Articulo publicado en el diario El Tribuno el 17-06-13.
Aquí el original, el publicado fue modificado por la redacción del diario para adecuarlo a su característica de información.
por Javier Cornejo
Junto al Prof.
Juan Carlos Quiroga dimos por concluída la primera parte de un pormenorizado
análisis al que nos encontramos
abocados.
He aquí algunas primeras conclusiones:
Como lo predijo
Alvin Tofler en su libro “La tercer ola”, el mundo está encaminado a una
segmentación y fractura, el caudal
de información unido a la interconexión y a la vez velocidad creciente, y la
misma voracidad humana de acaparar más datos, mueve a la humanidad a una nueva
forma de pensamiento, ideas que antes se creían inconexas ahora pueden estar
unidas entre sí, desde diferentes
puntos del planeta formando aldeas globales de pensamiento.
Desde el avance
de la industrialización, que fue posible gracias a la sistematización de los
procesos, con la copia y especialización de individuos y cosas, fuimos pasando a
un nivel en el cual esto ya no sirve, la evidencia más clara está en el choque
de nuestra educación “Prusiana” que imita estos procesos industriales,
clasificando y proyectando clases de alumnos, contra la velocidad del
conocimiento informatizado; algo que el sistema educativo actual no puede
digerir, porque no está preparado para eso.
Insistimos en el
proceso de profesores y maestros que mantengan un ritmo estático y disciplinario
de enseñanza y al mismo tiempo tenemos un súper expansor mental llamado internet
que nos trae a placer todas las especialidades.
El mundo se mueve
a un nuevo plano de conciencia global y debemos adecuar los sistemas que
tenemos, que lo único que hacen es poner lastre a nuestros pasos. Ya no hay
manera de ocultar la deficiencia de los sistemas de construcción y planificación
antiguos, que se aferran a mantenerse a costa de deteriorarse.
LEÑA VS.
EFICIENCIA SOLAR
Hoy coexisten en
nuestra sociedad estas histerias compulsivas, estudiar la mejor forma de
administrar la leña o utilizar sistemas de energía solar, uno se contrapone al
otro por una cuestión de razonamiento entre el valor consumista y la solución
liberadora del primero, en la creatividad que desemboca en la actual fusión o
fisión nuclear.
La misma
educación nos vuelve a mostrar esta cara: La acumulación de títulos o puntajes
se pagan mejor, un título no asegura conocimiento si no valor de mercado, un
maestro no asegura su sueldo con valor educativo del alumnado, sino con valor de
cantidad de horas cátedra y cursos de especialización asistidos o proyectos
presentados.
En los “Call
Center” de las multinacionales nuestra juventud se transforma en la forma más
despiadada de lobo social, alimentada con la idea de ganar a costa de
vender.
Vender lo que
sea, con un salario básico mínimo, tentados a aumentarlos con los plus de ventas
y siendo cómplices de los engañosos planes, de manera que la zanahoria se
mantiene delante del burro para hacerla inalcanzable, todo esto con complacencia
del mercado de trabajo, en donde entra el socio mayoritario que es el gobierno,
o sea nosotros mismos.
Todo se reduce a
un entretenimiento diario de sobrevivencia, sin respiro, y los pocos que están
en la cresta de la ola, aun viendo las soluciones las manejan a su
favor.
Únicamente una
educación sobre nuestra propia percepción nos puede liberar de este auto
flagelo, entiéndase un conocimiento general de todas las cosas, desde lo exacto,
natural, y filosófico, no especializados.
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