El primero fue publicado en el diario
La Nación el 18-06-2013. El segundo es de fines de 2011 (y adelanta causas de
lo que pasa hoy). El tercero es un extracto del día 19-06-2013
¿Qué te pasa, Brasil?
Publicado el 18.06.13 – La Nación
Líos en Brasil. En todos estos años de moda
brasileña, los optimistas hablaban de los BRIC, con B de Brasil, de la nueva
potencia, de la sexta economía del mundo (en dólares subvaluados), del Mundial,
de los Juegos Olímpicos.
Y estábamos los pesimistas: los que decíamos que
esto era un camelo, era una moda análoga a la Argentina de los 90s.
(De paso: ese post tuvo 1404 comentarios; recibí
llamados amenazantes de brasileños a mi oficina).
Bueno: era un camelo.
¿Por qué? ¿No es Brasil un gran país? Ehm, no es
esa la discusión. Sí, tiene mucha gente y ocupa mucho lugar, dos
características tan irrelevantes que podrían desaparecer de la noche a la
mañana con un rediseño de fronteras. Más relevante: es una economía no rica
(casi diríamos: pobre) y que crecía poco incluso en los años de su moda. Hoy es
junto a la Argentina la economía que menos crece de Sudamérica.
Y no es que crecía poco de casualidad. Crecía poco
porque invertía poco:
¿Pero cómo? ¿No es un ejemplo la economía
brasileña? En algún aspecto, sí: estamos a favor de lo que podríamos llamar su
“macro de corto plazo”: metas de inflación, que muestran ser compatibles con el
pleno empleo. Pero pleno empleo e inflación bajo control no necesariamente
quiere decir crecer rápido. La famosa condición necesaria pero no suficiente.
Para crecer hay que hacer muchas más cosas, sobre
todo si sos un país como Brasil que no las tiene todas consigo: su Estado es
proverbialmente gastador y corrupto; su geografía es compleja para el
transporte; siendo un país con exportaciones más industriales que el nuestro,
el boom de las commodities no ha sido tan favorable para ellos como para
nosotros u otros países de América Latina — como México, el golpe chino a sus
sectores manufactureros tiene un impacto negativo mayor que en países más
basados en recursos naturales.
En fin. Celebramos el nuevo triunfo del capitalismo
liberal que fue su adopción por sindicalistas y ex-guerrilleros brasileños, al
comando en la última década de esa gran nación sudamericana. Pero el
capitalismo neoliberal no te resuelve mágicamente todos los problemas.
La otra cara de Brasil
Fecha: 28/12/2011
La actual presidenta, Dilma Rousseff, recortó
gastos en el presupuesto por el equivalente a 120.000 millones de pesos
argentinos, el mayor recorte de toda la historia brasileña; congeló los
salarios de los trabajadores estatales, y congeló las vacantes en la
administración pública. Se habla de aumento de la edad para jubilarse, entre
otras medidas de ajuste. Mientras hacía este ajuste, la presidente aportó
fondos al FMI para que este organismo auxiliara a la Unión Europea.
Hay que tener en cuenta que en Brasil,
particularmente durante la presidencia de Fernando Enrique Cardoso, se produjo
el mismo proceso de privatizaciones que vivimos en la Argentina en los 90. Esas
privatizaciones liquidaron, por monedas (igual que en nuestro país) lo
fundamental de la industria estatal brasileña: petróleo, telefonía, mineras,
hierro, uranio, oro, tecnología militar, aviación, fármacos, etc. Es notable
que Cardoso es presentado en la Argentina como “un gran político e
intelectual”, cuando no ha sido más que otro Menem. El capital imperialista
creció no sólo en las ramas privatizadas, sino también en la alimentación,
bebidas, soja y carne. Además, Cardoso cerró áreas de tecnología estratégica
(como hizo Menem con Falda del Carmen y el misil Cóndor 2).
Lula no sólo mantuvo las privatizaciones de
Cardoso, sino que siguió desnacionalizando puertos, aeropuertos y aviación.
Estas políticas de desnacionalización y
desindustrialización en áreas de tecnología avanzada, son mantenidas por Dilma
Roussef. “Según datos del Ministerio de Desarrollo, en agosto de 2011, las
exportaciones de productos básicos representaron el 44,27% (55.822 millones de
dólares) de las exportaciones brasileñas, en cuanto a las ventas externas de
manufacturas fueron solamente el 39,74% (50.100 millones de dólares). La
involución es clara: por primera vez desde 1978, la exportación de productos
básicos (commodities) superó a la exportación de manufacturas”. “Los
automóviles, en su totalidad producidos por empresas multinacionales de Estados
Unidos, Alemania, Italia y Francia, son el 2,22% de las exportaciones”. “En los
años de 1980, la participación de la industria de transformación en el Producto
Bruto Interno era del 33%; hoy, no pasa del 16%. La relación
manufacturas-exportación, que llegó al 59% en ese mismo período, se estacionó
en el 40%”. (Luis Falcâo, “El crecimiento capitalista aumenta la sumisión de
Brasil al capital extranjero”, La Verdad, 11/2011).
