De acuerdo al influyente kirchnerista cristinista Horacio Verbitsky, la Iglesia Católica argentina se abusa del Tesoro Nacional, exigiendo subsidios millonarios que sería mejor cortar. El tema es polémico porque hace 18 años el Episcopado argentino prometió cesar o limitar la relación con el Estado y que ni en Chile ni en Brasil ni en Uruguay ni en Bolivia (4 países limítrofes), existe la relación entre Estado e Iglesia Católica que persiste en la Argentina, reforzada por un Concordato que, sin embargo, resultará muy delicado modificarlo con un Papa argentino. ¿Hay una presión vía Verbitsky para forzar una negociación preelectoral entre Cristina y los obispos?
02/06/2013|
09:54
La
Presidente de la Nación afirma, en privado, que no encuentra en la Iglesia
Católica argentina un reconocimiento al respecto, pese a que ella mantuvo
y hasta aumentó todos los subsidios que se pagan a la institución clerical. Y
que cuando la Iglesia Católica habla de la pobreza, debería incluir esos
reconocimientos.
"El
sábado y el domingo próximos se realizará la colecta anual de Caritas el
organismo de beneficencia de la Iglesia Católica, cuya publicidad gráfica y
audiovisual anuncia: “Apuntamos alto. Pobreza cero”. Esto coincide con la primera homilía
que pronunció al asumir su cátedra el nuevo arzobispo de Buenos
Aires, Mario Aurelio Poli, y con la que leyó el 25 de mayo el arzobispo de
Mercedes-Luján, Agustín Radrizzani.
Poli
proclamó, con apreciable economía de palabras, su “amor a los pobres,
sufrientes y excluidos”. Radrizzani enhebró cinco homilías pasadas de Jorge
Mario Bergoglio, para sostener que “la Argentina de hoy tiene demasiados
pobres y excluidos, los cuente quien los contare”. Esas palabras, elegidas por
La Nación y por Clarín para encabezar sus respectivas crónicas, fueron
proferidas por el ahora papa Francisco en la conmemoración del
Bicentenario de 2010, a la que CFK eligió no asistir.
Tres años
después se las repitió en las resignadas narices presidenciales el miembro del
Episcopado que el gobierno considera menos inamistoso. La misma intención
campeó en el aviso de convocatoria del Arzobispado porteño a la
procesión de ayer hacia la Catedral para celebrar la presencia del cuerpo y
la sangre de Cristo en la Eucaristía. Su título dice “Pan para la misión”,
y junto a un Cristo tradicional, se ve una imagen más parecida a un pan de
campo que a una hostia consagrada.
De este
modo la Iglesia Católica ratifica la línea maestra de ataque al gobierno,
con un tema que llama a la unanimidad, ya que cualquier nivel de pobreza en
un país superabundante es una ofensa inadmisible, pero que en este caso
encubre otras motivaciones. Así como un alimento cotidiano puede confundirse
con la hostia sacramental, lo mismo ocurre con las diversas acepciones de
la caridad, que van desde la virtud teologal del amor a Dios y al prójimo
hasta la terrenal limosna a los necesitados.
Caritas
es una comisión integrada por tres obispos, de la que dependen una Caritas
Nacional, 66 Caritas diocesanas, una por obispado, y 3.500 Caritas parroquiales
en todo el país.
Entre
2003 y 2012 recaudó en total $ 93 millones. Esos datos surgen de las coberturas
periodísticas de La Nación y Clarín, ya que no figura una rendición de
cuentas en la página oficial de la institución. La recaudación se divide en
tres tercios.
El
primero lo retiene la parroquia, que lo utiliza “para la tarea pastoral del día
a día”, es decir gastos propios.
El
segundo lo conserva cada una de las 66 diócesis, que redistribuye los fondos en
programas concretos o asistiendo a las parroquias o zonas que lo requieran.
El último
tercio va para Caritas Nacional, que lo invierte en planes de educación (Plan
Educativo Emaús), trabajo (Plan Economía Solidaria), ciudadanía (Foro
Solidario), vivienda (Programa de Autoconstrucción de Viviendas, junto al
Ministerio de Planificación), y “ayuda inmediata” (ropa y alimentos a personas
en situación de calle).
En 2012
se obtuvieron $ 22,5 millones. La ejecución del presupuesto nacional de ese
mismo año incluyó $11.691 millones para el pago de las Asignaciones
Universales por Hijo a casi 3,5 millones de personas y $12.000 millones de
asignaciones familiares a más de 4 millones de hijos de trabajadores formales,
es decir 1.053 veces más.
Este año,
las AUH llegarán a $18.750 millones y las asignaciones familiares a $15.000
millones. Para mantener la misma proporción, Caritas debería colectar $32
millones. En ese caso aportaría para aliviar la pobreza algo menos del
uno por mil de lo que el Estado invierte en esa tarea, sin considerar
ningún otro de sus muchos gastos sociales.
Otra
forma de dimensionar las magnitudes es el cotejo de estos hipotéticos $32
millones que la Iglesia aportaría, con los $31 millones que recibió de la
Secretaría de Culto en 2012 en concepto de remuneraciones a 107 obispos
y administradores apostólicos y/o diocesanos, a 481 párrocos de frontera y
a 1.143 seminaristas, un gasto improductivo que se origina en decretos de
gobiernos de facto.
Es decir,
que toman tanto como colectan. La Iglesia no podría hacer mejor
aporte a la reducción de la pobreza que costear sus propios gastos, según el
plan de renuncia al aporte estatal elaborado hace 18 años por el Episcopado y
nunca puesto en práctica.
Pero,
además, aquella suma palidece ante los fondos remitidos a los colegios
confesionales, por fuera de la obligación constitucional de sostener el culto.
En 2010, la Nación, las provincias y la ciudad de Buenos Aires aportaron a unos
3.500 establecimientos educacionales católicos $4.200 millones.
Actualizando
esos montos las transferencias para la educación católica rondarían este año
entre $5.100 millones y $6.300 millones, según se aplique el Indice de Precios
al Consumidor del INDEC o el IPC/9 provincias. La Iglesia ha logrado que el
presupuesto no discrimine como rubro específico la enseñanza confesional, con
el argumento de que se trata de educación pública de gestión privada, lo cual
hace engorrosa la reconstrucción. (...)".
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