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domingo, 7 de julio de 2013

UNASUR y Evo Morales montan el circo, mientras Washington y Moscú miran a El Cairo

maduro-evo-correa Extrañas coincidencias. el Eje ALBA (con su ingeniería ideológica motorizada desde La Habana) optó por la cercanía del 4 de julio en el calendario -nuevo aniversario de la declaración de la independencia de las trece colonias americanas)- para intentar esmerilar a Washington desde el atril. Luego de la charada protagonizada recientemente por Evo Morales en compañía de sus socios bolivarianos apersonados en el Altiplano, difícil será disimular que el mandamás cocalero no desperdició tiempo en intentar sumar “dos más dos”, aprovechando el encuentro moscovita de naciones productoras de gas (FPEG) para sinergizar con el célebre Caso Snowden y, así, figurar en el plano internacional por un breve lapso. Casi parafraseando a los “quince minutos de fama” propugnados por el irreverente difunto artista plástico Andy Warhol.
El pretendido topo Edward Snowden es el protagonista secundario en este relato, interesante para los articulistas dedicados al quehacer mundial solo a partir de la colorida interdicción exhibida por un sinfín de variables, en apariencia inconexas. Conforme cita el detalle del proceso criminal, Snowden ha sido acusado por el gobierno de los Estados Unidos de América por ‘robo de propiedad gubernamental’ (Código de los EE.UU. #641), ‘comunicación no autorizada de información relativa a la defensa nacional’ [U.S.C. #793 (d)] y ‘predisposición a comunicar información clasificada de Inteligencia a individuos sin autorización’ [U.S.C. #798 (a) (3)]. Así surge del criminal complaint firmado de puño y letra por el agente especial del FBI John A. Kralik Jr. y rubricado centímetros más abajo por quien entenderá en el caso, el juez magistrado John F. Anderson, del Distrito Este de Virginia. La fraseología legal remite -casi sin sutilezas- al delito de traición; acaso una de las actuaciones más deleznables en la óptica de la jurisprudencia estadounidense (en tanto jamás debería pasarse por alto que numerosos jueces en Norteamérica escalan posiciones más rápidamente, favorecidos por sus antecedentes militares).
Así las cosas, en la consideración protointelectual del caudillismo bolivariano, cualquier excusa es válida a la hora de mordisquear los tobillos del ‘Imperio’. Sin importar que los costos de la estrategia superen holgadamente a sus beneficios: desde la condena a España, Francia y Portugal, el vocero no permanente del espacio, Evo Morales, y sus mutualistas se apertrechan para arrojar loas al traidor Snowden. Quizás porque -como nunca antes- necesitan prensa para ocultar los desbarajustes político-sociales que vienen acometiendo en sus propios países. Venezuela, Bolivia y la Argentina, por ejemplo, no solo transitan el sendero de la destrucción económica propiciada por sus respectivos lideratos; estos también se encuentran hambrientos de eventos noticiables que puedan distraer frente a las protestas ciudadanas masivas que ya padecieron y que volverán a repetirse en las postrimerías. Ergo, la desesperación del espectro se torna acuciante. Aunque se computan disidencias: el peruano Ollanta Humala Tasso -prematuramente considerado de filiación castrista- no ha colaborado con la vehemencia que UNASUR esperaba de ellos. A la hora del quebranto, a Vladimir Vladimirovich Putin (el perspicaz estratega de Leningrado entrenado en el seno del Komitet Gosudarstvennoy Bezopasnosti [ex KGB, hoy FSB]), el compuesto ALBA-UNASUR no le aporta mayor valor agregado para su programa.
Es que el foco de la preocupación de Moscú y Washington debe rastrearse bastante lejos de la confabulación sudamericano-caribeña: la neurosis observada por los más altos dignatarios de ambas capitales se ve fogoneada por el capítulo de la eyección de Mohamed Morsi a manos del ejército egipcio y la posterior algarabía registrada por las cámaras de tevé en Plaza Tahrir. Mientras la mirada de los analistas profanos se posa sobre la intempestiva reedición de la Primavera Arabe en El Cairo, otros desearían contar con oráculos que puedan ilustrarlos sobre el futuro del Canal de Suez.
Bajo control de la Autoridad del Canal de Suez (ciento por ciento egipcia), el estrecho artificial es tránsito obligado de mercaderías varias y, fundamentalmente, buques petroleros. En su rol de conector entre Oriente y Occidente (une al Mar Mediterráneo y al Mar Rojo), el canal ahorra un aproximado de seis mil millas a embarcaciones de gran porte que, de otro modo, deberían reprogramar sus dispositivos GPS hacia la ruta del Cabo de Buena Esperanza, al sur de Africa -disparando, consecuentemente, costos y tiempos de entrega-. La consultora inglesa Barclays Capital estimó que, entre 1967 y 1975 -luego de la guerra árabe-israelí y tras la clausura temporal del paso-, el comercio mundial acusó una importante declinación. En las últimas 48 horas, la amplificación del conflicto empujó el precio del barril de crudo a poco más de US$100.
Muchos años después de la nacionalización del Canal por parte del jefe de estado egipcio Gamal Nasser en 1956 -y que diera lugar a la Crisis de Suez-, la prerrogativa consensuada en la Convención de Constantinopla (1888) de garantizar circulación a navíos de todo tipo y cualquier bandera (sin discriminación de tiempos de guerra o paz) continúa vigente, aún cuando el trecho ya no se encuentre bajo dominio británico. El Canal de Suez se esboza hoy punto de encuentro de intereses rusos y norteamericanos, decididos a proteger la integridad del comercio mundial ante cualquier disrupción potencial. Realidad que gana congruencia al momento de discriminar la condición de Egipto como país en posesión del décimo primer ejército más poderoso del globo: su milicia cuenta con armamento actualizado, hardware provisto tanto por los Estados Unidos como por firmas estatales de la Federación Rusa -particularmente, baterías antiaéreas-. Toda una lección para los abolicionistas que, desde su eterna pausa para el café y la autorreferencial charla pseudoacadémica, se esmeran en disociar las variable económicas y diplomáticas del poder militar.
Es probable que radiografías como la presente representen todo un desafío para los consejeros del ámbito UNASUR. No obstante ello, deberían prestar especial vigilancia, conforme la crisis egipcia -que no llegará a término mientras la Hermandad Musulmana siga haciendo de las suyas- podría dar lugar a una escalada de los precios del oro negro y, a la postre, comprometer aún más a las economías de la región. Eventualidad a la que -irónicamente- el ALBA no atiende, por hallarse sus comandantes innecesariamente concentrados en el efímero Efecto Snowden. Evaporado éste, llegará el momento de mostrar las cartas y prestar ojo a la realidad.
Referencias (propias y medios internacionales):
United States Government vs. Edward Snowden, criminal complaint | http://cryptome.org/2013/06/snowden-complaint.pdf (www.cryptome.org)
The Guardian (Reino Unido): Suez Canal: Questions & Answers | http://www.guardian.co.uk/business/2011/feb/01/suez-canal-egypy-q-and-a
Suez Canal Authority: http://www.suezcanal.gov.eg/
Foto: Diario El Universal (México)

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