La sensación que experimenta toda persona en algunos
momentos de su vida, referida a: “esto que hoy está pasando ya lo viví con
anterioridad”, lo percibo con inusitada fuerza al escuchar y leer las noticias
sobre partes médicos e internaciones de la señora presidente Fernández de
Kirchner.
En el gobierno peronista de 1973-1976 en mi desempeño como
secretario privado de Julio González, secretario técnico de la Presidencia en
esos años, tuve la oportunidad de vivir muy de cerca la muerte del general
Perón y, las alternativas de licencia de la señora María Estela Martínez de
Perón.
En julio de 1975, Isabel se recluyó en la residencia de
Olivos iniciando el camino de futuras internaciones en centros de salud como el
de la Pequeña Compañía de María.
Sus licencias posibilitaron el acceso a la presidencia del
país de Italo Argentino Luder.
Actos jurídicos
Es destacable advertir que tales interinatos posibilitaron
la toma de decisiones transcendentales para el país, que en la perspectiva
histórica del hoy parecieran que fueron totalmente premeditadas.
En esta oportunidad me referiré al acto jurídico cuya
consecuencia fue de un impacto directo en toda la sociedad argentina.
Me refiero al decreto N: 2772/75 que disponía: “aniquilar el
accionar subversivo en todo el territorio del país”, dispuesto por el doctor
Luder con la firma de los ministros Ruckauf y Cafiero.
Con esta medida se abrió la puerta al accionar bélico sin
control, tal como lo proponía el profesor británico H.S. Ferns en su obra “La
Argentina”: “como no sea mediante una guerra civil devastadora, resulta difícil
imaginar cómo voltear las chimeneas, como puede deshacerse la revolución
efectuada por Perón”.
El decreto referido contradecía absolutamente a la Ley
20.840 de “represión de la subversión bélica y de la subversión económica” que
creaba los procedimientos de acusación, defensa, prueba y sentencia con
jurisdicción del fuero federal, en todo el país.
El decreto de Luder fue la herramienta que sumergió al país
en el monstruoso baño de sangre que nos divide más y más. que posibilitó la
figura de “desaparecidos” y evitó el juicio público y verdadero castigo
jurídico y social a los que se levantaron en armas contra la democracia.
Lo que vivimos hoy
Desde su lecho de enferma la señora presidente delegó su
mando, sin que el pueblo tenga claro qué facultades acompañaron tal delegación,
cuáles quedaron reservadas para ser ejercidas por ella, por Carlos Zannini o
por el hijo Máximo.
Su mal es producto de una “profunda disociación entre lo que
ella dice y lo que ella verdaderamente hace, y estas contradicciones se las
termina facturando su propio cuerpo”, dice Mario Cafiero en “La salud de la
Presidente”.
Se podría generar una crisis institucional grave: un
moto/rockero preside nuestro país y es el mismo que como Ministro de Economía
firmó nuestra sumisión financiera a la banca Barclay’s, consistente en “más
deuda para pagar deuda”. Enumerar sus “virtudes” excede esta columna.
Sin lugar a dudas, la ausencia de la señora presidente dará
lugar a que su descalificado reemplazante suscriba actos jurídicos con
consecuencias de enorme gravedad para el pueblo argentino.
Conocer el verdadero ayer, nos demuestra ser la única manera
de establecer una concreta prognosis de nuestro futuro.
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