EL INDIGENISMO DE GRAN
BRETAÑA
Por
Javier Cornejo
Artículo
publicado en el diario El Tribuno el 14 de junio de 2010
El 2009 estuvo marcado por el
posicionamiento insular del Imperio Británico en Malvinas. Desde el 1 de enero
de 2009, cuando empezaron la vigencia de la Constitución de las Falklands y el
eficiente artillado del sector, hasta el arribo de la plataforma Ocean
Guardian, se sucedieron ininterrumpidamente los actos concretos de dominio.
En este 2010, de agudización
de la crisis monetaria europea, y ante el inminente colapso financiero de Gran
Bretaña, el Imperio apura los pasos para consolidar su dominio en el sur
americano. Por ello, acelera el proceso de fragmentación de la geografía
argentina.
Con vocación de
reivindicaciones territoriales, volcada a costumbres ancestrales, salvaguarda
de idiomas mapuche, guaraní, quichua, los habitantes de donde se hablan dichas
lenguas (SUR, NEA y NOA) autodenominados «pueblos originarios», apuntalados por
la Iglesia Anglicana (que ya forma parte del Vaticano), transitan el camino
hacia el intento de la creación de nuevas naciones dentro de la República
Argentina.
Se amparan en el articulado
de la ONU referido a la «libre determinación de los pueblos». Tal es lo
ocurrido con Malvinas.
Mapuches
«made in England»
El proceso se encuentra
particularmente acelerado en el sur argentino.
El 23/3/2000 por el Tratado
Minero Argentino Chileno se creó un virtual
Estado en la región andina,
que se denomina Área de Operaciones, con financiamiento y legislación (a través
de reglamentaciones) dependientes de las empresas transnacionales de la Corona
Británica.
En tal proceso de succión de
nuestros recursos naturales y control de las cuencas de agua potable,
participan en la creación de la Nación Mapuche de un Estado Inglés. Como
inglesas son sus autoridades.
Su página en la red es: www.mapuche-nation.org; El
domicilio 6, Lodge Street, Bristol, Inglaterra; y El teléfono +44-117-9279391.
Su bandera es celeste, verde
y roja e incluye un sol, con cuatro divisiones con cruces pampas.
Sus autoridades son:
secretario general, Reinaldo Maniqueo; asistente, Nina Dean; secretario, Gerald
Confer; tesorero, Colette Linehan; y administradora, Madeline Stanley. Su
equipo legal está integrado por James Watson, Gillian Melville y Tanya Roberts
Davis; mientras que el de Derechos Humanos lo encabeza Rachel Dixon-Warren.
En
San Luis
El Gobierno de la Provincia
de San Luis no es ajeno a la situación. Lo demuestra en su lema, «San Luis,
otro país», y en sus actos. Ya crearon un municipio denominado Nación Pueblo
Ranquel (término no permitido por nuestra Constitución, ya que Nación es sólo
la Argentina). La provincia se encuentra en una acelerada transformación de su
administración, educación, tecnología digital de punta, etcétera, y es asistida
por el poderoso auxilio financiero del Grupo Petersen, liderado por el
financista «K» Enrique Eskenazi.
La
sombra de Calfucurá
Es preciso destacar que los
que se auto titulan «mapuches» no tienen origen argentino. Son los que en 1830,
encabezados por el carnicero cacique Juan Calfucurá, emborracharon y asesinaron
a los verdaderos caciques y con los fusiles Remington proporcionados por los
ingleses exterminaron a los verdaderos pueblos originarios: puelches, tehuelches,
ranqueles, pampas y guenekes. Hoy reclaman territorios que nunca les
pertenecieron y pretenden instalar «otra nación» con una justicia y legislación
comunitaria que subvierta nuestro orden constitucional y organización nacional.
En las regiones NOA y NEA ya comenzaron a dar pasos en igual sentido. En
Bolivia los ayllus, por aplicación de la «justicia indígena», ya torturaron y
lincharon a más de 30 personas desde 2009 (El Tribuno 11/06).
Tenemos el
raro privilegio de ser el campo de acción y aplicación de tecnologías de
ingeniería social de sofisticadas inteligencias imperiales, para resguardar la
geografía sur americana y antártica en su propio beneficio.
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