Por Héctor GIULIANO (28.11.2014).
En los últimos tiempos, la administración Kirchner viene sugiriendo
la idea que el gobierno no quiere volver a una política de endeudamiento
externo de la Argentina.
Hay toda una serie de declaraciones por parte de los más
altos funcionarios a este respecto: desde la presidenta de la Nación al Jefe de
Gabinete Capitanich y desde el Ministro de Planificación De Vido al Ministro de
Economía Kicillof.
Los discursos oficiales, sin embargo, no se compadecen con
las acciones que está adoptando el gobierno K ni con la expectativa de arreglo
de la cuestión de los holdouts – que implica obviamente más deuda externa - en el contexto de la Hoja de Ruta Boudou la que,
sobre la base del Megacanje Kirchner-Lavagna 2005-2010, tiene como objetivo
final la vuelta del país al Mercado Internacional de Capitales.
Un ambiguo planteo gubernamental acerca de este tema - que
es muy específico y que, como tal, no permite darle muchas vueltas al asunto -
sirve de marco al divorcio o marcada diferencia entre las declaraciones y los
hechos:
La administración CFK ha comenzado a pagar este año los
laudos perdidos ante el CIADI con nuevos títulos de Deuda Externa. Hasta ahora
se han reconocido unos 1.000 MD[1] por este concepto
(cinco casos con empresas norteamericanas y uno con British Gas) pero quedan
abiertas otras 20 demandas contra la Argentina – todas ellas también con altas
probabilidades de ser perdidas – por un monto conjunto de 10.000 MD o más.
El gobierno ha emitido fuerte deuda externa este año para
el pago de la indemnización a Repsol por la expropiación de las acciones de
YPF, por unos 11.000 MD (6.000 MD de Capital más 5.000 de intereses).[2]
La administración Kirchner llegó, también en el corriente
año, a un arreglo por allanamiento con el Club de París del orden de los 10.000
MD (9.700), que conlleva el pago en cuotas anuales de deudas atrasadas,
intereses acumulados, punitorios y multas. La mitad de estas deudas serían
provenientes de la época del Proceso Militar y están siendo investigadas por la
Justicia Argentina en la Causa Olmos II (como ya lo fueron en la Olmos I, que
tiene sentencia del juez Ballestero), pero el gobierno no ha objetado su
legitimidad.
Desde mediados de año el gobierno ha comenzado a emitir
nueva deuda en bonos que son tomados por acreedores privados: 2.000 MD, en
pesos, por Bonar 2016/2017 y otros 2.000 MD, bajo modalidad dollar-linked, por
Bonad 2016/2018; aunque todos bajo legislación argentina.
La administración K, por último, viene declarando su
voluntad de pago a los holdouts que ganaron el caso testigo de los Fondos
Buitre (FB) ante los tribunales de Nueva York. Esta causa, que arrastra
inevitablemente el reclamo del resto de los holdouts, se estima terminaría
costándole al país pagos externos por entre 20 y 30.000 MD, por todo concepto
(bonos reclamados a valor nominal, intereses acumulados, punitorios y
penalidades por el diferimiento de ejecución de las sentencias, honorarios y
gastos).
Todos estos rubros constituyen lógicamente nueva Deuda
Externa. Una deuda que está siendo tomada por este gobierno y a la que debe
sumarse las extraordinarias cifras de endeudamiento autorizadas por las leyes
de Presupuesto 2014 y 2015 que, en su conjunto, sobrepasan los 100.000 MD por
ejercicio (de las cuales no se tiene idea de la magnitud efectivizada debido a
la falta de información sobre la evolución de la Deuda Pública Indirecta:
Empresas del Estado, Organismos Nacionales y Fondos Fiduciarios).
La mayoría de estas colocaciones – como se ha dicho – se
hacen con el objeto de regularizar deudas atrasadas y pagar juicios con bonos
de deuda externa, para volver entonces al Mercado Internacional de Capitales a
los efectos de tomar más deudas. A menos que el gobierno tratara ahora de hacer
lo contrario.[3]
Las evidencias, empero, muestran realidades diferentes a
los discursos oficiales.
El Partido de la Deuda está posicionándose en forma cada
vez más fuerte a medida que aumenta la vulnerabilidad financiera y política del
gobierno Kirchner.
