Los aprovechamientos
hidroeléctricos, sean micros, chicos, medianos, grandes o gigantes, no
“fabrican” agua, solo utilizan agua de ríos o arroyos, añadiéndoles altura
(caída, lo que da energía cinética), para de ese modo multiplicar la fuerza de
la respectiva corriente de agua, produciendo más energía eléctrica.
Existen presas cuyos grandes
vasos (en relación con las masas de agua de las corrientes) pueden almacenar
incluso muchos meses del caudal medio del río. Son presas de embalse, capaces
de regular casi por completo los caudales aguas abajo; por ejemplo El Chocón,
que puede almacenar 9 meses del caudal medio del río, y que por esa virtud,
evitó desde su construcción, las periódicas grandes inundaciones que devastaban
la Cuenca del Río Negro, en particular el riquísimo Alto Valle.
Otras presas son “de pasada”,
pues sus capacidades de retención del caudal son mínimas, y tan solo pueden
moderar en parte los picos de las crecientes. De estas características son las
muchas presas brasileñas en la alta cuenca del Paraná y sus afluentes, en
cierta forma es así la binacional Itaipú, y claramente es “de pasada” la
binacional Yacyretá.
Prácticamente es el mismo caso en
los ríos Iguazú y Uruguay, donde en sus altas cuencas, las muchas presas
brasileñas son básicamente “de pasada”.
Dicho en castizo simple, agua que
llega es agua que pasa.
Salvo que hubiese muy mala fe
brasileña, operando mal adrede todas sus presas y provocando una crecida artificial
–que igual no sería de la magnitud de las recurrentes crecidas naturales-
(descartada totalmente esa mala fe, en base a las excelentes relaciones
bilaterales, y a los controles mutuos de instrumentos de mediciones, con
lecturas instantáneas vía satélite), es de lógica elemental que los
aprovechamientos hidroeléctricos no provocan las inundaciones, pudiendo si
atemperarlas parcialmente.
Las grandes inundaciones son más
antiguas que la propia humanidad. Lo que si cambió mucho es todo el territorio,
pues antes era selvático, y hoy la antes enorme selva paranaense, desapareció
de Brasil y Paraguay, quedando algunos remanentes importantes en Misiones,
Argentina.
Al no existir cobertura
selvática, las grandes lluvias provocan escorrentías abruptas y de enormes
magnitudes, potenciando los efectos de las grandes lluvias, las cuales son
recurrentes en toda nuestra gran región subtropical. Ese fenómeno potencia las
crecientes, que por cierto son recurrentes y endémicas en la gran Cuenca Del
Plata.
Pero de ahí a echarla la culpa a
las hidroeléctricas, hay que ser muy mal informado, muy poco analista serio y
bien documentado, o de muy mala fe.
Los verdaderos motivos de las
cataratas de mentiras de los ecoterroristas y de sus compañeros de ruta; y los
reales intereses inconfesables que los fogonean, serán expuestos (nuevamente,
pues ya lo hice en artículos y libros precedentes), en otro artículo.
C.P.N.
CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Especialista
en Energía
Analista de Temas Económicos y
Geopolíticos
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