domingo, 19 de octubre de 2014
Por Enrique Avogardo
"Algunos causan alegría donde
quiera que vayan; otros, donde quiera se vayan". Oscar Wilde
La enorme presión
del fondo MNL, de Paul Singer, que sólo mostró una puntita de lo mucho que sabe
sobre las rutas del dinero Bóvedas Báez/Kirchner y Timba López/Kirchner
por el mundo entero, y el natural terror que generó en el ánimo de la
Presidente la certeza de quedar desnuda, hizo que cambiara radicalmente la
postura del Gobierno respecto a la anunciada negativa a negociar después del 1°
de enero de 2015, cuando el artificial argumento de la cláusula Rufo haya
dejado de tener vigencia.
El viernes
se supo que Alejandro Vanoli, Presidente del Banco Central, comentó ante un
grupo de banqueros internacionales que el Gobierno sí negociará entonces; está
por verse cuánto durará ahora en su sillón, ya que la Casa Rosada estará
tironeada entre dos frentes: cambiarlo, a días de su nombramiento, sería un
nuevo papelón mayúsculo; mantenerlo, iría contra la costumbre de matar a
quienes dejan filtrar información reservada.
Como
Cristina había exigido pegarse un nuevo tiro en el pie, el obediente Congreso
sancionó hace poco la Ley de Pago Soberano, que impide ofrecer a los fondos buitre
algo más que lo que fue aceptado por quienes entraron en los canjes de 2005
y 2010. Este escollo legal, pequeño para quien está dispuesta a transgredir
todas las leyes, Constitución Nacional incluida, no será nada en comparación
con el arduo trabajo que deberá desarrollar el área de comunicación del
Gobierno para transformar, en el discurso militante, el lema "Patria o
buitres" en otro que transfigure a las aves carroñeras en simpáticos
canarios; resultará patético observar como digieren los "pibes para la
liberación" la sopa de afiches que deberán tragar y aplaudir.
De todas
maneras, auguro que este tardío arreglo con quienes obtuvieron sentencias
favorables en las cortes norteamericanas no redundará en la lluvia de dólares
que el Gobierno espera para transitar, con cierta tranquilidad, el final de su
prolongada década. Así, sin dinero y con un panorama económico-social a punto
de explotar, sólo le ha quedado el desesperado intento de aterrorizar a quienes
reciben tantos planes y subsidios con el fantasma de una oposición
aniquiladora; Alfredo Leuco, en su columna de ayer en el diario Perfil, se preguntó si esa campaña para infundir miedo no
se refería en realidad a su prolijo inventario de las atrocidades que se
cometieron en estos años.
La opinión
pública y el periodismo independiente están contemplando, azorados, la falta de
iniciativa de todos los "presidenciables" para intentar recuperar el
centro de la escena política, ocupada hoy exclusivamente por doña Cristina,
dueña de una innegable capacidad de generar hechos que, aunque carezcan de
efectos prácticos, consiguen concitar un debate de bajísimo nivel pero no por
ello menos efectivo a la hora de ganar los títulares de los diarios.
Quienes
desempeñan el rol de opositores en ambas cámaras del Congreso sufren, día a
día, el peor "ninguneo" imaginable de parte de sus colegas del
oficialismo quienes, escudados en la obligación de responder a mayorías
circunstanciales ya perdidas -como quedó demostrado en octubre de 2013-,
ejercen su papel de meros votantes formales de todos y cada uno de los
disparates que el Ejecutivo envía para su aprobación. El resto de los partidos
con representación parlamentaria resulta así totalmente incapaz de modificar la
agenda que impone la Casa Rosada, aún cuando ésta contenga iniciativas suicidas
o se transformen en simples dibujos, como el Presupuesto Nacional.
