Extrañas coincidencias. el Eje ALBA (con su ingeniería ideológica
motorizada desde La Habana) optó por la cercanía del 4 de julio en el
calendario -nuevo aniversario de la declaración de la independencia de
las trece colonias americanas)- para intentar esmerilar a Washington
desde el atril. Luego de la charada protagonizada recientemente por Evo
Morales en compañía de sus socios bolivarianos apersonados en el
Altiplano, difícil será disimular que el mandamás cocalero no
desperdició tiempo en intentar sumar “dos más dos”, aprovechando el
encuentro moscovita de naciones productoras de gas (FPEG) para
sinergizar con el célebre Caso Snowden y, así, figurar en el plano
internacional por un breve lapso. Casi parafraseando a los “quince
minutos de fama” propugnados por el irreverente difunto artista plástico
Andy Warhol.
El pretendido topo Edward Snowden es el protagonista secundario en
este relato, interesante para los articulistas dedicados al quehacer
mundial solo a partir de la colorida interdicción exhibida por un sinfín
de variables, en apariencia inconexas. Conforme cita el detalle del
proceso criminal, Snowden ha sido acusado por el gobierno de los Estados
Unidos de América por ‘robo de propiedad gubernamental’ (Código de los
EE.UU. #641), ‘comunicación no autorizada de información relativa a la
defensa nacional’ [U.S.C. #793 (d)] y ‘predisposición a comunicar
información clasificada de Inteligencia a individuos sin autorización’
[U.S.C. #798 (a) (3)]. Así surge del criminal complaint firmado de puño y
letra por el agente especial del FBI John A. Kralik Jr. y rubricado
centímetros más abajo por quien entenderá en el caso, el juez magistrado
John F. Anderson, del Distrito Este de Virginia. La fraseología legal
remite -casi sin sutilezas- al delito de traición; acaso una de las
actuaciones más deleznables en la óptica de la jurisprudencia
estadounidense (en tanto jamás debería pasarse por alto que numerosos
jueces en Norteamérica escalan posiciones más rápidamente, favorecidos
por sus antecedentes militares).
Así las cosas, en la consideración protointelectual del caudillismo
bolivariano, cualquier excusa es válida a la hora de mordisquear los
tobillos del ‘Imperio’. Sin importar que los costos de la estrategia
superen holgadamente a sus beneficios: desde la condena a España,
Francia y Portugal, el vocero no permanente del espacio, Evo Morales, y
sus mutualistas se apertrechan para arrojar loas al traidor Snowden.
Quizás porque -como nunca antes- necesitan prensa para ocultar los
desbarajustes político-sociales que vienen acometiendo en sus propios
países. Venezuela, Bolivia y la Argentina, por ejemplo, no solo
transitan el sendero de la destrucción económica propiciada por sus
respectivos lideratos; estos también se encuentran hambrientos de
eventos noticiables que puedan distraer frente a las protestas
ciudadanas masivas que ya padecieron y que volverán a repetirse en las
postrimerías. Ergo, la desesperación del espectro se torna acuciante.
Aunque se computan disidencias: el peruano Ollanta Humala Tasso
-prematuramente considerado de filiación castrista- no ha colaborado con
la vehemencia que UNASUR esperaba de ellos. A la hora del quebranto, a
Vladimir Vladimirovich Putin (el perspicaz estratega de Leningrado
entrenado en el seno del Komitet Gosudarstvennoy Bezopasnosti [ex KGB,
hoy FSB]), el compuesto ALBA-UNASUR no le aporta mayor valor agregado
para su programa.
Es que el foco de la preocupación de Moscú y Washington debe
rastrearse bastante lejos de la confabulación sudamericano-caribeña: la
neurosis observada por los más altos dignatarios de ambas capitales se
ve fogoneada por el capítulo de la eyección de Mohamed Morsi a manos del
ejército egipcio y la posterior algarabía registrada por las cámaras de
tevé en Plaza Tahrir. Mientras la mirada de los analistas profanos se
posa sobre la intempestiva reedición de la Primavera Arabe en El Cairo,
otros desearían contar con oráculos que puedan ilustrarlos sobre el
futuro del Canal de Suez.
Bajo control de la Autoridad del Canal de Suez (ciento por ciento
egipcia), el estrecho artificial es tránsito obligado de mercaderías
varias y, fundamentalmente, buques petroleros. En su rol de conector
entre Oriente y Occidente (une al Mar Mediterráneo y al Mar Rojo), el
canal ahorra un aproximado de seis mil millas a embarcaciones de gran
porte que, de otro modo, deberían reprogramar sus dispositivos GPS hacia
la ruta del Cabo de Buena Esperanza, al sur de Africa -disparando,
consecuentemente, costos y tiempos de entrega-. La consultora inglesa
Barclays Capital estimó que, entre 1967 y 1975 -luego de la guerra
árabe-israelí y tras la clausura temporal del paso-, el comercio mundial
acusó una importante declinación. En las últimas 48 horas, la
amplificación del conflicto empujó el precio del barril de crudo a poco
más de US$100.
Muchos años después de la nacionalización del Canal por parte del
jefe de estado egipcio Gamal Nasser en 1956 -y que diera lugar a la
Crisis de Suez-, la prerrogativa consensuada en la Convención de
Constantinopla (1888) de garantizar circulación a navíos de todo tipo y
cualquier bandera (sin discriminación de tiempos de guerra o paz)
continúa vigente, aún cuando el trecho ya no se encuentre bajo dominio
británico. El Canal de Suez se esboza hoy punto de encuentro de
intereses rusos y norteamericanos, decididos a proteger la integridad
del comercio mundial ante cualquier disrupción potencial. Realidad que
gana congruencia al momento de discriminar la condición de Egipto como
país en posesión del décimo primer ejército más poderoso del globo: su
milicia cuenta con armamento actualizado, hardware provisto tanto por
los Estados Unidos como por firmas estatales de la Federación Rusa
-particularmente, baterías antiaéreas-. Toda una lección para los
abolicionistas que, desde su eterna pausa para el café y la
autorreferencial charla pseudoacadémica, se esmeran en disociar las
variable económicas y diplomáticas del poder militar.
Es probable que radiografías como la presente representen todo un
desafío para los consejeros del ámbito UNASUR. No obstante ello,
deberían prestar especial vigilancia, conforme la crisis egipcia -que no
llegará a término mientras la Hermandad Musulmana siga haciendo de las
suyas- podría dar lugar a una escalada de los precios del oro negro y, a
la postre, comprometer aún más a las economías de la región.
Eventualidad a la que -irónicamente- el ALBA no atiende, por hallarse
sus comandantes innecesariamente concentrados en el efímero Efecto
Snowden. Evaporado éste, llegará el momento de mostrar las cartas y
prestar ojo a la realidad.
Referencias (propias y medios internacionales):
United States Government vs. Edward Snowden, criminal complaint | http://cryptome.org/2013/06/snowden-complaint.pdf (www.cryptome.org)
The Guardian (Reino Unido): Suez Canal: Questions & Answers | http://www.guardian.co.uk/business/2011/feb/01/suez-canal-egypy-q-and-a
Suez Canal Authority: http://www.suezcanal.gov.eg/
Foto: Diario El Universal (México)
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