Por Javier
Cornejo
Artículo publicado en el diario El tribuno el 24-11-2014
Artículo publicado en el diario El tribuno el 24-11-2014
En lo que
podría verse como un cambio de paradigma global, advertimos como
"novedosa" la creciente presencia rusa en los países sudamericanos.
Pareciera que atrás quedó la decisión de circunscribir sus relaciones en
América a la isla de los hermanos Castro, Cuba.
Rusia, como miembro fundador y activo del grupo de países emergentes BRICS (en
el que están Brasil, India, la República Popular China y Sudáfrica), potenció
su papel en el resto de los países de la región a través de una asistencia
financiera y asistencia tecnológica en variados campos. Esto es especialmente
palpable en el área de energía nuclear, ayudando a su despegue en la región
como lo demuestra recientemente nuestro vecino, el Estado Plurinacional de
Bolivia.
No es casualidad
La política encarada por el presidente ruso Vladimir Putin en los países de
América del Sur no es producto de una improvisación, sino todo lo contrario.
Es un paso más en la secular y permanente lucha por la expansión en el mundo y
el dominio de posiciones geopolíticas estratégicas entre la "gran masa
terrestre" (heartland), con corazón en Rusia, en oposición a las
pretensiones de la "masa insular" (heartsea) del Imperio Británico
-Commonwelth- en acuerdo a la teoría que a principios del siglo pasado planteó
el geopolítico y geógrafo inglés Halford J. Mackinder.
En lo que hace a nuestro país, la presencia de Rusia en suelo argentino no es
nueva. Su historia se remonta a varios siglos atrás. Es de destacar, por
ejemplo, que en el mismo acto en que nacíamos como "independientes"
del Reino de España, el 9 de julio de 1816, Rusia estuvo presente en Tucumán a
través de su representante: Jean Adam Graaner, quien realizó un informe de lo
acontecido al Zar Alejandro I y al Rey de Suecia. Dicho informe se conoció bajo
el título "Las provincias del Río de la Plata en 1816 (Ed. El
Ateneo, Bs.
As., págs. 60).
Más allá del tiempo transcurrido desde entonces, la lucha por el
posicionamiento geográfico en Sudamérica continua cruentamente entre los
bloques o Estados que se disputa el poder en el mundo.
Observamos que sin disimulo las acciones parten desde el mismo "techo del
mundo", el continente Antártico, donde Rusia hizo pie en el lago y base
Vostok, enfrentando a un Imperio Británico anclado en la "Queen Elizabeth
Land" (Antártida Argentina), la circunscripción insular adyacente, y
plataforma marina hasta el continente. Las ubicaciones opuestas de ambos
lugares parecen un reflejo de las posiciones que sostienen quienes conducen
ambos países.
A este avance de Rusia se suma la República Popular China como un nuevo actor,
quien parece perfilarse como el país que inclinará la balanza, ya sea en favor
del "heartland" o del "heartsea".
Cualquiera sea el resultado, lo apetecible es la geografía, no los habitantes.
Mientras inexorablemente las potencias elucubran los pasos firmes que
realizarán, la ciudadanía argentina en una pasmosa desconexión de la realidad
mundial, se sumerge en la dialéctica de un Sergio Massa, Daniel Scioli o
Mauricio Macri que son los caminos al cementerio por la autopista, la colectora
o el enripiado.
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