la Academia
Nacional de Ciencias de Estados Unidos el 22 de octubre de 1963, el entonces
Presidente John F. Kennedy derribó la teoría genocida del economista británico
Thomas Malthus de que el crecimiento de la población supera la producción de
alimentos y lleva a las hambrunas.
John F. Kennedy dijo:
"Malthus alegó hace siglo y medio que el hombre, al
agotar todos sus recursos disponibles, siempre presionaría los límites de la
subsistencia, condenando así a la humanidad a un futuro indefinido de miseria y
pobreza. Ahora podemos empezar a esperar y, creo yo, a saber que Malthus no
expresaba una ley de la naturaleza, sino meramente las limitaciones del momento
de la sabiduría científica y social".
Kennedy procedió en consecuencia a definir la política
gubernamental, el avance científico y la cooperación internacional necesaria
para ampliar la producción para alimentar a una población creciente:
"La verdad o falsedad de las predicciones [de Malthus]
dependerá ahora, con las herramientas que tenemos, de nuestras propias
acciones... La Tierra puede ser una madre abundante para todas las personas que
nacerán en los años venideros... La abundancia ahora depende de la aplicación
de un análisis biológico bien fundado de los problemas de la agricultura; y la
respuesta de largo plazo a la producción inadecuada de alimentos, que conlleva
miseria, tiene que residir en la investigación nueva y la experimentación
nueva; y el uso exitoso de conocimiento nuevo requerirá cooperación estrecha
con otras naciones".
Kennedy proponía una colaboración científica internacional
concertada, infraestructura nueva y desarrollo de la energía nuclear para
resolver los problemas del desarrollo de los recursos, protección ante los
desastres del clima y para superar la pobreza.
Este discurso lo hizo un mes antes de su asesinato; se puede
leer completo en inglés aquí [1] y acceder a una grabación de audio aquí. [2]
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