En los
últimos tiempos, y en los que seguirán hasta que el kirchnerismo abandone -por
las buenas o por las malas- el poder, han pasado y pasarán por el Congreso
leyes trascendentales para un futuro mensurable en décadas, como el nuevo
Código Civil y Comercial, la citada Ley de Pago Soberano, la Ley de
Abastecimiento, la Ley Antiterrorista, los futuros nuevos Código Penal y
Procesal Penal, la limitación de las medidas cautelares y de la responsabilidad
del Estado y sus funcionarios, los acuerdos secretos con el Club de Paris, con
Repsol, con Chevron, con China y sus swaps y su base en la Patagonia,
con Rusia y, en general, el alineamiento internacional que Cristina nos está
imponiendo con estos verdaderos campeones de la libertad y de los derechos
humanos. Muchos de esos proyectos, hay que recordarlo, fueron acompañados por
algunos idiotas útiles que aún creen ver buenas intenciones tras las
iniciativas oficialistas.
De cara a la
ciudadanía, y como se ve en todos los medios de comunicación, la oposición está
siendo esmerilada por la irremediable falta de acción activa a la que la
condena la forma atomizada en que los argentinos hemos votado. En general, los
ciudadanos de a pie ignoran quiénes fueron los legisladores que formaron parte
de la "lista sábana" que eligieron en cada oportunidad y, mucho
menos, saben cómo votaron cada uno de los proyectos que envió el Ejecutivo.
Para cambiar
esa imagen, me permitiré formular una sencilla propuesta a todos los senadores
y diputados que hoy integran ese confuso magma que, aún oponiéndose, no
consigue siquiera unificar su discurso en temas tan absolutamente graves.
Les sugiero
que, cada vez que se llame a sesión, en cualquiera de las cámaras, no solamente
no presten su presencia para dar quórum, dejando al oficialismo y a sus aliados
en soledad, sino que se reúnan en la Plaza de los Dos Congresos. Si es necesario,
que armen allí una carpa, como la que tuvieron tantas organizaciones sociales,
para sesionar en paralelo; que pasen lista de los presentes y que, tanto la
concurrencia cuanto cada una de las intervenciones, sean difundidas en tiempo
real por los medios de prensa. Esta conducta permitirá a los argentinos saber
quién es quién, y cómo cada uno de ellos representa a sus mandantes y a los
intereses de éstos y evitará que el desgaste al que los somete el oficialismo
siga contribuyendo al desprestigio de toda la actividad parlamentaria.
Así, la
desnudez de la Reina quedará expuesta, y se verá que sólo cubren sus cada vez
mayores impudicias los legisladores cómplices que pretenden conservar sus
prebendas y, para ello, están dispuestos a cometer las más injustificables
bajezas. Si la oposición no asume, ya mismo, una actitud como la propuesta, u
otra similar, demostrará que es verdaderamente incapaz de comandar, en el corto
plazo, la indispensable recuperación de la Argentina.
Cuando el hombre
comenzó a organizarse en comunidades, creó una organización, a la que llamó
"estado", para encomendarle algunas funciones básicas para la vida en
común: la creación de una moneda que permitiera las transacciones
superando al trueque, la seguridad de la comunidad, la salud y la educación de
sus miembros, la defensa pública y la administración de justicia. Desde ese
punto de vista, resulta claro ya que el nuestro es un Estado fallido, puesto
que no está cumpliendo -ni se encuentra en condiciones de hacerlo- ninguna de
esas funciones que el pacto social -la Constitución Nacional- le ha
delegado.
Si nuestra
sociedad no recupera rápidamente a su Estado y termina con todos los males que
dejará el kirchnerismo -el narcotráfico es uno de los principales-, la propia
Argentina se transformará en un país inviable y, como ha sucedido con tantos
otros en la historia, dejará de ser una nación independiente. Se convertirá
así, simplemente, en un rico territorio susceptible de desmembración, ya que el
mundo no puede darse el lujo de dejar que tantos dones de la naturaleza, que le
han dado un lugar de privilegio a la hora de producir alimentos y energía, se
encuentren en manos de cuarenta millones de imbéciles suicidas.
Tal vez,
sólo tal vez, podamos evitarlo si conseguimos ser muchísimos quienes, el 13 de
noviembre, saldremos a decir que no queremos ese destino. Depende de nosotros.
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