“Como
verán entre Videla y el Gobierno Kirchnerista las diferencias son NULAS”.
Por otra parte, Videla fue el
Presidente argentino con más viajes a Rusia, al igual que sus funcionarios.
(Especialmente Martínez de Hoz).
El proceso de destrucción nacional iniciado
en marzo de 1976 con la masacre genocida a una población en momentos que YA
ESTABA controlada totalmente la subversión bélica, y el atroz “proceso”
de destrucción industrial, se mantiene sin variantes hasta nuestros
días, en cumplimiento del programa de fraccionamiento territorial de la
geografía argentina concomitante con un nuevo aniquilamiento del pueblo y
desalojo de los argentinos sobrevivientes , produciéndose una vez más un reemplazo
de población esta vez por raza amarilla.
El impulso al traslado de la Capital,
anunciado por Alfonsín y reafirmado por Kirchner en 2010, es el preludio del
concreto inicio desembozado de las acciones.
Fidel Castro, insólito aliado de la dictadura
militar argentina de Jorge Videla
Por Claudia Peiró.
El castrismo no sólo
calló ante los crímenes del gobierno que presidía el general Jorge Rafael
Videla, sino que le aportó respaldo diplomático en los foros internacionales,
lo que evitó que la Argentina fuese condenada por la violación masiva de los
derechos humanos. Este hecho es cuidadosamente ocultado por las izquierdas
latinoamericanas, que se siguen referenciando en la Revolución cubana e
idolatrando a su Líder. Son las mismas que, año a año, compiten por ver quién
condena con más dureza al Proceso militar argentino
de 1976-1983.
Para desconcierto de estos mismos
"antiimperialistas", fue el gobierno estadounidense, bajo la
presidencia de James Carter, el que llevó la voz cantante en la condena a los
atropellos humanitarios del gobierno de facto que presidía Videla. En aquellos
años de dura represión, el régimen cubano contribuyó, a través de su
representante en la ONU, a evitar que la Comisión de Derechos Humanos del
organismo, emitiese una condena contra la Argentina y organizase una misión de
inspección. El favor fue devuelto. El dictador Videla, que en Argentina decía
estar combatiendo al "marxismo apátrida y ateo", ordenaba a su
representante en la ONU votar en contra de cualquier condena a La Habana.
En realidad, todo el Movimiento de Países No
Alineados fue cómplice de la dictadura militar argentina, tal como lo señala
Gabriel Salvia, presidente del Centro para la Apertura y el Desarrollo de
América Latina (CADAL): "Parece escapar a la memoria de varios
funcionarios del gobierno nacional, legisladores, periodistas y activistas de
derechos humanos de la Argentina el hecho de que el régimen cubano de Fidel
Castro fue un actor decisivo para bloquear la condena a la dictadura militar
argentina en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, para lo cual
operó junto a los países del Movimiento de No Alineados y del extinto Bloque
Socialista, evitando la condena internacional promovida por los Estados
Unidos de América".
Salvia sostiene que quienes estén realmente
interesados en "memoria, verdad y justicia" (leit motiv de los
organismos de derechos humanos de la Argentina, entre otros) "deberían
exigirle explicaciones a Fidel Castro, pues si la dictadura de Pinochet fue
condenada en Ginebra, mientras que los militares argentinos se salvaron de esa
condena internacional, ello se debió a la intervención del régimen
cubano". Sin embargo, sucede lo contrario: a Fidel no sólo no se le piden
explicaciones sobre esta conducta, sino que se lo homenajea y es rutina de
organizaciones como la de las Madres de Plaza de Mayo fotografiarse con el
dictador cubano, cómplice del régimen que aniquiló a sus hijos. "Por un
puñado de rublos" ¿Cómo se explica el hecho de que Fidel Castro en sus
discursos en la Plaza de la Revolución de fines de los 70 y principios de los
80 denunciaba todas las dictaduras que rodeaban a la Argentina, Chile, Uruguay,
Paraguay, Perú, Bolivia y Brasil, evitando cuidadosamente nombrar a la primera?
