El número dos del Vaticano:
"El celibato de los sacerdotes no es un dogma"
Parolin ha juzgado que los cambios en el Vaticano
promovidos por el Papa podrían darse por una dirección "colegial"
Vida
Pietro Parolin. Hoang Dinh Nam | Afp |
Caracas.
(AFP).- El nuevo número dos del Vaticano, Pietro Parolin,
actualmente Nuncio Apostólico en Venezuela, dijo en una entrevista con el
diario local El Universal que el celibato "no es
un dogma", de manera que se trataría de un precepto sobre el que es
posible "discutir".
El
celibato "no es un dogma y podemos discutir de ello porque es una
tradición eclesiástica", declaró monseñor Parolin en esta entrevista
publicada el domingo, admitiendo que el debate es "un desafío" para
el papa Francisco, quien le nombró el 31 de agosto secretario de Estado del Vaticano.
"Hay
que tener en cuenta, al tomar decisiones, estos criterios (la voluntad de Dios,
la historia de la Iglesia), así como la apertura a los nuevos tiempos",
declaró el nuevo número dos de la Iglesia Católica, cargo
que ocupará desde el 15 de octubre en lugar del polémico Tarcisio Bertone.
Parolin, originario de la región del
Véneto (en el norte de Italia), también ha juzgado que los cambios en el
Vaticano promovidos por el Papa Francisco podrían darse con un
"espíritu democrático" y por una dirección "colegial de la Iglesia
donde se puedan expresar todas las tendencias".
Una
importante reorganización de la Curia romana (el gobierno del Vaticano) está en
curso después de la elección del Papa. Con 58 años, monseñor Parolin fue
nombrado nuncio en Caracas en 2009 por Benedicto XVI y llevó a cabo sus
funciones en un clima de tensión recurrente con el gobierno del expresidente
Hugo Chávez, quien murió hace seis meses.
LA IGLESIA, HERIDA Y ACORRALADA POR LAS DENUNCIAS
Artículo publicado en
el diario El Tribuno el 26 de abril de 2010
Por Javier Cornejo
Jaqueado por las denuncias contra curas pedófilos que llegan
de todas partes del mundo, Joseph Ratzinger dijo: «La Iglesia está herida y es
pecadora».
El escándalo, grave y medular en sí mismo, hiere a la
cristiandad en valores sustanciales, como la moral personal y el respeto a la
inocencia de los niños.
Además, deja a lglesia expuesta a infinidad de andanadas
frente a las que no sabe cómo responder.
¿Se estará produciendo una nueva «bisagra» en una velocísima
mutación del imperio global del siglo XXI hacia un gobierno mundial que todavía
desconocemos?
La historia de la civilización está construida por la
sucesión de hechos y actos de la lucha por el poder y su transmisión a través
de los siglos.
En el transcurso histórico existieron «momentos de
inflexión» en los que aparentemente se tomaba un rumbo distinto pero al cabo
del tiempo constatamos que todo sigue igual.
El origen de nuestra historia occidental bien podemos
centrarlo en el devenir del Imperio Romano. Hay un hecho que se destaca como un
viraje crucial de la historia: el «golpe de timón» trascendente que dio ese
asesino incestuoso que fuera eliminado del Santoral por Juan XXIII, el
emperador Constantino. En los años 313 y 325 dictó el Edicto de Milán y convocó
al Concilio de Nicea respectivamente, por los que el cristianismo pasó a ser la
religión del Estado. A partir de allí, se transformó el cristianismo militante,
perseguido, periférico, el de los primeros creyentes, y comenzó una «mutación»
del imperio a través de un camino sin fronteras terrenales ni espirituales, a
través de la catolicidad, la apostolicidad y la romanidad.
En las «bisagras» históricas, la inteligencia y profundos
conocimientos de los involucrados son decisivos. En ésta, fue fundamental el
ciudadano romano Saulo o San Pablo, quién a través de sus Epístolas posibilitó
tal paso.
En ese tiempo todavía mantenían su independencia cultural:
el Antiguo Testamento, los Evangelios (apócrifos o no), las Epístolas de San
Pablo, los Hechos de los Apóstoles y las Homilías Clementinas. Entre ellos,
existen innumerables y muy serias contradicciones.
Fue el padre de la historiografía inglesa, el monje
británico Beda el Venerable (672-735), quien hizo una reedición de la Vulgata,
formando una única Biblia coordinada de un solo volumen que constituyó la
versión oficial de la cristiandad. Fue quien estableció la cronología fijando
como año 0 (cero) la «encarnación del Señor» en calendario de «antes» y
«después» de Cristo.
Partiendo de la fecha establecida por Constantino del 25 de
diciembre, estableció las fechas de la Semana Santa de las que se derivan todas
las demás de la liturgia cristiana (hasta ese momento se calculaba el tiempo desde
la fundación de Roma).
Le sucede otro monje británico: Alcuino de York, quien fue
el ejecutor de la gran reforma educacional promovida por Carlomagno. Al
introducir los conceptos de «alma» en sus jerarquías de intelecto, memoria y
voluntad integradas en la oralidad (verbo) a la Trinidad Divina. Aristotélico,
opuesto a la concepción agustina y platónica, echó las bases de lo que luego
fue el Common Law.
Sobre los pilares referidos, el poderío espiritual-terrenal
del Vaticano llegó hasta nuestros días. Resulta llamativo que el papa Benedicto
XVI, el 18 de febrero de 2009, presentara a la cristiandad, precisamente, a San
Beda el Venerable en la Audiencia General de la Plaza de San Pedro; que hace
poco tiempo firmase la aceptación de la Iglesia Anglicana en la filas del
catolicismo; que recién venga de Malta de conmemorar el 1.950º aniversario del
naufragio de Saulo cuando iba a Roma y que ya haya programado un viaje a Gran Bretaña
e Irlanda, centro de las denuncias sexuales que está haciendo temblar la
estructura clerical.
LOS MENSAJES DE FÁTIMA
Artículo publicado en
el diario El Tribuno el 17 de mayo de 2010
Por Javier Cornejo
La característica de la Iglesia Católica en el transcurso de
los siglos fue su reserva y prudencia en difundir su palabra al mundo.
Lo efectuaba como consecuencia de Concilios o reuniones
ecuménicas, en mensajes sobre temas específicos. Los Santos Padres guardaron
igual prudencia. No parece ser así con el actual papa Benedicto XVI, en
relación al delicado momento por el que atraviesa la clerecía.
El 26 de junio del año 2000, el Vaticano dio a conocer el
Tercer Secreto de Fátima. Precisamente, quien era el Prefecto de la
Congregación de la Doctrina de la Fe, cardenal Joseph Ratzinger, lo comunicó al
mundo.
Luego de una amplia explicación sobre el carácter de
«revelación privada» y sobre su contenido, concluye: «Los acontecimientos a los
que se refiere el Tercer Secreto de Fátima pertenecen al pasado. En la medida
que se refieren a acontecimientos concretos, ya pertenecen al pasado. Quien
había esperado impresionantes revelaciones apocalípticas sobre el fin del mundo
o sobre el curso futuro de la historia debe quedar desilusionado. Fátima no nos
ofrece este tipo de satisfacción de nuestra curiosidad, del mismo modo que la
fe cristiana, por lo demás, no quiere y no puede ser mero alimento para nuestra
curiosidad». (La Nación, 27 de junio de 2000).
Los mensajes de la Virgen María fueron revelados entre mayo
y octubre de 1917 a Lucía, Jacinta y Francisco. Sor Lucía en 1944 envió una nota
al Santo Padre en la que indicaba que el Tercer Secreto debía revelarse recién
en el año 1960; por lo que permaneció «guardado».
Fue revelado mucho después: el 26 de junio de 2000. No
existe explicación valedera para esta demora. La revelación del contenido de
los dos primeros fue clara y directa. Por el contrario, la efectuada por el
cardenal Ratzinger es «simbólica». El papa Benedicto XVI, en su visita a
Portugal, nos sorprende con que «los actuales sufrimientos» que está pasando la
Iglesia Católica sobre abusos sexuales forman parte del Tercer Secreto de
Fátima (El Tribuno, 12 de mayo de 2010, y en otros medios) en «la aterradora
verdad que la amenaza proviene de los pecados dentro de la Iglesia».
Estas afirmaciones contradicen categóricamente su Comentario
Teológico del 26 de junio de 2000. El nombre «Benedicto» proviene de San Benito
(fundador de la Orden Benedictina). Santo insigne en su lucha por las
«tentaciones sexuales a que el demonio le sometía». En la historia de su vida
se refiere profusa y expresamente que para aplacarlos se «revolcaba en una
zarza espinosa». Es sobre una «zarza ardiente» donde la Virgen se aparecía a
los pastores. El documento decisivo en la organización eclesiástica actual, el
Código de Derecho Canónigo, donde se establecen los procedimientos para los
casos de pecados sexuales, fue promulgado en 1917 por el papa Benedicto XV.
En 1962 (dos años después de la fecha establecida por Sor
Lucía) el Vaticano implementa el «Crimin sollicitacionis» (complementario del Código
referido) en relación a los pecados sexuales derivados del secreto de la
confesión. Todos estos actos son considerados «pecados» y no «delitos», susceptibles
de redención por el arrepentimiento.
En noviembre de 2009 el Vaticano abre las puertas a la
Iglesia Anglicana, liberal en el aspecto sexual de sus miembros.
A partir de enero de 2010 la cadena Británica BBC de
Londres, a través de su corresponsal David Willey y la coalición «Protest the
Pope» encabezada por Peter Tatchell, acusan al Papa de encubrir los delitos sexuales
de los clérigos y solicitan su renuncia basándose en las efectuadas por
Gregorio XII (1406-1415) y Celestino V (1294). Es muy válido inferir que
Ratzinger sabía perfectamente bien a lo que su papado se enfrentaría.
Sólo resta conocer el comunicado que dará en el próximo mes
de junio a los más de 400.000 sacerdotes de todo el mundo que fueron convocados
a Roma para el cierre del año sacerdotal que se producirá en ese mes.
Los destinos de la cristiandad, indudablemente, dependerán
del proceder actual de sus miembros.
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