Según el ministro de Ciencia y Tecnología: “Brasil
vende 1.700 toneladas de soja, o 21.500 toneladas de hierro para poder comprar
apenas una tonelada de semiconductores (elemento base de la electrónica) de
China”. Un profesor uni- versitario ha dicho: “Estamos cantando la música
china. Cantando por exportar gallinas y soja y mineral de hierro. Pero eso
nunca dio futuro a nadie” (Folha de Sao Paulo 12/6/2011, citado por Luis
Falcâo, La Verdad, 11/2011).
¿”Verde amarillo”?
Para reunir reservas por 352.000 millones de
dólares, incluyendo bonos del Tesoro de Estados Unidos que tienen un interés
del 0,4%, Brasil vende bonos de su deuda pública que pagan el 11,5% de interés,
con lo que pierde 40.000 millones de dólares por año.
Lula dijo que Brasil había pagado su deuda externa.
Lo que no dijo es que su gobierno fue reemplazando endeudamiento externo por
endeudamiento interno. Igual que los Kirchner en la Argentina que meten la mano
en el Banco Central, el Nación, la Anses y el PAMI, el endeudamiento interno
del Estado brasileño ha crecido a un billón trescientos mil millones de reales.
Es conocido que Brasil paga intereses que están entre los más altos del mundo.
En total la deuda y se estima en tres billones de reales, y gran parte del
presupuesto va a pagar esa deuda. El 76% de la deuda está en manos de los
bancos. Con la penetración del capital imperialista por las privatizaciones,
crecen las remesas de ganancias de esos monopolios a sus casas centrales. Esas
remesas pasaron de 25.500 millones de reales en julio del 2010 a 35.500
millones en julio del 2011. El capital extranjero está presente en 17.605
empresas que representan el 63%% del PBI.
Embraer, la gran empresa fabricante de aviones, fue
privatizada en 1994 en apenas el equivalente a 360 millones de pesos argentinos.
La empresa es controlada por el Fondo de Pensiones de los funcionarios del
Banco de Brasil (14,2% de las acciones), el Banco Nacional de Desarrollo (5%) y
el Banco Bozano (10,4%). Pero el 70%% de las acciones de Embraer está en manos
de inversionistas de la Bolsa de Valores de Nueva York, con tres fondos de
inversiones de Estados Unidos: Janus Capital Management, Oppenheimer y
Thortnburg Investments.
Lula dijo que iba a crear una “multimanacional
verdeamarilla” (es decir, brasileña). El Banco Nacional, con ese objetivo,
invirtió mucho dinero en Ambev (cerveza) surgida de la asociación de Brahma y
Antarctica, que compró varias empresas en América Latina, entre ellas Quilmes
en la Argentina. Finalmente, la belga Interbrew anunció que había comprado el 71%
de las acciones con derecho a voto.
Petrobrás tiene el 51% de su capital bajo control
privado. El 35% de ese capital es extranjero. Lo mismo ocurre con Vale do Río
Doce. Las constructoras de grandes obras, Oderbrech, Camargo Correa, Andrade Gutiérrez
y OAS se han asociado a grandes bancos. Y los bancos tienen actualmente las
mayores ganancias de su historia.
Otro de los monopolios “verdeamarillos” fue la
unión de Brasil Telecom con OI. Dos años después de haber gastado el Estado
brasileño en esa empresa 7.500 millones de reales, Portugal Telecom se adueñó
de la misma.
El otro Brasil
Actualmente el gobierno reconoce que hay 16
millones de personas que viven en la miseria, y 79 millones en la pobreza. Ante
el crecimiento de la pobreza, el gobierno pasó de dar un auxilio a 5 millones
de familias que vivían en la pobreza en el 2005, a 13 millones ahora. El
gobierno les entrega la “bolsa familia” que va del equivalente a 73 pesos
argentinos a 734 pesos. En la caña de azúcar y la madera hay 20.000 trabajadores
esclavizados.
Las luchas de los trabajadores crecieron en el año
2011: fue el año de mayor cantidad de huelgas durante el gobierno del PT.
Particularmente las de los estatales, docentes y trabajadores de la
construcción de obras públicas. Son huelgas prolongadas, de 30.000, 40.000
trabajadores y algunas hasta de 300.000, porque el gobierno no cede en la
congelación de salarios.
Los profesores de la educación media paralizaron
las clases en 17 provincias, sus salarios están por debajo del mínimo (que es
más bajo que el de la Argentina). Otras grandes huelgas de docentes hubo en
Belén, San Pablo, de los petroleros, de 25 días de los bancarios. Y en el
último tiempo, las medidas de ajuste de Dilma han llevado a huelgas muy
combativas, como la de más de un mes de los trabajadores de la construcción en
los estadios para el próximo mundial de fútbol, que en el caso de los obreros
que están remodelando el Maracaná, en Río de Janeiro, quemaron las
instalaciones en las que los forzaban a vivir en las peores condiciones, y
fueron violentamente reprimidos.
