El
incidente ocurrió durante un concierto de la irreverente banda en la
vecina Ucrania días antes de su
presentación en el popular festival ruso Kubana que se prolongará hasta el 7 de
agosto.
La decisión de expulsar a los ofensores fue anunciada por el ministro de Cultura de Rusia, Vladímir Medinski, quien expresó su indignación por la conducta del grupo.
"El grupo de ´rock´ BloodHound Gang hace las maletas. Estos idiotas no darán un concierto en Kubán", escribió en Twitter el titular de Cultura, tras señalar que se había puesto en contacto con las autoridades regionales para que adoptasen las medidas necesarias.
El escándalo estalló después de que en Internet se difundieran imágenes del concierto ofrecido por BloodHound Gang el pasado 31 de julio en la ciudad ucraniana de Odesa.
En el vídeo se observa como el bajo del grupo, Jared Hasselhoff, se pasa la bandera rusa por sus partes íntimas y luego la arroja al público. El músico además dice en tono irónico "no se le digan a Putin".
La decisión de expulsar a los ofensores fue anunciada por el ministro de Cultura de Rusia, Vladímir Medinski, quien expresó su indignación por la conducta del grupo.
"El grupo de ´rock´ BloodHound Gang hace las maletas. Estos idiotas no darán un concierto en Kubán", escribió en Twitter el titular de Cultura, tras señalar que se había puesto en contacto con las autoridades regionales para que adoptasen las medidas necesarias.
El escándalo estalló después de que en Internet se difundieran imágenes del concierto ofrecido por BloodHound Gang el pasado 31 de julio en la ciudad ucraniana de Odesa.
En el vídeo se observa como el bajo del grupo, Jared Hasselhoff, se pasa la bandera rusa por sus partes íntimas y luego la arroja al público. El músico además dice en tono irónico "no se le digan a Putin".
Hasselhoff ofreció disculpas e intentó justificarse explicando que en el grupo existe la tradición de que "todo aquello que se arroja del escenario al público pasa por la entrepierna del bajo".
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/101970-bandera-bloodhoung-gang-rusia
“Pussy Riot”, más que artistas, provocadoras
Autor Javier Cornejo
Publicado en el diario El Tribuno el 17-9-12
Pussy Riot es el nombre del grupo de
punk-rock que en estos momentos se encuentra en prisión y bajo proceso
judicial en Rusia. Toda la prensa occidental, comentaristas de la BBC, y
cuánto opinólogo tuvo y tiene oportunidad de hablar, coinciden en que
los rusos exageran al procesar y encarcelar a unas “ chiquilinas
traviesas”. Vamos a empezar con el nombre, la traducción al castellano
del término Pussy Riot es: “ Vagina amotinada”.
Para empezar: cuestionar a ese grupo provocador no supone olvidar el asesinato de la periodista opositora Anna Stepanovna Politkóvskaya, tiroteada el 7 de octubre de 2006. La tradición autoritaria de Rusia persiste, y Vladimir Putín no es un paradigma de democracia, pero el árbol no debe ocultar el bosque.
Un nombre nada casual
Pussy Riot - Vagina amotinada es un nombre que se encuentra dirigido a aglutinar un programa de provocación política perfectamente organizado en atentar agresivamente a la religiosidad del pueblo ruso, a las iglesias ortodoxas y musulmanas. Representan un movimiento de contracultura que utiliza la música y letras del rock-punk occidental, especialmente británico. Optaron el uso uniforme de las “balaclavas” (pasamontañas) de diversos colores, de tal manera que sus miembros despersonalizan su protesta, ya que si son detenidos por la policía por los desmanes que produzcan, inmediatamente otros grupos con “balaclavas” toman su lugar, replicándose infinitamente en una única imagen de protesta global, manteniéndose anónimas las personas participantes.
Los objetivos
Instalar el “símbolo” que identifica la protesta pura, socavando el orden social en una forma de queja que desintegra la autoridad, mofándose de las más firmes creencias rusas.
Para su espectáculo cuentan con soporte competente de técnicos, de rodaje y edición de videos que suben a internet en forma inmediata. De manera de lograr eficientemente el objetivo de provocación política, llamando a la copia y replicación de los excesos que incitan la letra y música de su puesta en escena, orientada a actos de vandalismo en escenarios especialmente elegidos.
Entre sus primeros actos, las Pussy Riot colgaron, “ahorcaron”, en un supermercado moscovita de la cadena francesa Auchan, muñecos que representaban un judío, un homosexual y un “gastarbeiters” (trabajador extranjero). Luego, hicieron sexo grupal en las plazas y lugares públicos subiéndolos a internet. De allí pasaron a la Iglesia Elójovskaya, luego a la Catedral Cristo Salvador de Moscú, luego a otro templo ortodoxo en un claro ataque a los símbolos y a las creencias del pueblo ruso.
