Ayer el
diario socialista publicó un
infame artículo firmado por Juan José Tamayo y Federico Mayor Zaragoza. Las
falacias y majaderías que sostienen esos dos personajes han sido objeto de una
magistral réplica de Carlos López Díaz que suscribo por completo y que os
animo a leer. Yo me centraré aquí en una de las majaderías que incluye ese
artículo en El País.
Una
española pasará 17 años en prisión por matar a su bebé unos minutos tarde
El País: los fetos humanos no son humanos, pero los huevos de tortuga sí son tortugas
El País tacha el aborto de ‘barbarie’ y ‘asesinato’, pero sólo si se mata a niñas
El País: los fetos humanos no son humanos, pero los huevos de tortuga sí son tortugas
El País tacha el aborto de ‘barbarie’ y ‘asesinato’, pero sólo si se mata a niñas
¿Un
recién nacido no es un ser humano ni tan siquiera un ser vivo?
Me
refiero, en concreto, a este vomitivo párrafo en el que Tamayo y Mayor Zaragoza
llevan las tesis abortistas a un grado de sinrazón ya difícil de superar:
“En el
tema del aborto lo que debemos considerar no es solo la dimensión biológica,
sino también la antropológica. Para intentar establecer cuándo comienza la vida
humana, lo primero que debe precisarse es qué se entiende por “vida” y por
“humana”. Porque si por vida se entiende la capacidad de sobrevivencia autónoma
y por “humana” la aparición de las cualidades propias de la persona, la
cuestión se situaría, desde luego, en una etapa ulterior a la fecundación, e
incluso del nacimiento. En la especie humana, una parte considerable del
desarrollo neuronal tiene lugar después del nacimiento.”
Así pues,
estos personajes estiran a lo bestia la
anticientífica tesis de Bibiana Aído según la cual las mujeres conciben a
seres no humanos. Por lo visto, a los ojos de Tamayo y Mayor Zaragoza la
exministra socialista se quedó corta en su afán por deshumanizar a las víctimas
del aborto con el fin de justificar esa atrocidad. Si Aído habló de fetos de 13
semanas porque la ley que promovía daba permiso a matar a todo ser humano hasta
las 14 semanas de vida -o 22 en el caso de que ese hijo por nacer fuese
discapacitado-, Tamayo y Mayor Zaragoza asumen la idea de que las mujeres no
conciben ni tan siquiera dan a luz a seres humanos, ni siquiera a seres vivos,
ya que para esos dos opinadores la existencia de vida va asociada al concepto
de autonomía, y obvia
decir que un recién nacido tiene una enorme dependencia de los demás: sin el
cuidado ajeno moriría en poco tiempo. A esto hay que añadir que los dos
articulistas de El País vinculan la plena adquisición de la condición humana a
un momento posterior al nacimiento. De hecho, relacionan la dignidad humana con
el desarrollo neuronal, diciendo que una parte considerable de ese desarrollo “tiene
lugar después del nacimiento”, pero olvidan que la
neurogénesis se da también en las personas adultas.
Tachan de
‘dogmáticas’ las evidencias científicas sobre el inicio de la vida
Lo
anterior nos conduce a algo más terrible. Ya que ponen la coherencia en el
título de su artículo, en coherencia negar a un recién nacido la condición
de ser humano y ser vivo acabará teniendo la mismas consecuencias que negársela
a los no nacidos, por mucho que algunos abortistas que suscriben ambas
negaciones afronten ese hecho con un gesto de escándalo. En ambos casos se
desprecia la ciencia para negar lo que ésta evidencia. De hecho, Tamayo y
Mayor Zaragoza incluso les dicen a los científicos que “no pueden adoptar
posiciones dogmáticas”, un cínico intento de relativizar y obviar las
evidencias científicas sobre el inicio de la vida humana desde la concepción,
evidencias que les resultan incomodísimas a los abortistas porque chocan
frontalmente con sus aberrantes tesis ideológicas. Tamayo y Mayor Zaragoza se
lanzan de lleno a una pendiente resbaladiza. Una vez las mentiras y falacias
abortistas alcanzan a los ya nacidos, ¿qué nos garantiza que no serán los
siguientes en acabar descuartizados al amparo de la ley? ¿Quién nos
garantiza que no se les pedirá a los científicos que nieguen la evidencia o que
miren hacia otro lado cuando les toque la hora a los recién nacidos, a los
enfermos o a los ancianos, igual que ahora les piden que obvien la evidencia
científica sobre los niños por nacer?
¿Que la
ley proteja el derecho a vivir es un ‘recorte de derechos humanos’?
En el
colmo del la sinrazón, Tamayo y Mayor Zaragoza dicen que el anteproyecto de ley
del aborto del PP “implica un nuevo recorte de los derechos humanos”,
pero no hablan del derecho a vivir, que es el más básico de esos derechos, sino
del falso derecho a matar a inocentes promovido por el lobby abortista. Incluso
afirman que el Estado “debe velar por el ejercicio de ese derecho, en vez de
negarlo y obstruirlo”. Es decir, que según ellos el Estado debe velar
para que los más débiles, los niños por nacer, sean matados y descuartizados si
así lo piden sus madres. Incluso identifican la defensa de los derechos
humanos de los niños por nacer con lo “propio de Estados totalitarios”, cuando
precisamente dichos Estados se han caracterizado por cosificar a ciertos seres
humanos para justificar su exterminio. De hecho, regímenes totalitarios como
Cuba, China, Corea del Norte y Vietnam se encuentran entre los países que más
desamparan la vida humana prenatal. Si nos remitimos a la historia
podríamos añadir a la desaparecida URSS entre dichos países, y deberíamos
recordar que el
nazismo impuso el aborto en Polonia y Ucrania disfrazándolo de
“auswahl-freiheit” (libertad de elección).
Otra vez
el perverso concepto totalitario de las ‘vidas indignas de vivir’
De hecho,
para defender el aborto eugenésico Tamayo y Mayor Zaragoza recuperan argumentos
asociados a uno de los peores experimentos totalitarios de la historia:
“No se
trata solo del “derecho humano a la vida”, sino a una “vida digna”, es decir,
de seres humanos dotados para el pleno ejercicio de las facultades distintivas
de su condición.”
Entonces,
¿los demás seres humanos que no posean esas características no son vidas
dignas? Un tío mío tiene síndrome de Down, ¿no tiene una vida digna, según
estos tipos? ¿Quiénes son ellos para decidirlo? Lo más curioso es que mientras
identifican las tesis provida con el totalitarismo, ellos recuperan el concepto del
“Lebensunwertes Leben”, la vida indigna de vivir, con el que en
el siglo pasado se justificaron medidas de higiene racial que pasaban
por la esterilización forzada e incluso la eliminación de discapacitados y
enfermos mentales, medidas que acabaron afectando a otros sectores de la
población. Igual que ahora hacen los abortistas, entonces las tesis de la higiene
racial empezaron defendiéndose en nombre de la libertad, con un libro
del psiquiatra Alfred Hoche y el jurista Karl Binding titulado “Die
Freigabe der Vernichtung lebensunwerten Lebens” (La libertad para destruir
la vida indigna de vivir), que sostenía que los discapacitados no tienen
derecho a vivir y que es preciso abortar a los niños por nacer con
discapacidad. ¿Qué diferencia hay entre estas aberrantes e inhumanas tesis y
las que defienden hoy los autodenominados progresistas?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario