Entre los
documentos de la época de la Guerra Fría desclasificados por el Gobierno
británico figura un borrador del discurso de la reina Isabel II a la nación que
tendría que ser pronunciado en caso de guerra atómica.
"Todos
sabemos que los peligros a los que nos enfrentamos hoy superan en mucho a todos
aquellos que hemos enfrentado en el curso de la historia. Pero cualesquiera que
sean los horrores que nos esperan por delante, todos los atributos que nos han
ayudado a mantener intacta nuestra libertad dos veces ya en este triste siglo,
una vez más serán nuestra fuerza", dice el mensaje.
Según el documento, la guerra nuclear entre los países del Pacto de Varsovia y la OTAN debía comenzar poco antes del 4 de marzo de 1983. Cabe mencionar que cuatro días después, el 8 de marzo, el entonces presidente de EE.UU. Ronald Reagan tachó a la Unión Soviética de "imperio del mal" y ordenó establecer en Europa misiles de crucero.
"Ahora esta locura de la guerra vuelve a difundirse por el mundo y nuestro país valiente debe prepararse de nuevo para hacer frente a grandes dificultades", reza el texto desclasificado.
"Ni por un solo instante me hubiera podido imaginar que esta solemne y terrible obligación algun día recaería en mí", dice el texto. Las autoridades británicas reconocen que quizá la monarca Isabel II no sabía de la existencia de tal documento.
Según el documento, la guerra nuclear entre los países del Pacto de Varsovia y la OTAN debía comenzar poco antes del 4 de marzo de 1983. Cabe mencionar que cuatro días después, el 8 de marzo, el entonces presidente de EE.UU. Ronald Reagan tachó a la Unión Soviética de "imperio del mal" y ordenó establecer en Europa misiles de crucero.
"Ahora esta locura de la guerra vuelve a difundirse por el mundo y nuestro país valiente debe prepararse de nuevo para hacer frente a grandes dificultades", reza el texto desclasificado.
"Ni por un solo instante me hubiera podido imaginar que esta solemne y terrible obligación algun día recaería en mí", dice el texto. Las autoridades británicas reconocen que quizá la monarca Isabel II no sabía de la existencia de tal documento.
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