Gustavo
Barbarán
02-10-2014 - El secretario del
Tratado Antártico, Manfred Reinke, disertará en Salta sobre las perspectivas de
ese territorio.
La
información de los argentinos sobre la Antártida es bastante difusa. Esta es
una apreciación personal recogida de la experiencia universitaria. La mayoría
de jóvenes -y adultos también- carece de conocimientos básicos acerca del
estatus del continente helado, considerándolo "patrimonio común" de
la humanidad.
De hecho,
tenemos buena parte de la responsabilidad quienes podemos aportar más noticias
sobre el tema. Los territorios situados en la Antártida Argentina comprendidos
entre los meridianos 25° oeste y 74° oeste y el paralelo 60° sur, integran la
Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, creada por
ley nacional nº 23.775 de abril de 1990.
Eso hace
una superficie de 1.002.445 km2, por ende la más grande de nuestro país.
Otra ley,
nº 26.552 de noviembre de 2009, precisó esa jurisdicción provincial sobre la
mita de la isla Grande, la isla de los Estados, las islas Año Nuevo, las
Malvinas, la isla Beauchêne, las Rocas Cormorán y Negra, las islas Georgias del
Sur y Sandwich del Sur, a lo que deben sumarse los espacios marítimos
circundantes, medidos conforme a la Convención sobre el Derecho del Mar de
1982, de la que somos parte.
Independiente
del "detalle" institucional, Argentina mantiene una presencia activa
y permanente en la Antártida desde febrero de 1904, fecha en que se instaló un
Observatorio Meteorológico dependiente del Ministerio de Agricultura en las
Islas Orcadas. Aún antes de esa fecha, la actividad fue intensa y en ella
apoyamos buena parte de nuestros títulos de soberanía sobre el sector descripto
con vértice en el Polo Sur. [Dentro de los actos de presencia soberana hay que
contar sin duda la expedición de nuestro comprovinciano, Gral. Jorge Leal,
quien -en marcha terrestre a ese remoto confín del planeta- plantó la bandera
argentina, en diciembre de 1965].
Sería
extenso relatar los pormenores que llevaron a doce países vinculados a la
Antártida a suscribir un tratado regulador en 1959, en la ciudad de Washington.
Era otro capítulo de las tensiones propias de la Guerra Fría, pues las dos
superpotencias tenían clara la importancia geopolítica de aquel continente casi
desconocido y sus aguas adyacentes.
Con el
correr del tiempo, los Estados involucrados originariamente y los demás que se
fueron adhiriendo con los años al Tratado Antártico, lograron construir un
"sistema" sin intención de constituir una organización internacional.
Sería una zona desnuclearizada, de libre investigación científica y abierta a
la cooperación en tal sentido.
Nuestra
soberanía
La
cuestión de la soberanía fue expresamente prevista en el art. 4, acordando una
fórmula de "congelamiento": 1 - ninguna disposición del Tratado
implica renuncia a los derechos de soberanía o a reclamaciones precedentes; 2
ningún acto o actividad realizados durante la vigencia del Tratado puede servir
de fundamento para apoyar o negar una reclamación; 3 no habrán nuevas
reclamaciones de soberanía durante la vigencia del Tratado. Los títulos que,
por nuestra parte hemos esgrimido, se basan en la continuidad geológica,
contigüidad geográfica, herencia histórica de España, actividades foqueras
desde 1820, ocupación permanente desde la instalación en Orcadas, instalación y
mantenimiento de bases temporarias, investigación científica y trabajos
cartográficos, instalación y mantenimiento de faros y ayudas para la
navegación, tareas de rescate, auxilio y apoyo y presencia en todo el Sector
(tierra, mar y aire) incluso el Polo Sur.
Con el
tiempo, y dada su importancia estratégica, varios países se fueron sumando
asentando bases o simplemente adhiriéndose. De tal manera, de los 50 países
integrantes del Sistema Antártico, 29 tienen el rango de partes consultivas,
con voz y voto en las Conferencias de Partes treinta y nueve hasta la fecha- en
las cuales se debaten los asuntos antárticos.
El
Tratado de 1959 no preveía plazo de duración, pero transcurridos 30 años de su
entrada en vigencia en 1961, podía llamarse a una conferencia general de
revisión. Las condiciones políticas mundiales hacia 1991 con el tembladeral de
la Unión Soviética, no eran las más propicias. La convocatoria se limitó a
acordar un Protocolo con cinco anexos (sobre impacto medioambiental,
conservación de flora y fauna antárticas, eliminación y tratamiento de
residuos, prevención de la contaminación marina y un sistema de áreas
protegidas), en una conferencia realizada ese año en Madrid. Allí se acordó una
moratoria por 50 años que impide cualquier explotación económica de los
recursos naturales comprendidos al sur del paralelo de 60º.
Cooperación
e intereses
El uso y
control de la Antártida es de los pocos casos en que los países involucrados
han cooperado satisfactoriamente, lo cual no significa inexistencia de posturas
encontradas y de conflictos de intereses. La frecuencia y especialidad de las
reuniones interpartes llevó a plantear la necesidad de contar con una
secretaría administrativa permanente, cuya sede aspiraban Argentina y
Australia.
Una ardua
diplomacia de nuestro país le permitió contar con el apoyo de la mayoría de los
países hasta vencer la última resistencia británica, y la sede se asignó a la
ciudad de Buenos Aires en la XXVI Reunión Consultiva, Madrid junio de 2003,
ocasión en la que fijaron sus funciones y se adoptó el Acuerdo de Sede
correspondiente. También tuvo que ver en la decisión nuestra larga trayectoria
antártica, llevada a cabo de modo sistemático, pacífico y coherente.
Como un
modo de reafirmar nuestro interés nacional, el Instituto de Derecho
Internacional de la Universidad
Católica y la Sección de Derecho Internacional
Público de la Asociación Argentina de Derecho Internacional decidimos invitar
al Secretario Ejecutivo desde septiembre de 2010, Dr. Manfred Reinke, biólogo
alemán ex director del Instituto Alfred Wegener, para que exponga sobre el
funcionamiento de la Secretaría a diez años de su establecimiento, lo cual se
llevará a cabo en el Centro Cultural América el martes 7 de octubre a horas 16.
Será un
lujo que podremos darnos esa tarde.
Fuente: Diario El Tribuno
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