8
septiembre, 2014
Por
Gabriela Pousa
Aunque
parezca mentira, Página 12 me ayudó esta mañana a encontrar la síntesis exacta
de lo que viene. Y es que en la segunda parte de una entrevista realizada a
Julian Assange, este sostiene que “para que una autoridad controle no hace
falta que haga nada, sólo hace falta que genere una sensación de miedo, porque
las personas toman decisiones basadas en sus percepciones antes que en la
realidad”
Nadie
puede negar que la Presidente juega, en estos días, con herramientas clave
que infunden temor y preocupación no sólo en sectores productivos sino en
la sociedad en su conjunto. La ley de Abastecimiento, la metodología de cierta
parte de la Gendarmería, las exhortaciones hacia lo que puede pasar cuando el
año termina, etc., no son sino un modo de dominar a través de la génesis de
miedo.
Basta observar el ridículo operativo que se efectuó la semana pasada en la calle Florida para “encanutar” cuevas y arbolitos, para adivinar de qué trata la nueva película oficial. Ya no es simple ficción, hemos pasado al género del terror. Guillermo Moreno fue reemplazado por gendarmes que buscan sin encontrar un ápice. ¿O alguien avisó previamente?
Basta observar el ridículo operativo que se efectuó la semana pasada en la calle Florida para “encanutar” cuevas y arbolitos, para adivinar de qué trata la nueva película oficial. Ya no es simple ficción, hemos pasado al género del terror. Guillermo Moreno fue reemplazado por gendarmes que buscan sin encontrar un ápice. ¿O alguien avisó previamente?
Lo cierto
es que este escenario de espanto paraliza. El miedo ha mantenido paralizada
a la ciudadanía durante diez años y a Cristina le ha dado resultados.
Cegada a ver consecuencias de sus actos, la mandataria cree que paralizando
posibles reacciones sociales, puede continuar controlando todo. Pero todo
está ya fuera de control: el dólar, el gasto público, los fondos buitre, las
reservas, la inflación, el default, el déficit fiscal y hasta el vicepresidente
de la Nación. En cualquier momento, Cristina se aviva y lo culpa de haberse
robado los fondos de Santa Cruz. Estos socios así son…
Lo cierto
es que la única motivación de la dirigencia es demostrar que tiene el
control. La jefe de Estado no analiza ninguna solución a las demandas
perentorias de la gente, por el contrario cada aparición suya aumenta la
distancia entre sociedad y dirigencia.. La brecha nunca fue tan grande.
Cada uno vive en su propia Argentina, tan disímiles ambas que compararlas es
como si se comparase a Canadá con Zambia.
El
argentino promedio no especula con el dólar, ni le importa si Kicillof tiene
más poder que el titular del Banco Central, si hay autos en las concesionarias
o si Randazzo anuncia un pasaporte capaz de ser tramitado por internet. Tampoco
se desvela analizando si la policía que lo cuida o debería cuidarlo es federal
o metropolitana.Salgamos del microclima porque de lo contrario la percepción
de lo que ocurre distará considerablemente de la realidad así como el relato
oficial dista de ella.
La
confusión la provoca también Cristina cuando, en sus cadenas televisivas,
insiste en decir que es la Presidente de los 40 millones de argentinos y argentinas.
No es verdad. Puede serlo en teoría pero en la practica, la jefe de Estado
sólo le habla a un puñado ínfimo de coterráneos.
Imaginen
el interés de Salustriana en el impuesto a Netflix comentado recientemente por
la mandataria. Imaginen a los habitantes del interior de Formosa escuchando la
conveniencia de pagar holdouts de este lado de la frontera o mismo oír al
ministro de Economía explicando la cuadratura del círculo. Es inútil, hay una Argentina
que no puede ni quiere descifrar el enigma de unas oratorias tan absurdas como
mezquinas.
Aquellos
que cuentan el peso para llegar a fin de mes quieren saber cuándo le ofrecerán
una mejor calidad de vida o cuándo, al menos, le facilitarán las herramientas
para hacerlo. A aquel
que viaja a las 6 de la mañana en el Sarmiento no le interesa cómo la
Presidente anuncia trenes chinos, quiere verlos y comprobar si realmente se
viaja más seguro y digno.
La vecina
del conurbano bonaerense no busca que le saquen la estatua de Cristóbal Colón
porque a la señora le gusta más la de Juana Azurduy. Busca sí, salir a la calle
tranquila y no despedirse de la familia porque uno sabe que sale pero no si
vuelve en Argentina.
Recuerdo
la sentencia de Albert Camus: “A un país sé lo conoce por cómo muere su
gente“. Y acá se están muriendo adolescentes por balas perdidas mientras
están en el recreo de la escuela o en sus casas parados en la puerta. Y son
apenas dos ejemplos de cientos. Pero de la inseguridad no habla Fernandez de
Kirchner ni nadie del gobierno.
Pretender
que se crea que una garita en la puerta de un colegio menguará el delito es
como si un médico pretendiese que un enfermo de cáncer crea que va a sanarse
con un par de aspirinas por día . Seguimos pues con la política furtiva de parches.
El único objetivo del kirchnerismo es hallar culpables y erigirlos enemigos
para luego presentarlos como responsables del caos que ellos mismos provocaron.
En
algunos casos, la estrategia les da resultados pero son resultados tan efímeros
como los parches disfrazados de políticas de Estado. Estamos viviendo en un
eterno status quo donde nada cambia en lo que al gobierno respecta. A esta
altura, esa actitud autista del oficialismo no asombra pero si sigue asombrando
la aceptación pasiva de la ciudadanía.
Qué “Relatos
Salvajes” sea sólo una película es verdaderamente una casualidad en
Argentina. La gente soporta pero la calle es ya una estación de servicios donde
se expende nafta. Si el gobierno sigue jugando con fuego sabemos lo que nos
depara. Tendrá que cambiar la gente para salir de este tren fantasma porque
quien lo conduce no está dispuesta a modificar nada.
http://www.perspectivaspoliticas.info/entre-la-ficcion-y-el-terror/
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