Por Javier
Cornejo
Artículo publicado en el diario El Tribuno el 20-10-2014
Artículo publicado en el diario El Tribuno el 20-10-2014
Zoológicamente
hablando el buitre es considerado un ave carroñera, devoradora de cadáveres,
como los cuervos y los caranchos, que cuando uno lo cría, le devoran los ojos.
Son los que desgarran y se apoderan por la fuerza de las entrañas de otras
especies.
Hasta
ahora, nunca imaginé un buitre no carroñero.
Sin
embargo, ahora, la señora presidente de la Argentina nos instruye que hay
"buitres malos" que anidan en un país del norte, justamente, el país
al que su esposo eligió como lugar para la "resolución de nuestras
controversias". También nos dice que también hay "caranchos muy
malos", jubilados que quieren carroñear en nuestra geografía.
La verdad
que no entendí bien como es la diferencia entre estos malos bichos. Pero
mayúscula fue mi sorpresa cuando en las siguientes lecciones presidenciales me
vengo a enterar de que también hay "buitres buenos". Nuestro buitre
bueno se llama George Soros.
Me entero
que este buen buitre se llama Jorgito y planea por el mundo como si fuese un
drone, con una rama de marihuana, de amapola y de otras yerbas aferradas por su
pico encorvado; que es amigo de Mujica, ese uruguayo también tan buenito que
parece el abuelito de Heidi.
Jorgito
la esperó a Cristina en New York cuando voló desde el Vaticano luego de su
charla con Francisco. Parece que George le propuso el reemplazo del "yuyo
maldito" (que tanto dolores le trajo. ¡Cómo 125!) por la noble yerba de
exitazo en Uruguay.
Una
bicoca, comparado con la ayuda que el buitre buenito nos brindará para
destruir, en los primeros días del 2015, a todos los buitres malos.
No
olvidemos, que tal como lo expuso Miguel Boggiano en El Tribuno en su nota
"Soros, el buitre bueno", además de su inconmensurable poderío financiero
internacional, es nuestro socio en YPF y en una innumerable cantidad de
hectáreas en Argentina.
El
carroñero levanta vuelo
Quiero
referirme a los primeros actos que quedaron registrados cuando en su juventud
empezó a transitar el tortuoso camino que construyó hasta la actualidad.
Inició
"su lucha buitresca" tomando parte en las confiscaciones nazis de las
propiedades de los judíos condenados al exterminio, durante la ocupación
alemana de Hungría en 1944 (operación Margarethe del 19/3/44). Incluso antes de
las confiscaciones, trabajó bajo las órdenes de Adolf Eichmann como
"mensajero" notificador, batidor y entregador de sus compatriotas
judíos a la SS.
Públicamente,
Soros sostuvo que no tiene remordimientos por esto. El buitre bueno acuñó una
famosa frase que sigue usando como el axioma de imposición de la legalización
al consumo de las drogas en todo el mundo, de la eutanasia, del genocidio en
función de la descarada reducción poblacional:
"¡Si
no lo hago yo, otro lo hará!".
En su
biografía del año 2002 escrita por Michael Kaufman "Soros: la vida y
tiempos de un multimillonario mesiánico", se ufana de que le gustaba la
emoción de ser "mensajero" de Eichmann, se sentía exaltado por la
posibilidad de romper las reglas y de sobrevivir.
En las
memorias escritas por su propio padre, Tivadar Soros, tituladas:
"Mascarada: bailando con la muerte en la Hungría ocupada por los
nazis", sostiene: "Mi hijo George fue un eficiente mensajero, le
ordené que renunciara, no accedió por lo mucho que disfrutaba".
Así inició
su vuelo el "noble buitre" que ayudará a la señora Cristina Fernández
de Kirchner y al pueblo argentino.
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