Tectónica de Expansión, por James Maxlow.
Una de las declaraciones más profundas que el
difunto profesor Sam Warren Carey (Profesor Emérito de Geología de la
Universidad de Tasmania) me dijo cuando comencé a investigar la Expansión
Tectónica fue: si 50 millones creen en una falacia seguirá siendo una falacia.
Lo que estaba resaltando era que la validez de una teoría no depende de la
cantidad de personas que crean en ella, por lo tanto, una teoría aceptada puede
seguir siendo un error fundamental, independientemente de cuanta gente crea que
es correcta.
La interpretación de la Placa Tectónica sobre los
datos globales, por ejemplo, se basa en la premisa fundamental de que el radio
de Tierra se ha mantenido constante o casi constante, a lo largo de la
historia. Como se indica en este documento, esto contrasta con una
interpretación Tectónica de Expansión de los mismos datos globales en que se
basa la premisa fundamental de que el radio de la Tierra ha ido en constante
aumento a lo largo de la historia terrestre.
Se debe apreciar a partir de esta declaración que
todos los datos globales modernos e históricos utilizados para justificar tanto
la Placa Tectónica como las teorías de Expansión Tectónica son, de hecho,
idénticos. La única razón por la que la teoría de la Placa Tectónica ganó
aceptación 50 años atrás fue porque el debate sobre la conveniencia o no de que
el radio de la Tierra podía o no cambiar con el tiempo fue en gran medida
hipotético – como no podía ser verificado o medido de manera convincente.
Desde entonces, ha habido un salto cuántico en la
tecnología y las personas para la comprensión de nuestra Tierra física, que van
desde la introducción de las computadoras, las modernas capacidades de
recolección y procesamiento de datos, los avances en software, tecnología
satélite, la aparición de los medios de comunicación y, por supuesto, el
aumento de la conciencia pública sobre los principios tectónicos globales.
El momento en el que inicié mi investigación de la
Tectónica de Expansión fue afortunado y crítico al mismo tiempo. La publicación
del completo Mapa Geológico del Mundo de Bedrock utilizado en mis modelos
estudiados (Figura 2) coincidió con el comienzo de mi investigación durante la
década de 1990. Sin este mapa del mundo, la Tectónica de Expansión habría
seguido estando en la era de las tinieblas. Además, la tecnología informática y
el software también alcanzaron el suficiente nivel como para cubrir la
necesidad de presentar los modelos de Expansión Tectónica de la Tierra y apoyar
a tiempo los limitados datos de los modelos esféricos de la Tierra.
Los resultados más importantes de mi investigación
sobre la Expansión Tectónica hasta la fecha son los siguientes:
- El 100% del modelado del ensamblaje de las placas continentales ya se ha completado cubriendo la historia geológica de la Tierra, que va desde la Era Arcaica temprana hasta el día de hoy. Estos ensamblajes han demostrado un alto grado de precisión de ajuste cortical y, más en particular, sin tener que incluir arbitrariamente fragmentos de continentes o de disponer de cortezas pre-existentes mediante subducción.
- Se ha establecido una fórmula para la tasa de cambio en el radio de la Tierra y se ha completado el modelado de datos físicos. Este modelo matemático demuestra que el radio de la Tierra ha ido aumentando de forma exponencial a través del tiempo, aumentando a una tasa actual de 22mm/año.
- Se ha localizado con precisión los antiguos polos magnéticos, además del ecuador, en todos los modelos construidos. Ambos polos se trazan como diametralmente opuestos a los polos norte y sur, permitiendo establecer los antiguos ecuadores y las zonas climáticas de forma precisa.
- Los datos geológicos, geográficos y geofísicos han sido investigados en todos los modelos. Estos datos muestran una coincidencia precisamente con las esperadas limitaciones climáticas polares y ecuatoriales y también bióticas.
- Los modelos han sido animados en cuatro dimensiones, mostrando el aumento del radio de la Tierra a través del tiempo, junto con la distribución global de los conjuntos de datos seleccionados.
Geología y Registro de la Roca
Geología (del griego: gê, “Tierra”, y logos,
“palabra”) significa literalmente “hablar de la Tierra” y se define como la
ciencia y el estudio de la materia sólida que constituye la Tierra. Para mí,
esta definición también debe ir un paso más allá y reconocer que las rocas que
componen la Tierra son, de hecho, un registro de los procesos físicos que
afectan a la Tierra a lo largo de toda su historia. Es como un libro abierto a
la espera de ser leído. Para entender y hablar sobre el “registro-roca”
preservado en las rocas es necesario entender el lenguaje de la geología.
