Artículo publicado en el diario El Tribuno el 10-6-13
Javier Cornejo
El 1 de noviembre de 2012, México – Colombia- Perú – Chile, sobre una base geográfica real y
concreta, firmaron un Tratado de
Comercio que hoy, a tan sólo seis meses,
se afianza como una decisión geopolítica de trascendencia sin
igual, perfilándose en convertirse en el
más poderoso bloque económico americano
del siglo XXI.
Esta Alianza reflota la genialidad de uno de los
“olvidados” mencionados en mi columna
anterior: El Rey Carlos III de España.
Hablar de él es hacerlo de José de Gálvez, Bernardo de Gálvez y de Pedro de Cevallos,
quienes fueron los artífices de la independencia de los EEUU iniciada el 4 de
julio de 1776 y, menos de un mes después, el 1 de agosto de 1776 la creación
del Virreynato del Río de la Plata.
EQUILIBRIO CONTINENTAL.
Fue el proyecto de equilibrio de todo un continente
que abarcando los dos océanos se erigió
como un nuevo balance mundial.
El comercio se establecía por la “ruta del
Pacífico” (llamado de tal manera porque en él no surcaban los piratas ingleses
que sí controlaban el Atlántico), con los puertos de Monterry, Acapulco en
Mexico, el Callao en Perú y Valdivia en Chile.
Siendo el eje del tráfico comercial de las
Provincias Españolas en América: del Callao a Filipinas, de Filipinas a Japón,
China e India.
Es de destacar que el signo monetario de las
Españas de América y de Filipinas era la
onza castellana de plata. El valor intrínseco del metálico circulante en Japón,
China e India era también la plata, por
lo tanto las importaciones y exportaciones, entre el Este de las Españas de América y el oriente
de Asia se simplificaba porque el signo monetario empleado era el mismo.
La Gerencia de la “Compañía de Filipinas” se
hallaba en 1806 en Buenos Aires siendo su titular don Martín de Álzaga.
El 27 de junio de 1806 el invasor inglés Bereford
tuvo especial cuidado en saquear esta Gerencia robándose todas las cartas
náuticas de la ruta comercial española del Pacífico.
ACTUALIDAD
Hoy en el siglo
XXI, bajo el divisorio postulado
de “Chile en el Pacífico y Argentina en el Atlántico”, nos vemos sucumbiendo y
disgregando en un Mercosur (y su
variante el Unasur) que al decir del expresidente de Uruguay Lacalle: “Ya
falleció y espera su sepultura”.
Para nosotros, los
salteños, es un imperativo de
supervivencia la integración a los puertos chilenos con una eficiente
utilización de nuestra mejor herramienta: el Ferrocarril Belgrano nexo de unión
y progreso para toda nuestra región y puerta de salida hacia el mercado del
Pacífico como ya en el Virreynato de Carlos III
estaba programado.
Es esencial integrarnos y no quedar fuera de esta
Alianza, a la que geopolíticamente pertenecemos
por mandato de la propia naturaleza.
El Geicos fue un valiosísimo anticipo.
Salta, y los salteños, nos encontramos geográfica y
culturalmente más cerca de ella que de todo otro invento que mire al Atlántico a través de la nefasta ciudad puerto del
Plata.
Está en nuestros gobernantes la posibilidad futura
de: integración económico, político, cultural
con quienes nos unen orígenes comunes, o, licuarnos en una insensatez de
un “modelo” inexistente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario