RENACE
Tiempo atrás nuestro país era reconocido como uno de los que producían la mejor carne bovina del mundo. Hoy casi toda la infraestructura tecnológica, científica y educativa está puesta al servicio de una tecnología de punta manejada por las corporaciones del agronegocio y sus socios locales que nada tiene que ver con nuestra calidad de alimentos. La producción ganadera fue barrida por la soja y acorralada en inmensos feedlots industriales donde los animales son sometidos a un sistema absolutamente antinatural y por lo tanto insustentable desde donde se lo mire.
Los feedlots han invadido el territorio violando todo tipo de ordenanzas, leyes y hasta nuestra Constitución Nacional. Sin embargo han sido premiados con cuantiosos subsidios estatales que les permitieron instalarse y crecer, aún a costa de contaminar aire, napas y cursos de agua, producir carne de la peor calidad, atentar contra el bienestar animal y condenar a los vecinos a vivir entre las moscas, los roedores y los olores nauseabundos. Ahora nos dicen que es un “hecho consumado” y que ningún partido político de los que supuestamente podría llegar al poder, está dispuesto a erradicarlos.
Sin embargo, la carne sigue formando parte de la cultura alimentaria argentina y los gobernantes saben que un aumento en su precio crea descontento en la población. Por esta razón no les importa que los argentinos comamos carne de feedlot repleta de grasas intramusculares saturadas ligadas al colesterol y que perdamos la posibilidad de alimentarnos con carne a pasto que, entre otras cosas, posee importantes cantidades de sustancias naturales anticancerígenas. Las políticas económicas que se diseñan para mantener artificialmente la oferta de carne bovina no hacen más que alentar cada vez más el insoportable, colonial y contaminante monocultivo sojero y el aumento también incesante de la ganadería intensiva (pollos y gallinas hacinados en galpones, cerdos en confinamiento y feedlots vacunos). Para peor, casi siempre después de las elecciones, el precio de la hacienda se dispara y el pueblo termina comprando carne de la peor calidad y cara.
Entonces, hay quienes pretenden seguir poniendo créditos y subsidios en dichos emprendimientos antinaturales, permitiéndoles incluso, que se maquillen de verde y que sigan engañando y dañando a la población. Les recordamos a quienes evidentemente no quieren oír, que el mismo INTA sostiene que nuestra zona reúne características climáticas, de suelos y geográficas, que hacen que los feedlots dentro de nuestro territorio sean de alto riesgo e incluso no recomendados aún haciendo obras de infraestructura.
La Cooperativa eléctrica de nuestra ciudad de Saladillo ha firmado una carta de intención con 2 grandes empresas agropecuarias (Transcom y Caprane) para producir energía a partir de los excrementos de los animales criados en forma intensiva.
Se hablan realmente de cifras insólitas de 6 a 7 millones de dólares para que un sólo feedlot de Saladillo transforme sus enormes cantidades de estiércol en gas metano y luego en energía que utilizará primero el feedlot y luego el excedente se subirá a la red eléctrica. ¿Que pone el dueño del feedlot principalmente?: Básicamente, las enormes toneladas de excrementos que se acumulan en el piso de los corrales y que a él mismo le resulta absolutamente antieconómico reciclarlo y entonces… que la plata la ponga otro.
Así, esos establecimientos y sus socios, en estos tiempos de tecnología de punta, habrán contribuido para que nuestro país transite el camino insólito de “productor de las mejores carnes del mundo a productor de excrementos”
Una vez más se comete el error de copiar modelos de otros países desconociendo e ignorando nuestras características ecológicas, nuestra historia y nuestras costumbres.
Una vez más se actúa con la idea de que todo lo que se hace afuera o viene de afuera, es mejor , es de avanzada, es lo que hay que hacer.
Una vez más se comete el error de no mirar al sistema en su conjunto ya que el feedlot, por más que tenga biodigestores seguirá afectando el bienestar animal, seguirá produciendo carne de la peor calidad, seguirá siendo funcional al modelo de la soja, seguirá favoreciendo a los grandes productores y seguirá concentrando la producción en pocas manos.
Una vez más aparece la sombra del negociado ya que Transcom fue uno de los feedlots que más subsidios recibió del Estado en su momento y ahora parece que ha sido “seleccionado” nuevamente y además, las 2 empresas de las que se habla pertenecen también al mismo dueño.
Nos preguntamos ¿porqué hacer esto en un emprendimiento privado? Distinta sería la cuestión si se aplicara por ejemplo, esta tecnología en la planta de cloacas de nuestra ciudad, que está colapsada, que hace imposible la vida en los alrededores y que contamina; o en las localidades del interior de nuestro partido donde los camiones atmosféricos vuelcan los líquidos cloacales con total impunidad en canales a cielo abierto… ¿Por qué no pensamos (luego de hacer un esfuerzo en la reducción, reutilización y reciclado, y de revisar la conducta consumista y del “use y tire” de estos tiempos) en hacer gas metano con la basura, en lugar de dejar a los vecinos del basural vivir con el agua contaminada y respirando aire tóxico que se multiplica con los interminables incendios del basural a cielo abierto?
Lamentamos que esta propuesta insólita de maquillaje verde de los feedlots y de aceptar las cosas tal cual son sin hacer nada por el cambio, no vengan de una gran corporación o multinacional capitalista ( a lo que estamos acostumbrados), sino de una cooperativa, movimiento con el cual nos unen muchos principios pero que esta vez parece que han sido olvidados.
Finalmente llamamos a la reflexión y al debate a toda la sociedad en torno a esta situación ridícula de tener que producir enormes cantidades de excrementos y legalizar modelos productivos insustentables que atentan contra nuestra soberanía alimentaria para producir energía y dilapidarla en un modelo de vida injusto, desigual y absolutamente depredador.
Tiempo atrás nuestro país era reconocido como uno de los que producían la mejor carne bovina del mundo. Hoy casi toda la infraestructura tecnológica, científica y educativa está puesta al servicio de una tecnología de punta manejada por las corporaciones del agronegocio y sus socios locales que nada tiene que ver con nuestra calidad de alimentos. La producción ganadera fue barrida por la soja y acorralada en inmensos feedlots industriales donde los animales son sometidos a un sistema absolutamente antinatural y por lo tanto insustentable desde donde se lo mire.
Los feedlots han invadido el territorio violando todo tipo de ordenanzas, leyes y hasta nuestra Constitución Nacional. Sin embargo han sido premiados con cuantiosos subsidios estatales que les permitieron instalarse y crecer, aún a costa de contaminar aire, napas y cursos de agua, producir carne de la peor calidad, atentar contra el bienestar animal y condenar a los vecinos a vivir entre las moscas, los roedores y los olores nauseabundos. Ahora nos dicen que es un “hecho consumado” y que ningún partido político de los que supuestamente podría llegar al poder, está dispuesto a erradicarlos.
Sin embargo, la carne sigue formando parte de la cultura alimentaria argentina y los gobernantes saben que un aumento en su precio crea descontento en la población. Por esta razón no les importa que los argentinos comamos carne de feedlot repleta de grasas intramusculares saturadas ligadas al colesterol y que perdamos la posibilidad de alimentarnos con carne a pasto que, entre otras cosas, posee importantes cantidades de sustancias naturales anticancerígenas. Las políticas económicas que se diseñan para mantener artificialmente la oferta de carne bovina no hacen más que alentar cada vez más el insoportable, colonial y contaminante monocultivo sojero y el aumento también incesante de la ganadería intensiva (pollos y gallinas hacinados en galpones, cerdos en confinamiento y feedlots vacunos). Para peor, casi siempre después de las elecciones, el precio de la hacienda se dispara y el pueblo termina comprando carne de la peor calidad y cara.
Entonces, hay quienes pretenden seguir poniendo créditos y subsidios en dichos emprendimientos antinaturales, permitiéndoles incluso, que se maquillen de verde y que sigan engañando y dañando a la población. Les recordamos a quienes evidentemente no quieren oír, que el mismo INTA sostiene que nuestra zona reúne características climáticas, de suelos y geográficas, que hacen que los feedlots dentro de nuestro territorio sean de alto riesgo e incluso no recomendados aún haciendo obras de infraestructura.
La Cooperativa eléctrica de nuestra ciudad de Saladillo ha firmado una carta de intención con 2 grandes empresas agropecuarias (Transcom y Caprane) para producir energía a partir de los excrementos de los animales criados en forma intensiva.
Se hablan realmente de cifras insólitas de 6 a 7 millones de dólares para que un sólo feedlot de Saladillo transforme sus enormes cantidades de estiércol en gas metano y luego en energía que utilizará primero el feedlot y luego el excedente se subirá a la red eléctrica. ¿Que pone el dueño del feedlot principalmente?: Básicamente, las enormes toneladas de excrementos que se acumulan en el piso de los corrales y que a él mismo le resulta absolutamente antieconómico reciclarlo y entonces… que la plata la ponga otro.
Así, esos establecimientos y sus socios, en estos tiempos de tecnología de punta, habrán contribuido para que nuestro país transite el camino insólito de “productor de las mejores carnes del mundo a productor de excrementos”
Una vez más se comete el error de copiar modelos de otros países desconociendo e ignorando nuestras características ecológicas, nuestra historia y nuestras costumbres.
Una vez más se actúa con la idea de que todo lo que se hace afuera o viene de afuera, es mejor , es de avanzada, es lo que hay que hacer.
Una vez más se comete el error de no mirar al sistema en su conjunto ya que el feedlot, por más que tenga biodigestores seguirá afectando el bienestar animal, seguirá produciendo carne de la peor calidad, seguirá siendo funcional al modelo de la soja, seguirá favoreciendo a los grandes productores y seguirá concentrando la producción en pocas manos.
Una vez más aparece la sombra del negociado ya que Transcom fue uno de los feedlots que más subsidios recibió del Estado en su momento y ahora parece que ha sido “seleccionado” nuevamente y además, las 2 empresas de las que se habla pertenecen también al mismo dueño.
Nos preguntamos ¿porqué hacer esto en un emprendimiento privado? Distinta sería la cuestión si se aplicara por ejemplo, esta tecnología en la planta de cloacas de nuestra ciudad, que está colapsada, que hace imposible la vida en los alrededores y que contamina; o en las localidades del interior de nuestro partido donde los camiones atmosféricos vuelcan los líquidos cloacales con total impunidad en canales a cielo abierto… ¿Por qué no pensamos (luego de hacer un esfuerzo en la reducción, reutilización y reciclado, y de revisar la conducta consumista y del “use y tire” de estos tiempos) en hacer gas metano con la basura, en lugar de dejar a los vecinos del basural vivir con el agua contaminada y respirando aire tóxico que se multiplica con los interminables incendios del basural a cielo abierto?
Lamentamos que esta propuesta insólita de maquillaje verde de los feedlots y de aceptar las cosas tal cual son sin hacer nada por el cambio, no vengan de una gran corporación o multinacional capitalista ( a lo que estamos acostumbrados), sino de una cooperativa, movimiento con el cual nos unen muchos principios pero que esta vez parece que han sido olvidados.
Finalmente llamamos a la reflexión y al debate a toda la sociedad en torno a esta situación ridícula de tener que producir enormes cantidades de excrementos y legalizar modelos productivos insustentables que atentan contra nuestra soberanía alimentaria para producir energía y dilapidarla en un modelo de vida injusto, desigual y absolutamente depredador.
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