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lunes, 27 de octubre de 2014

Reglas claras: si sí, si; sino no



Ricardo Alonso
La sabiduría es cosa de viejos, de viejos sabios se entiende. En algunos países asiáticos el cumpleaños más importante es el número 60, ya que a esa edad se considera que el individuo comienza una nueva vida, la de un anciano venerable. La experiencia y acumulación positiva de conocimientos es el tesoro que almacenan las personas mayores en general. Cuando esa rica información queda guardada en las cabezas y no se transmite, simplemente no fructifica: no sirve. Ocurre muy por el contrario cuando esa información valiosa, largamente alimentada y atesorada es puesta al alcance de legos en las materias que no son de su propio dominio. Estas reflexiones vienen a guisa en razón de que me tocó participar de dos brillantes conferencias en el ciclo "Salta en un Mundo en Cambio" que organiza mensualmente el diario El Tribuno. 


Estuvieron a cargo de reconocidos juristas de larga y amplia trayectoria: los doctores María Cristina Garros Martínez y Armando Caro Figueroa. Casi cinco horas de exposiciones y debates nos permitieron a los neófitos en el tema aprender sobre uno de los pilares fundamentales de la sociedad como es el de la justicia. Además nos alentó a examinar algunos de los conceptos tratados desde el ámbito en que otros nos desarrollamos. Podemos afirmar que uno de los problemas esenciales que se viven actualmente en la Argentina es la falta de inversiones. No se invierte porque no hay reglas de juego claras o peor aún las reglas son cambiadas por otras que generan un manto de incertidumbre. Lamentablemente si no hay inversiones tampoco hay trabajo, ni generación de riqueza, ni progreso, ni desarrollo. Por el contrario aumenta la pobreza, la dependencia de subsidios del estado y todo el ciclo virtuoso de la economía se perjudica. Con el aumento de la pobreza aumenta potencial y geométricamente la contaminación. 


La Argentina vive hoy una extraña paradoja entre la posesión de recursos y la falta de inversiones. Tiene tres de los grandes motores económicos para desarrollarse y convertirse en una potencia mundial. Estos motores son alimentos, combustibles no convencionales y minería. Tiene potencialidad para producir entre 100 y 150 millones de toneladas de granos, especialmente oleaginosas. Tiene un reservorio de hidrocarburos no convencionales, especialmente Vaca Muerta, que la convierten en el segundo depósito gasífero y en el cuarto de crudo a nivel planetario. Tiene la Cordillera de los Andes, una faja montañosa compartida mayormente con Chile, donde los geólogos han alumbrado recursos mineros extraordinarios. Solamente en oro se han calculado 4500 toneladas. En base a lo descubierto en cobre, especialmente en los grandes proyectos de pórfidos de cobre, se calcula que podría haber un potencial geológico para 500 millones de toneladas del metal rojo. 


En el campo de la minería, Argentina está perdiendo enormes oportunidades que las están aprovechando nuestros vecinos Chile y Perú. Estos dos países acaban de convertirse en el mayor polo minero mundial según quedó expresado en Expomina 2014, un evento minero desarrollado el pasado septiembre en Perú. 
De acuerdo a lo que informan los medios el "Hub" o centro minero más grande del mundo se encuentra en esos países que proyectan inversiones por más de 160 mil millones de dólares distribuidos en 103 proyectos para la próxima década. Entre ellos hay 12 que superan los cinco mil millones de dólares de inversión cada uno. 


Argentina tiene unos pocos proyectos de esa envergadura que están completamente demorados caso de Taca Taca en Salta, Agua Rica en Catamarca, Pachón y Pascua-Lama en San Juan y otros en las provincias de Mendoza y Chubut. Las razones son múltiples y tienen que ver con el marco internacional del default argentino, en el riesgo país, una historia confusa de privatizaciones y reestatizaciones llevadas a cabo paradojalmente por gobiernos de un mismo signo político, a lo que debe agregarse un permanente cambio de reglas que crean inseguridad e inestabilidad jurídica. A los inversores les cuesta entender que el congreso sancione leyes prohibitivas en contra de actividades productivas genuinas tal el caso de la ley de bosques que busca frenar el desarrollo de la frontera agropecuaria. Pero tampoco se cumple luego con la ley. De acuerdo con un informe del Frente Salteño, en el período que va desde el año 2010 al 2014, el gobierno nacional se apropió de más de 8800 millones de pesos que debería haber asignado a las provincias por sus bosques nativos.

Tal como lo expresó la diputada Irene Soler no solo no envían lo que corresponde sino que además lo distribuyen discrecionalmente al punto que Salta recibió 86 pesos por hectárea protegida, mientras que La Pampa recibió 616 pesos. Dentro de este festival de prohibicionismo en que han caído la mayoría de los partidos políticos y que coartan las libertades individuales y colectivas se encuentran provincias, departamentos o municipios que prohíben actividades productivas, sea la minería o los hidrocarburos no convencionales trabando en este último caso técnicas modernas como el fracturamiento hidráulico o "fracking". A ello deben sumarse las trabas a las importaciones que impiden adquirir componentes esenciales que no se fabrican en el país; las retenciones a las exportaciones en una abierta violación a reglas preestablecidas; el cepo cambiario que impide adquirir divisas para importaciones y a la vez por otro mecanismo se impide girar utilidades o hacerlo con cuenta gotas; el encaje del Banco Central y la pesificación al cambio oficial de las divisas entrantes lo que genera una brecha cambiaria altísima; la adquisición con dinero pesificado de insumos que están dolarizados, a lo que hay que sumar la problemática del INDEC, inflación, recesión, estanflación, entre otros aspectos que generan de manera global y holística un marco poco propicio a las inversiones. Especialmente las de riesgo como son la minería y los hidrocarburos. Los productores de granos y de otras materias primas o elaboradas deben lidiar con los altos precios de los fletes que hacen más caro el transporte terrestre de una tonelada desde el Noroeste Argentino hasta el Puerto de Rosario, que desde allí hasta los puertos europeos. A esto debe sumarse la caída de valor en el precio de la soja, del precio del crudo y del precio de los metales. Todo un combo que nos convierte en menos competitivos. Incluso frente a nuestros propios vecinos que obtienen ventajas.

Dado que las inversiones maduran en plazos de muchos años es fundamental corregir aspectos esenciales que saquen las trabas que las frenan para que estas puedan fluir libremente en un marco de plena seguridad jurídica.

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