Hay un retroceso en la cuestión de la tierra. De la
mano de la soja, la caña de azúcar y los agronegocios crece el latifundio que
ya acumuló 30 millones de hectáreas en manos de extranjeros según el Movimiento
Sin Tierra. Los latifundios abarcan el 45% de la tierra. Históricamente, la
dominación europea se asoció con el latifundio y el trabajo esclavo primero,
luego semiesclavo, y ahora con las peores condiciones de explotación
capitalissta. Hoy Brasil está en condiciones de producir una inmensa cantidad
de alimentos para el mundo, pero gran parte de su pueblo pasa hambre.
El gobierno de Roussef reprime
Crecen las protestas populares en
Brasil
Fecha: 19/06/2013
El lunes 17, las marchas que se venían realizando
en San Pablo contra el aumento de tarifas de transporte público, se extendieron
a todo el país y se suman a reclamos contra los negociados por el Mundial de
Fútbol.
No al tarifazo
Con la consigna “si la tarifa no baja, la ciudad se
para”, miles de paulistas marcharon el jueves 13 de junio por cuarta vez, en
rechazo del aumento en el precio del transporte público, que pasaría de R$3,00
a R$3,20 reales. La marcha fue violentamente reprimida por la policía, con un
saldo de 100 personas detenidas. El gobierno se niega a negociar, y los grandes
medios trabajan a favor de las empresas de transporte.
El movimiento, que comenzó como una protesta de
estudiantes y sectores medios, se está extendiendo a otros sectores. Es parte
de una oleada de luchas contra el aumento de los boletos que se viene
desarrollando en varias ciudades de Brasil. Incluso, en algunos lugares han
podido frenar el aumento. Esto tuvo lugar en Florianópolis, Porto Alegre,
Vitória, Teresina, Natal, Aracaju y Taboão da Serra, y Goiânia.
“El aumento de los pasajes vuelve a caer en los
jóvenes y los trabajadores pobres que viven en las regiones más remotas de la
ciudad y el área metropolitana de São Paulo. Serán 0,40 dólares por día,
multiplicados por más de 7 millones de personas que utilizan el transporte
público, que irán a los propietarios de las empresas de transporte”.
Por esto, crecen en las marchas en San Pablo
consignas como “El transporte público: derecho del ciudadano. Un deber del
Estado”, y se denuncia la complicidad de los gobiernos con la “mafia del
transporte”. Transporte cuya infraestructura está cada vez peor, con estaciones
abarrotadas, autobuses y trenes desvencijados que sufren accidentes todos los
días. Pese a la represión, la lucha contra el tarifazo no cede, y se comienzan
a ver otras manifestaciones de descontento popular, que muestran la mentira del
gobierno de Dilma Rousseff sobre los logros en reducir la pobreza.
“La Copa Manifestaciones”
En momentos en que se está desarrollando la Copa
Confederaciones, donde actúan seleccionados de todo el mundo, miles de
brasileños salieron a las calles a denunciar la tremenda corrupción y los
negociados que envuelven las obras destinadas al Mundial de Fútbol que se
realizará el año entrante en el país hermano. En muchos casos se sumaron a los
reclamos por el aumento de tarifas de transporte. Por eso ya el evento
deportivo que se realiza en Río de Janeiro se lo denomina “Copa
Manifestaciones”.
El 17, se calcula que 100.000 personas manifestaron
en Río de Janeiro, 65.000 en San Pablo, 25.000 en Brasilia, y que hubo
concentraciones en varias ciudades. Los reclamos se diversifican, y expresan el
descontento con una situación social que el gobierno de Rousseff se ha
preocupado de ocultar, con la complicidad de los grandes medios, para
desarrollar la imagen de “Brasil potencia”. Una de las consignas de los
cariocas era “No a la red O Globo, el pueblo no es bobo”, denunciando el rol
del multimedios.
Aparece con fuerza que la convocatoria no se ha
dado desde las organizaciones tradicionales (partidos o sindicatos), al menos
abiertamente, y sí a través de las redes sociales. “Ven, ven, ven a la calle
ven” o “No es Turquía, no es Grecia, es Brasil que sale de la inercia” fueron
algunas de las consignas más repetidas durante la marcha.
El desarrollo de las manifestaciones ha tomado tal
envergadura que el propio ex presidente Lula salió a criticar la represión
policial, que se volvió a repetir el lunes con mucha saña en Brasilia y otros
lugares. Dilma Rousseff ha declarado “Las manifestaciones pacíficas son
legítimas y propias de la democracia. Es propio de los jóvenes que se
manifiesten”, dijo la presidenta, intentando minimizar este movimiento de
protesta que se multiplica y suma demandas, como mayor inversión pública en
educación, salud y transportes.
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