James Hutton es a menudo visto como el primer
geólogo moderno. En 1785 presentó un documento titulado Teoría de la Tierra
para la Sociedad Real de Edimburgo. En este trabajo sugirió que la Tierra debía
ser mucho más vieja de lo que se supuso en un principio ya que así tendría el
tiempo suficiente para que las montañas fueran erosionadas y los sedimentos
formaran nuevas rocas en el fondo del mar, lo que a su vez fue levantado para
convertirse en tierra seca. Hutton publicó una versión de dos volúmenes de sus
ideas en 1795.
Desde entonces, nuestro conocimiento de la geología
se ha extendido en todo el mundo, con una gran cantidad de datos geológicos,
geográficos y geofísicos de todo el globo almacenados y publicados para que
puedan ser usados e interpretados. La principal preocupación durante mis
primeras investigaciones en Tectónica de Expansión fue que estos modernos datos
nunca se habían probado en los modelos de una Tierra en expansión. Nuestra
percepción de los principios tectónicos globales estuvo, y sigue estando,
severamente sesgada hacia la Tectónica de Placas, a expensas de teorías
alternativas.
Formas históricas de ver la
Tierra
Muchas teorías han ido y venido a lo largo de los
últimos milenios, en particular después de que la ciencia de la geología fuera
reconocida formalmente. La teoría de la Tierra Plana, popular en la antigüedad
ahora queda anticuada, pero sirve como un punto de partida útil para comprender
la evolución de nuestro conocimiento sobre la Tierra a través de la historia.
Este concepto se deriva del limitado conocimiento del tamaño y configuración de
la Tierra en la antigüedad, y, por supuesto, del limitado número de
“científicos” o filósofos capaces de reunir suficiente información como para
adquirir un sentido significativo del conocimiento disponible.
La sugerencia de que los continentes no siempre han
estado en su posición actual se introdujo ya en 1596 por el cartógrafo holandés
Abraham Ortelius. Ortelius sugirió, en base a las líneas simétricas de las
costas del Atlántico, que las Américas, Eurasia y África estuvieron unidas y
desde entonces se han ido alejando “por terremotos e inundaciones”, creando el
moderno océano Atlántico. Como prueba, escribió: “Los vestigios de la ruptura
se revelan, si alguien estudia un mapa del mundo y considera cuidadosamente las
costas de los tres continentes.”
En 1915, Alfred Wegener presentó serios argumentos
para la idea de la “deriva continental” en la primera edición de su libro El
origen de los Continentes y los Océanos. En este libro él observó cómo la costa
este de América del Sur y la costa occidental de África parecía como si
hubieran estado conectadas una vez. Aunque Wegener no fue el primero en notar
esto, él fue el primero en reunir evidencia fósil y geológica significativa
para apoyar esta simple observación. Sus ideas, sin embargo, no fueron tomadas
en serio por la mayoría de los geólogos de la época, quienes señalaron que no
había mecanismo claro para la “deriva continental”, como se llamaba entonces.
En concreto, no veían cómo la roca continental podría haber roturado y
atravesar la roca mucho más densa que compone la corteza oceánica.
Es interesante observar que en 1958 el profesor Sam
Carey, en la investigación del concepto de la deriva continental, hizo modelos
de la Tierra a escala y demostró que “si todos los continentes se vuelven a
ensamblar en una configuración Pangeana de un modelo que representa las
dimensiones de la Tierra moderna, se ajustaría de forma razonablemente precisa
en el centro del modelo y a lo largo de los márgenes comunes del noroeste de
África y en la ensedada de la costa este de los Estados Unidos, y se iría
convirtiendo progresivamente imperfecto lejos de estas áreas “. Carey llegó a
la conclusión a partir de esta investigación de que el ajuste de estos antiguos
continentes “podría hacerse mucho más preciso en estas áreas, si el diámetro de
la Tierra fuera menor en tiempos de Pangea”. Por la aceptación de la Tectónica
de Placas, estas observaciones físicas básicas y las conclusiones de Carey han
sido totalmente ignoradas.
En ese mismo tiempo, había una serie de pensadores
independientes que consideraron que la apertura de los océanos podría
atribuirse a un aumento del radio de la Tierra. Roberto Mantovani en 1889, y
nuevamente en 1909, publicó una teoría de la “expansión de la tierra y la
deriva continental”. En esta teoría el consideró una cubierta de un solo
continente cerrado en una Tierra más pequeña. Sugirió que la “expansión térmica
condujo a la actividad volcánica, que rompió la masa de tierra en pequeños
continentes”. Estos continentes luego se alejaron el uno del otro debido a una
mayor expansión de las “zonas de rotura”, donde actualmente se encuentran los
océanos. Seguidamente apareció el pionero trabajo y las publicaciones de
Lindemann en 1927, Christopher Otto Hilgenberg durante la década de 1930, el
Profesor Sam Carey durante la década de 1950 a finales de 1990, Jan Kozier
durante la década de 1980 y Klaus Vogel durante los años 1980 y 1990.
Todos estos investigadores mostraron que cada uno
de los continentes estaban físicamente juntos envolviendo a la tierra en una
corteza continental sobre un pequeño globo terráqueo de alrededor del 55 al
60% de su tamaño actual. Esta coincidencia unió a Hilgenberg, Carey, Vogel y,
en particular, les llevó a la conclusión de que la “expansión terrestre provocó
la división y dispersión gradual de los continentes mientras se movían
radialmente hacia fuera durante el tiempo geológico”.
Las deficiencias percibidas y las pequeñas derrotas
de cada una de estas teorías, sin embargo, condujeron a la aceptación de la
teoría de las Placas Tectónicas en la década de 1960. Esta teoría está
acreditada en la actualidad por haber surgido de la hipótesis de la deriva
continental, propuesta inicialmente por Alfred Wegener.
La mayoría de nosotros estamos bastante
familiarizados con el concepto de la Tectónica de Placas, la cual dice que la
corteza exterior de la Tierra se forma por una serie de grandes y rígidas
cortezas en forma de placas que se mueven al azar sobre la superficie de la
Tierra bajo la influencia de las corrientes de convección del manto. En el
proceso de migración al azar, se dice que las placas de la corteza se agrietan,
deslizándose entre sí, y / o periódicamente colisionan para formar montañas y
se deslizan por debajo de las cortezas continentales. El supuesto principal y
la base absoluta de la Tectónica de Placas es que el radio de la Tierra ha
permanecido constante o casi constante a lo largo de sus 4.500 millones de años
de vida.
Contribuciones a la teoría de la
tectónica moderna
En 1947, un equipo de científicos, dirigidos por
Maurice Ewing, utilizando el buque de investigación Atlantis de la Woods Hole
Oceanographic Institution, confirmaron la existencia de un aumento en el nivel
del fondo del mar en el centro del Océano Atlántico, ahora conocido como la
dorsal centro-oceánica. También encontraron que el suelo del lecho marino
debajo de la capa de sedimentos estaba compuesto de basalto, no de granito como
se suponía anteriormente y que es uno de los principales constituyentes de los
continentes. También encontraron que la corteza oceánica es mucho más delgada
que la corteza continental. Todos estos nuevos hallazgos plantearon cuestiones
importantes e interesantes acerca de la forma en la que percibimos la corteza
oceánica. La más importante era que el océano no es simplemente una cubierta de
agua de mar de la corteza continental, como se creía.
A principios de la década de 1950, los científicos,
utilizando instrumentos magnéticos (magnetómetros) dispositivos aéreos
adaptados que se desarrollaron durante la Segunda Guerra Mundial para detectar
submarinos, comenzaron a reconocer extraños patrones magnéticos a través del
fondo del océano. Este hallazgo, aunque inesperado, no era del todo
sorprendente porque se sabía que el basalto – rico en hierro, piedra volcánica
que constituye el fondo del océano, contiene un mineral fuertemente magnético
llamado magnetita, que localmente pueden distorsionar las lecturas de la
brújula. Más importante aún, debido a que la presencia de magnetita concede al
basalto propiedades magnéticas mensurables, estos recién descubiertos patrones
magnéticos del fondo marino proporcionaron un medio importante para el estudio
de la distribución de las rocas volcánicas a lo largo de cada uno de los fondos
oceánicos.
A medida que se fue mapeando más y más el fondo marino
durante la década de 1950, los patrones magnéticos no resultaron ser sucesos
aleatorios o aislados, sino que se revelaron como franjas o bandas reconocibles
parecidas a las que ostentan las cebras, encontrándose en simetría con respecto
a las dorsales centro-oceánicas. Las franjas de roca se alternan en filas
paralelas a ambos lados de la cordillera en medio del océano – una franja con
polaridad normal se alterna con la franja colindante de polaridad invertida. El
patrón general, definido por estas bandas alternadas de piedra e inversamente
polarizadas, se conocerá como bandeado magnético.
Figura 1: Bandeado magnético simétrico, se extiende a
través de dorsal centro-oceáinica del Atlántico.
El descubrimiento de este patrón de bandas
magnéticas simétrico sugiere una estrecha relación entre las dorsales oceánicas
y las bandas. En 1961, los científicos (sobre todo el geólogo estadounidense
Harry Hess) comenzaron a teorizar que las dorsales oceánicas marcaban zonas
estructuralmente frágiles, en donde el suelo oceánico comenzaba a romperse
longitudinalmente a lo largo de la cresta de la dorsal centro-oceánica. Se
sugirió que el nuevo magma volcánico de las profundidades de la Tierra debe
elevarse a través de estas zonas débiles y, finalmente, entrar en erupción a lo
largo de la cresta de las franjas para crear una nueva corteza oceánica. Este
proceso, llamado posteriormente expansión del fondo oceánico, opera a través de
millones de años y continúa formando el nuevo suelo oceánico a lo largo de los
60.000 km de longitud del sistema de dorsales oceánicas que ahora se sabe están
presentes en todos los océanos.
Esta hipótesis fue apoyada por varias líneas de
evidencia. En la cresta (o cerca de ella) de la dorsal centro-oceánica las
rocas son muy jóvenes, y se vuelven progresivamente más viejas según se alejan
del borde de la cresta. En la actualidad, las rocas más jóvenes de la cresta
tienen polaridad (normal). Las franjas de roca paralelas a la cresta, como se
mostró, se alternan en la polaridad magnética (normal- inversa-normal, etc), lo
que sugiere que el campo magnético de la tierra se ha invertido en varias
ocasiones a lo largo de su historia.
Al explicar tanto las franjas magnéticas tipo rayas
de cebra y la construcción del sistema de dorsales centro-oceánicas, la
hipótesis de expansión del fondo oceánico ganó adeptos rápidamente. Además, la
corteza oceánica llegó a ser universalmente apreciada por ser una “grabación”
natural de la historia de las reversiones del campo magnético terrestre.
Trabajos posteriores de la Comisión del Mapa
Geológico del Mundo y de la UNESCO durante la década de 1980 llevaron a la
publicación del “Mapa Geológico del Mundo e Bedrock” en 1991. En este mapa
global, la creación de las bandas magnéticas discutidas anteriormente fue
llevada un paso más allá. Mediante la datación de los tiempos de la roca del
fondo del mar a intervalos regulares a lo largo de cada uno de los océanos, y
la comparación de estas edades con la creación de las bandas magnéticas, la
corteza del fondo del océano fue mostrada de acuerdo con las edades de las
rocas.
Lo que esto significa es que las bandas amarillas
de la figura 2, por ejemplo, situadas entre la franja roja más joven y la más
vieja en naranja, representan rocas volcánicas de erupciones a lo largo de las
antiguas dorsales centro-oceánicas durante el período del Mioceno, un período
de tiempo que se extiende de 6 a 23 millones de años. En ese momento las rocas
más jóvenes de color rojo y rosa no existían y las dos bandas amarillas del
Mioceno se unen a lo largo de la dorsal centro-oceánica.
Figura 2: Mapa Geológico del Mundo de Bedrock (Comisión del
Mapa Geológico del Mundo y de la UNESCO, 1991).
Consideraciones importantes
En esta etapa hay un número de consideraciones muy
importantes sobre el mapeo cortical mostrado en las figuras anteriores que debemos
apreciar por completo.
En primer lugar, la recreación de bandas de la
Figura 2 muestra que cada uno de los océanos contiene una dorsal
centro-oceánica (se observan en el centro entre las rayas de color rosa) y cada
océano está aumentando su área de superficie con el tiempo. Este aumento de
superficie es simétrico en cada océano y la edad máxima de la corteza oceánica
expuesta es del Jurásico temprano – unos 165 millones de años (zonas azules
pálidas).
En segundo lugar, si fuera posible movernos hacia atrás
en el tiempo, cada una de las rayas mostradas en las figuras 1 y 2 deberían ser
sucesivas y los bordes correspondientes de cada banda de color deberían estar
más juntos a medida que avanzamos en el tiempo – es decir, las rocas volcánicas
(y de manera similar las aguas oceánicas) dentro de cada banda deberían ser
devueltas a la capa de donde provienen originalmente.
En tercer lugar, a medida que avanzamos en el
tiempo, cada uno de los continentes deberían acercarse entre sí en estricta
conformidad con las evidencias recogidas de las bandas en el mapa de la Figura
2, independientemente de que la teoría tectónica se cumpla.
En cuarto lugar, la subducción de las cortezas
debajo de los continentes es un artefacto del requisito básico de Tectónica de
Placas para un radio constante de la Tierra. La evidencia de las rayas
simétricas muestra que no es compatible con la subducción y la subducción no es
necesaria si la Tierra estuviera aumentando su radio.
También debe apreciarse que ninguna, o muy poca de
esta evidencia de las bandas magnéticas y la datación de la edad estaba
disponible cuando la teoría de la Tectónica de Placas se propuso por primera
vez. La distribución mundial de las bandas magnéticas y la datación, de hecho,
se completaron más tarde a fin de cuantificar el movimiento histórico de las
placas y, por tanto, la historia de la Tectónica de Placas de cada océano.
Comparación de la Tectónica de
Expansión y la Tectónica de Placas
Como ya se ha indicado, la primera evidencia geológica,
geográfica y geofísica para cuantificar tanto la la Tectónica de Expansión como
la Tectónica de Placas es idéntica. La diferencia entre cada teoría se reduce
simplemente a si la presunta necesidad de la premisa del radio constante de la
Tierra es verdadera o falsa.
En la teoría de la Tectónica de Placas se presume
que el radio de la Tierra se ha mantenido esencialmente constante en el tiempo.
Como las nuevas rocas volcánicas son inyectadas a lo largo de los ejes de las
dorsales centro-oceánicas difundiendo los fondos oceánicos, esto permite
ensanchar la nueva corteza oceánica en formación. Para mantener un radio
constante de la Tierra, la misma cantidad de corteza oceánica o continental
pre-existente debe ser desechada y devuelta al manto por un teórico proceso
llamado “subducción”. Este proceso de subducción es la base de la teoría de la
Tectónica de Placas, y en consecuencia es esencial para mantener la premisa del
radio estático de la Tierra.
Alternativamente, para una Tierra de Expansión
Tectónica, las mismas rocas volcánicas inyectadas a lo largo de la dorsal
centro-oceánica difunden los ejes nuevamente ampliando y añadiendo a la
superficie del fondo del océano. Para una Tierra en Expansión Tectónica, el
aumento de la superficie de todos los suelos oceánicos es un reflejo del
aumento en la radio de la tierra, y por tanto no hay necesidad de ninguna
disposición en red del exceso de la corteza por los procesos de subducción.
Para una Tierra de Expansión Tectónica, antes de
aproximadamente 200 millones de años, las cuencas oceánicas modernas no
existían. En ese momento todas las cortezas continentales se unieron para
formar un supercontinente único llamado Pangea, que cubría la antigua Tierra en
aproximadamente el 52% del radio de la Tierra actual. En lugar de los océanos
modernos, una red de mares relativamente poco profundos cubrían las partes
bajas del supercontinente Pangaea. Todas las relativamente jóvenes cortezas
oceánicas de suelo volcánico, así como gran parte de las aguas del océano y la
atmósfera, se mantuvieron dentro del manto, donde se originaron.
Aunque se pueden dar argumentos en pro y en contra
de ambas teorías, se insiste en que los mismos fragmentos de corteza que
componen tanto los antiguos supercontinentes y los continentes modernos pueden
encajar con precisión, algo así como un rompecabezas esférico, en una radio de
la Tierra más pequeño para formar un sol supercontinente. La pregunta que
entonces debe ser contestada es, ¿es este hecho un fenómeno empírico o mera
coincidencia?
Visión general de la Tectónica de
expansión
La aceptación de la Tectónica de Expansión como un
proceso tectónico viable está prevista en la actualidad por muchos
investigadores que la ven frustrada por obstáculos importantes, que
supuestamente “superan en número a las pruebas a favor”. Estas opiniones se
basan en una muy anticuada, y podría decirse que emotiva y obstinada
investigación llevada a cabo durante los años 1950 a 1970, mucho antes del
advenimiento de la Tectónica de Placas moderna, la tecnología informática, la
capacidad de recopilación de datos globales y la comunicación multimedia. Por
desgracia, estas mismas opiniones anticuadas se inscriben a través de la
literatura reciente, sin una investigación científica adecuada, sin tener en
cuenta los nuevos avances logrados en la investigación de la expansión
tectónica.
La Teoría de la Expansión Tectonica simplemente
elimina una premisa principal de la actual teoría tectónica, el supuesto de que
el radio de la Tierras es constante. Mediante la eliminación de esta premisa
estamos en condiciones de aplicar los principios científicos correctos para
probar si los datos global son, de hecho, mejor explicados en una Tierra que ha
experimentando un aumento de su radio con el tiempo.
La realización del mapa oceánico magnético y la
datación de la edad de la corteza bajo los principales océanos de toda la
Tierra (Figura 2) ha proporcionado una herramienta muy importante para
cuantificar la Tectónica de Expansión. Este mapeo del suelo marino ha puesto
limitaciones finitas de tiempo en la historia del movimiento de la placa
mostrada en todos los océanos y que se remontan a tiempos anteriores del
período Jurásico temprano (unos 200 millones de años atrás). Este mapeo se
utiliza en la Tectónica de Expansión para cuantificar tanto la reconstrucción
de la placa como la tasa de generación de la corteza en los modelos terrestres
pequeños.
Un conjunto de once modelos esféricos, que se
extiende desde el período jurásico temprano hasta el presente, se muestra en la
Figura 3. Estos modelos se han extendido en el tiempo hasta principios de la
era Arcaica (unos 4.500 millones de años atrás) y un modelo proyectado a cinco
millones de años en el futuro (modelos no se muestran aquí).
Para la construcción de cada uno de los modelos,
las sucesivas y mayores franjas de tiempo geológicas paralelas a las dorsales
centro-oceánicas (Figura 2) son simplemente eliminadas. Cada placa de la
corteza es entonces restaurada a una configuración pre-difusión, o
pre-extensión en un radio reducido de la Tierra a lo largo de la placa común o
margen continental, respectivamente. Por eliminación sucesiva de la corteza
oceánica joven y reunión de las placas continentales y oceánicas a lo largo de
sus dorsales centro-oceánicas, cada uno de los modelos que se muestran en la
Figura 3 demuestra un acoplamiento de las placas en más de un 99%.
Figura 3: De una esférica arcaica a los modelos futuros de
la Tierra en expansión. Los modelos muestran un aumento relativo del radio de
la Tierra durante su historia, e incluyen tanto la geología continental como la
oceánica. El rango de edad de los modelos van desde el Arcaico tardío al
Reciente, además de un modelo de proyección de futuro de 5 millones de años.
(La Geología después del mapa base de la UNESCO y de la CGMW, 1990). Click AQUÍ para aumentar el tamaño de la imagen.
En estos modelos, durante el período Triásico (el
período de tiempo antes del Jurásico), la corteza continental, así como los
sedimentos depositados alrededor de los márgenes continentales, muestran
envolver la Tierra como un cascarón continental en alrededor del 52% del radio
actual de la Tierra. En ese momento los sedimentos a lo largo de los márgenes
continentales (que se muestran en color blanco en la figura 3) formaron una red
global, que representa la ubicación de los mares poco profundos en los
alrededores que cubren las tierras continentales antiguas.
Este singular acoplamiento de las tierras y un
antiguo mar demuestran que la Tectónica de Expansión es de hecho un proceso
viable. Al modelar las cortezas oceánicas y continentales en un modelo de
Tierra con un reducido radio se elimina de forma efectiva la necesidad de crear
arbitrarios fragmentos de continentes para mantener un radio constante de la
Tierra. También elimina la necesidad de disponer de una corteza oceánica en
exceso por subducción cuando se abren cada uno de los océanos modernos.
Klaus Vogel (izquierda) y el Dr. James Maxlow
(derecha) mostrando y comparando sus modelos de la Tierra en Expansión en casa
de Klaus en el este de Alemania (1997).
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Fuente: jamesmaxlow.com
Una traducción de Disiciencia
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