El sinsentido es sólo aparente. Hay otro dato
que la izquierda pro cubana oculta prolijamente: el indigno sometimiento de
Cuba a la entonces Unión Soviética -un imperialismo "benigno" según
el imaginario del progresismo de entonces. Esto, que fue la clave del silencio
y la complicidad del régimen castrista con los crímenes de la dictadura
argentina, fue recordado recientemente por un sobrino del propio Ernesto
Guevara.
Martín Guevara (foto) es hijo del menor de los hermanos del Che, Juan Martín. A los 10 años
de edad, se exilió con su familia en La Habana, donde pasó buena parte de su
vida, hasta 1988. Su testimonio es contundente. Durante su exilio en Cuba, fue
testigo directo de la complicidad de Fidel con Videla como pago por los
suministros de cereales argentinos a la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS), un aporte alimentario que fue más apreciado aun cuando Moscú
comenzó a padecer el embargo dictado por Washington tras la invasión de
Afganistán.
En concreto, fue la Junta Militar de la
República Argentina (de supuesto ideario anti marxista) la que rompió el boicot
que Estados Unidos impuso a la URSS. Y esa fue la razón del apoyo de
Fidel Castro al dictador Jorge Rafael Videla. Una verdad muy difícil de
aceptar para quienes ven, en La Habana, un faro que ilumina el camino
"revolucionario" en el continente. Cuba demostró en esa conducta que
no era más que un satélite soviético, sin el menor margen para diferenciarse.
A Martín Guevara le tomó mucho tiempo poder
hacer esta denuncia. Recién en el año 2010 publicó un artículo sobre el tema:
"Durante muchos años y por razones de lealtad familiar, y quizá cierto
adoctrinamiento de izquierda, renuncié a mi derecho a contarlo". No por
tardía, su denuncia es menos lapidaria: "El gobierno de la URSS, presidido
por Leonid Ilich Brezhnev, sin reparar demasiado en los miles de militantes de
izquierdas que se encontraban en campos de concentración, torturados
salvajemente y luego arrojados desde aviones al Río de La Plata, manda a
colocar la medalla de Lenin en la pechera de altos mandos militares argentinos,
por contribuir a la causa de la Patria de los proletarios". Lágrimas
argentinas Guevara relata el desconcierto que esta conducta generaba en él y en
otros que creían haberse refugiado en el paraíso en la tierra: "Una y otra
vez, los exiliados argentinos en Cuba escuchábamos como su principal dirigente,
Fidel Castro Ruz, en sus extensos discursos, jamás denunció las prácticas
fascistas ni dictatoriales en la tierra de quien había sido, según él, uno de
sus mejores amigos, de sus grandes guerreros, el Che Guevara". Y todo
"por un puñado de rublos", dice. También describe la confusión de los
mismos cubanos: "(Fidel) jamás denunció siquiera al gobierno de la junta
militar argentina. Tal era así que mis amigos no sabían por qué estábamos
exiliados en Cuba y lo dudaban cuando yo se los explicaba. En realidad daba la
sensación de que no teníamos (en Argentina) un gobierno lo suficientemente malo
como para exiliarnos, ni como para que mi padre estuviese preso ocho años y
medio, ni como para que hubiese 30.000 desaparecidos, más que el doble de la
cantidad de muertos en Chile". "Vi lágrimas en los ojos de hombres
duros (recuerda también Martín Guevara), de militantes de organizaciones de
izquierdas argentinas, que estaban en Cuba, aceptando las migajas de un exilio
en absoluto silencio, como quien da albergue al violador del pueblo. Lágrimas
cuando, al esperar una declaración en el tribunal de la ONU por los derechos
humanos, Fidel a través de sus enviados, bajo apercibimiento de la URSS, calló,
haciéndose cómplice histórico de semejante villanía".
En su denuncia de este hecho, Guevara roza
también, sin decirlo explícitamente, el espinoso tema de la traición de Fidel
al Che, al decir: "Cuando debió callar, leyó en la Plaza de la Involución
aquella carta de despedida de su amigo Guevara, que sólo debía ser leída en
caso de muerte. Cuando debió hablar para hacer revolución, para hacerle un
honor a su ex amigo con respecto a su patria, calló".
(Publicado por el Prof. Antonio Romero Piriz-Uruguay)
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