El Presidente Putin expresó categóricamente: “El Estado debe proteger los sentimientos de los feligreses”(conferencia de prensa del 6-9-12).
Si tales actos no tienen una contención oportuna por parte del Estado, la consecuencia inevitable es lo que observamos ocurrió en Bengasi (Libia) el martes pasado, en que ingenierizando la sensibilidad social a través del video del israelí Sam Basile, en el que se ridiculiza al profeta Mahoma, se logran los resultados atroces que se presentan realizados por quienes fueron utilizados para efectuarlos según la reacción que ya se encontraba prevista.
La sutiles formas con que se motivan las reacciones de las masas, es una realidad que no podemos negar y es usada eficientemente por quienes saben a priori los resultados que tales procederes ocasionarán.
La manipulación de los sentimientos morales, religiosos y tradicionales es un instrumento del poder. En Rusia, en EE.UU. y en Medio Oriente. Y también entre nosotros. El pueblo argentino convertido en “gente”, no se encuentra para nada ajeno a tales políticas de ingenierización de demandas sociales, encauzadas al cumplimiento de fines pre-determinados. El “manual de procedimientos” que cumplen a rajatabla los funcionarios y legisladores nacionales así lo atestigua.
Para empezar: cuestionar a ese grupo provocador no supone olvidar el asesinato de la periodista opositora Anna Stepanovna Politkóvskaya, tiroteada el 7 de octubre de 2006. La tradición autoritaria de Rusia persiste, y Vladimir Putín no es un paradigma de democracia, pero el árbol no debe ocultar el bosque.
Un nombre nada casual
Pussy Riot - Vagina amotinada es un nombre que se encuentra dirigido a aglutinar un programa de provocación política perfectamente organizado en atentar agresivamente a la religiosidad del pueblo ruso, a las iglesias ortodoxas y musulmanas. Representan un movimiento de contracultura que utiliza la música y letras del rock-punk occidental, especialmente británico. Optaron el uso uniforme de las “balaclavas” (pasamontañas) de diversos colores, de tal manera que sus miembros despersonalizan su protesta, ya que si son detenidos por la policía por los desmanes que produzcan, inmediatamente otros grupos con “balaclavas” toman su lugar, replicándose infinitamente en una única imagen de protesta global, manteniéndose anónimas las personas participantes.
Los objetivos
Instalar el “símbolo” que identifica la protesta pura, socavando el orden social en una forma de queja que desintegra la autoridad, mofándose de las más firmes creencias rusas.
Para su espectáculo cuentan con soporte competente de técnicos, de rodaje y edición de videos que suben a internet en forma inmediata. De manera de lograr eficientemente el objetivo de provocación política, llamando a la copia y replicación de los excesos que incitan la letra y música de su puesta en escena, orientada a actos de vandalismo en escenarios especialmente elegidos.
Entre sus primeros actos, las Pussy Riot colgaron, “ahorcaron”, en un supermercado moscovita de la cadena francesa Auchan, muñecos que representaban un judío, un homosexual y un “gastarbeiters” (trabajador extranjero). Luego, hicieron sexo grupal en las plazas y lugares públicos subiéndolos a internet. De allí pasaron a la Iglesia Elójovskaya, luego a la Catedral Cristo Salvador de Moscú, luego a otro templo ortodoxo en un claro ataque a los símbolos y a las creencias del pueblo ruso.
El Presidente Putin expresó categóricamente: “El Estado debe proteger los sentimientos de los feligreses”(conferencia de prensa del 6-9-12).
Si tales actos no tienen una contención oportuna por parte del Estado, la consecuencia inevitable es lo que observamos ocurrió en Bengasi (Libia) el martes pasado, en que ingenierizando la sensibilidad social a través del video del israelí Sam Basile, en el que se ridiculiza al profeta Mahoma, se logran los resultados atroces que se presentan realizados por quienes fueron utilizados para efectuarlos según la reacción que ya se encontraba prevista.
La sutiles formas con que se motivan las reacciones de las masas, es una realidad que no podemos negar y es usada eficientemente por quienes saben a priori los resultados que tales procederes ocasionarán.
La manipulación de los sentimientos morales, religiosos y tradicionales es un instrumento del poder. En Rusia, en EE.UU. y en Medio Oriente. Y también entre nosotros. El pueblo argentino convertido en “gente”, no se encuentra para nada ajeno a tales políticas de ingenierización de demandas sociales, encauzadas al cumplimiento de fines pre-determinados. El “manual de procedimientos” que cumplen a rajatabla los funcionarios y legisladores nacionales así lo atestigua.
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