A caballo de la tradicional receta neoliberal de “no emitan
dinero, emitan deuda”, después del último golpe de mercado – de fines de
Setiembre – se observa una serie de movimientos oficiales orientados a volver
al Mercado Internacional para colocar Deuda Externa en función de la Hoja de
Ruta Boudou.
No parece casual que esta muy delicada circunstancia haya coincidido
con un nuevo episodio de salud de la presidenta.
El Estado tiene tres fuentes básicas de financiamiento: 1.
La Recaudación Tributaria, 2. La Emisión controlada de Dinero y 3. La Deuda
Pública.
Cuando la fuente Deuda se encuentra en niveles impagables y
se vive refinanciando obligaciones a la vez que asumiendo sistemáticamente más
deuda nueva – como en el caso argentino – las otras dos fuentes de fondos
(Recaudación y Emisión) se terminan usando para sostener el costo de la
tercera, con una mayor carga de sus servicios por Capital e Intereses.
Con la importantísima característica identificativa de que
los vencimientos de Capital no se cancelan en forma neta sino que se pagan íntegramente
con nuevas deudas (más de 40.000 MD de vencimientos por año); y que incluso una
parte de los Intereses – que suman entre 10 y 12.000 MD en total y se abonan en
efectivo – se capitaliza por anatocismo (unos 1.000 MD anuales).
Tal es el problema de fondo de la trampa de Deuda Perpetua
en que está metida la Argentina y que la llamada Década Ganada no ha podido
resolver; antes bien, es el problema que ha terminado llevando las cosas a un
“giro de 360◦”: una suerte de vuelta al punto de
partida donde, después de haber “desagotado” Deuda Externa con Deuda
intra-Estado – pagándole a los acreedores, según la presidenta, 190.000 MD en
10 años - viene ahora el momento de cumplir el “pacto con el Diablo” y volver
al Mercado de Capitales.
Es decir, que visto en la perspectiva de la gestión de
gobierno K, la Deuda intra-Estado – que es deuda impagable transferida al
Sector Público que compromete la capitalización y el financiamiento del Fisco –
habría servido así como “préstamo puente” interno para reducir los montos de
endeudamiento externo y volver entonces a contraer nueva deuda internacional.
Tal es el dilema que la administración Kirchner tiene que
enfrentar hoy: el de volver o no volver al Mercado externo de Capitales para
tomar más Deuda.
Si verdaderamente el gobierno quisiera salir del Sistema de
la Deuda hoy tiene la posibilidad de hacerlo, o al menos de intentarlo: 1. Blanqueando
el Default, con la consiguiente suspensión de pagos, 2. Disponiendo la Auditoría
de la Deuda, creando la Comisión Investigadora de la Legitimidad de la Deuda
que prevé la reciente Ley 26.984, y 3. Determinando el quantum de la Deuda
Legítima y la verdadera capacidad de pago del país para encarar una
re-estructuración forzosa y no voluntaria de toda la Deuda.
Pero esto contradice el discurso del gobierno Kirchner, que
no quiere reconocer el fracaso del Megacanje 2005 y, por ende, el peligro de
tener que “salir” de la actual Crisis de Deuda – una vez más - con más
Endeudamiento; como ya ocurrió en el 2002 con los títulos de deuda para cubrir
la pesificación asimétrica y como estaba previsto que ocurriera después del Megacanje
Kirchner-Lavagna, que estaba orientado a preparar una rápida vuelta al mercado
internacional de capitales, cosa que todavía no se ha producido a raíz de la
crisis de los holdouts.
Fue en este contexto, y como tareas preparatorias de la
Hoja de Ruta Boudou, que el gobierno Kirchner encaró durante el corriente año
el nuevo mecanismo de pago con bonos de los laudos perdidos ante el CIADI y la
indemnización a Repsol por la expropiación de acciones de YPF, el pago en
cuotas de la totalidad de los reclamos por atrasos y recargos con el Club de
París, las nuevas emisiones de bonos Bonar 2016/2017 en pesos y Bonad 2016/2018
en dollar linked, así como las negociaciones en curso para empezar a pagar a
los holdouts con bonos adicionales.
El momento es, por ello, sumamente delicado para la
administración K a los fines de salvar su imagen frente a las contradicciones
entre el discurso y las realidades.
Es el viejo dilema del “tren que va a Rosario”: el señor
decía que no quería ir a Rosario pero se sube al tren que va a Rosario. Durante
el viaje despotrica reiterando que no le gusta y que no va a ir a Rosario...
pero cuando el tren llega a destino se tiene que bajar en Rosario.
A través de toda una serie de acciones tardías,
improvisadas e inconsistentes con el objeto de llegar al 2015 - como supuesta
“fecha salvadora” frente a las cláusulas RUFO/MFC – el gobierno CFK está
adoptando, en los hechos, medidas que lo acercarían cada vez más a las
exigencias de los acreedores, ya sea en forma directa o bien soportando que las
mismas se produzcan con el simple “acomodamiento de los hechos”:
Se sostiene un retraso cambiario relativo como ancla
anti-inflacionaria y especialmente como garantía de pago de la Deuda Externa,
actual y futura.
Se mantienen altas tasas de interés locales que, con
estabilidad y/o retraso del tipo de cambio, favorecen la mayor rentabilidad de
los capitales financieros.
Se difiere el problema del sinceramiento cambiario mientras
el retraso mejora los precios de los productos importados y el valor del giro
de utilidades y dividendos al exterior, que se acumulan a través de la Deuda
Externa Privada.
Se estimula el consumo tratando de compensar el cuadro de
desaceleración y/o recesión derivado del
aumento del costo financiero - público y privado - sobre la Economía.
Se continúa el endeudamiento cuasi-fiscal en gran escala
del Banco Central (BCRA) emitiendo dinero sin respaldo que se usa para comprar
reservas – divisas que luego se prestan al gobierno para pagar más Deuda
Externa – y para dar Adelantos Transitorios permanentes al Tesoro, mientras el
grueso de estas emisiones monetarias se absorbe por medio de Lebac que pagan un
29 % de interés anual a los grandes bancos privados.
Se generan ganancias financiero-bancarias extraordinarias
vía revalorización por tenencia de las carteras dolarizadas de Bancos y
Aseguradoras después de la devaluación de Enero, por aumento de las tasas de
interés de referencia, por la prolongada tolerancia con las operaciones de
arbitraje por Contado con Liquidación (CCL) y por dólar Bolsa o MEP, por los
altibajos especulativos en Bolsa liderados por inversores financieros locales y
particularmente extranjeros (con los fondos de inversión de George Soros y
Daniel Loeb a la cabeza), etc.
Se conceden altísimas autorizaciones presupuestarias de
nueva Deuda para financiar Obras Públicas y de Infraestructura, e incluso Gasto
Público Corriente por medio de Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) del Poder
Ejecutivo que ya elevaron en más de un 20 % las partidas totales del
Presupuesto 2014 original.
Se produce una caída del poder adquisitivo de salarios y
jubilaciones por Inflación superior a la suba de los ingresos y por desfase
financiero en la percepción de las liquidaciones correspondientes.
Se contiene parcialmente las presiones de aumento de
precios a través de un proceso de desaceleración económica: una suerte de
Recesión relativa como forma de freno a la Inflación.
Se ejecuta un plan de ajuste fiscal encubierto, que se lleva
a cabo más por la vía de los Ingresos que por reducción de los Gastos: alta
presión tributaria (Impuesto a las Ganancias, Impuesto al Cheque, IVA,
Retenciones, gravámenes provinciales y municipales), aumento generalizado de
Precios/Tarifas de Servicios Públicos y aumento de la Deuda Pública (con la
carga creciente de sus servicios de capital e intereses).
Es muy probable que la proximidad de las fiestas de Fin de
Año, el comienzo de las vacaciones de Verano y, sobre todo, el uso de
distractivos de prensa (escándalo Boudou, cholulismo político, artificial clima
pre-electoral, proyectos parlamentarios varios, etc.) surtan su efecto ante la
opinión pública, como producto de la tradicional colaboración y complicidad de
la tríada oficialismo-oposición-medios.
Pero al gobierno K se le acerca el comienzo del 2015 y, con
ello, el momento de la verdad acerca de las realidades que tiene que afrontar a
partir de esa fecha en materia de nueva Deuda Externa.
Y el interrogante acerca de cómo será el replanteo público
de este problema es grande porque - tal como están las cosas - esto “no cierra”
o, mejor dicho, cierra con más Deuda.
Lic. Héctor L. GIULIANO
Buenos Aires, 28.11.2014
Archivo: GIULIANO ARTICULO 2014 11 28 NUEVA DE 2014.
NOTAS:
[1] Las abreviaturas MD/M$ significan Millones
de Dólares/Pesos respectivamente y se consignan siempre con redondeo.
[2] En su reciente discurso ante la Cámara
Argentina de la Construcción (CAC) – del 25.11 - la presidenta Cristina
Kirchner se jactó de haber conseguido comprar la mayoría accionaria de YPF con
la ventaja de “pagar 5.000 MD entregando únicamente papelitos, porque – según
dijo - en realidad es lo que se entregó: los bonos...”.
Estos “papelitos” a los que hizo referencia CFK son
nueva Deuda Externa por miles de millones de dólares de capital e intereses que
van a tener que ser pagados por el Estado (aunque no bajo su gobierno, que la
contrajo, sino por el o los que lo sucedan).
[3] La presidenta ha dicho algo en este sentido: en su
discurso ante la CAC – citado en la nota anterior – CFK destacó que “toda la
deuda que estamos pagando no es deuda de infraestructura, es deuda financiera”,
trazando así una diferencia en la naturaleza del endeudamiento.
El párrafo completo de lo que dijo la presidenta es el siguiente:
“El sistema financiero internacional, no está muy dedicado a financiar
obras de infraestructura. De hecho, toda la deuda que estamos pagando, no es
deuda de infraestructura, es deuda financiera que se tomó desde 1976 adelante,
que también se siguió tomando después cuando se estatizó la deuda de los
privados, que pasó al sector público en el año 82, cuando luego vino la
convertibilidad, que fue la segunda etapa grande de endeudamiento financiero
para poder sostenerla y, finalmente, la tercera etapa que fue el megacanje.”
Aquí se omite decir – entre otras cosas - que también se está pagando
la deuda del Megacanje Kirchner-Lavagna 2005-2010 (por capital, intereses,
anatocismo y cupones PBI) y que la deuda externa privada que fue estatizada y
de cuyo pago se lamenta la presidenta fue aceptada por su gobierno pese a que
está siendo investigada por la justicia argentina (siendo que la mayoría se
encuentra comprendida precisamente dentro de las deudas consolidadas con el
Club de París).
En su discurso ante la CAC la presidenta agregó:
“Y estos capitales, que es cierto hay en el mundo, no los veo muy
dispuestos a financiar obras públicas; sí los veo dispuestos a endeudar a los países y a financiar gasto público.
Porque el negocio, no está en que un país crezca, el negocio está en que un
país se endeude porque a partir de que se…fusionaron bancos comerciales en
bancos de inversión, comenzó a cambiar el perfil del sistema financiero
internacional. Y no para bien, sino para mal.”
Más allá de la confusa forma de expresión de CFK, estas afirmaciones no
son muy consistentes que digamos con las acciones de su gobierno.
El Presupuesto aprobado para el 2015 autoriza la toma de deuda pública
por unos 134.000 MD (133.600) y la mayoría es deuda externa: 46.100 MD por
Operaciones de Crédito Público (básicamente refinanciación de pasivos), 50.300
MD para Infraestructura/Obras Pública y 37.200 MD para operaciones de crédito
pluri-anuales, cuya continuidad compromete a futuras administraciones.
Estrictamente hablando, todo préstamo es Deuda Financiera,
independientemente de su destino cualitativo.
El razonamiento que diferencia la deuda financiera del financiamiento
de obras de infraestructura no es muy claro desde el punto de vista práctico
porque, como decimos, la deuda externa contraída para Inversiones Públicas
también es Deuda Financiera - es endeudamiento público para financiar Gastos de
Capital, en lugar de hacerlo con recursos propios - porque la mayor parte de la
deuda del Estado se contrae hoy para financiar el Déficit Financiero Fiscal y
porque no hay forma de liberarse de la refinanciación permanente de la deuda
acumulada porque la misma es impagable y constituye un “costo hundido” sin
capacidad de repago.
De modo que tratar de discriminar la deuda del Estado frente a un
cuadro de situación existente y frente a perspectivas ciertas de más
endeudamiento futuro no permite una fácil diferencia práctica ya que la
capacidad fiscal de repago – distinta en uno u otro caso por la existencia de
retornos sobre la inversión – tiene que aplicarse a la masa de una deuda
conjunta.
Este criterio de diferenciar Deuda Pública “buena” y “mala” es muy
difícil de aplicar en nuestro caso y
deja abierta la puerta para seguir justificando la asunción de nuevas deudas,
aunque las mismas terminen después sin poder ser pagadas y, por ende, se
incorporen entonces al quantum del endeudamiento perpetuo de la Argentina.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario