Salta
Desde 1889, la Argentina perdió una zona equivalente al total de la superficie
de la provincia de Tucumán
01:00 La última vez fue en 2013, con el conflicto
por la demarcación del límite en el departamento de Santa Victoria Oeste.
GUSTAVO
BARBARAN, ESPECIALISTA EN DERECHO INTERNACIONAL PUBLICO
Con el
tratado de 1889 la Argentina entregó a Bolivia 46.537 km/2 y recibió 29.368. En
1925 cedió 4.669 km/2 y recibió 178.
En ese
lugar siempre vivieron argentinos que transmitieron por generaciones el arte
sacrificado de vivir de la tierra. Sus campos quedaron en Bolivia, pero ellos
se manifestaron a favor de seguir perteneciendo a la Argentina, el único Estado
que ejercía soberanía en la zona hasta finales de 2013. A pesar de eso, el
Ministerio de Relaciones Exteriores y Cultos de nuestro país dio por concluido
el asunto. “El límite internacional entre Argentina-
Bolivia...
No se ha modificado, ni existe ningún proyecto de hacerlo”, se informó
oficialmente el 29 de enero. Además, el Gobierno de la Provincia de Salta
informó que gestiona con el vecino país la doble nacionalidad de los ciudadanos
argentinos. “Van a poder cobrar los planes sociales de los dos países”, les
sugirió el intendente del municipio que perdió en noviembre cerca de 600
hectáreas, a algunos de los campesinos coyas que reclamaban en Salta que el
Estado los “rescate”.
Desde
1889 a esta parte, la Argentina perdió con Bolivia 21.660 kilómetros cuadrados,
casi el equivalente a la provincia de Tucumán. Con el tratado de 1889 la
Argentina entregó a Bolivia 46.537 kilómetros cuadrados y recibió 29.368. Lo
mismo pasó en el tratado del 9 de julio de 1925, donde la Argentina cedió otros
4.669 kilómetros cuadrados para recibir 178. Eso generó una polémica esa época
en nuestro país, que demoró 13 años en ratificar el acuerdo: mientras que el
Congreso boliviano lo ratificó en 1929, el Congreso argentino solo lo hizo en
1938. La última pérdida de territorio con Bolivia se registró en 2013, al norte
de la población del Abra de Santa Cruz, provincia de Salta. El Abra de Rejará y
la naciente del río Santa Cruz quedaron desde entonces en el extranjero. Se
trata de un área de unas 600 hectáreas, aunque pobladores habían estimado
inicialmente una superficie de 300 kilómetros cuadrados.
Según los
documentos de las negociaciones diplomáticas, en una de esas concesiones de
territorio entre ambos países, pasaron a manos bolivianas poblaciones ubicadas
al norte del Abra de Rejará y de la naciente del río Santa Cruz. Sin embargo,
el abra y el río nunca habían dejado de estar en suelo argentino. En la
actualidad, las casas y campos de 17 familias argentinas instalados en el lugar
por tres generaciones, quedaron en la vecina república por primera vez en la
historia, desde que una comisión binacional instalara un nuevo hito en la zona.
Con la instalación del mojón, la Argentina perdió territorio que había
defendido en la negociación bilateral de la demarcaión de los límites entre
ambos países, tierras que había estado bajo su posesión desde la formación de
la república y con un domino comprobable desde los últimos 90 años.
El abra,
el río y la gente quedaron en territorio boliviano el 28 de noviembre de 2013,
cuando se colocó un nuevo hito en el Valle del Silencio entre dos hitos ya
existentes. El acto impuso la interpretación que sostiene que la demarcación
internacional de ese límite corre por una línea geométrica recta imaginaria.
Pero hasta ese momento los pobladores y el Estado argentino habían tomado
tradicionalmente la demarcación del límite respetando los accidentes
geográficos naturales del Abra de Rejará y la naciente del río. Por eso, los
pobladores heredaron esas tierras de sus abuelos, bisabuelos y tatarabuelos
argentinos y por eso el Gobierno argentino reclutó a esos habitantes en sus
fuerzas armadas y fue siempre el único Estado en brindar documentación, salud,
educación y caminos en la zona.
Según
consta en los archivos de la Dirección General de Inmuebles de la Provincia, el
límite de Finca Grande de Santa Victoria, legado del marquesado de Yavi, pasa
por sobre el Abra de Rejará. Eso es importante, porque los límites del actual
departamento de Santa Victoria Oeste son los de la antigua Finca Grande de
Santa Victoria. Según cita el perito argentino del tratado de 1925, Zacarías
Sánchez, la Cancillería argentina aclaró en las negociaciones con Bolivia que
“ni antes ni después, se ha mencionado el territorio de Santa Victoria como
zona que pudiera ser materia del tratado”.
Aunque el
límite fue establecido en un tratado binacional en 1925, la línea divisoria fue
demarcada en los años 40. Los pobladores aseguran que la demarcación
tradicional siempre estuvo en las cimas de los cerros, siguiendo la división
natural.
El 28 de
noviembre de 2013 quedaron en el extranjero 17 familias argentinas
Cuando
las cancillerías colocaron el nuevo hito que dejó súbitamente en territorio
boliviano a 17 familias argentinas nunca se comunicó la noticia. Solo se
confirmó el acto demarcatorio meses más tarde con las primera publicaciones de
El Tribuno. En esos primeros informes testimonios hablaban de la pérdida de 300
kilómetros cuadrados, aunque en realidad se trataba de un triángulo imaginario
con una base de seis kilómetros de ancho por dos de alto, unas 600 hectáreas.
Las cancillerías de los dos países, una vez destapada la noticia, reconocieron
la instalación del nuevo hito aunque afirmaron que la colocación del mismo no
alteró el límite entre las dos naciones. “El límite es el mismo desde 1925”.
Pero algo cambió, porque de un día para otro, 17 familias que vivían en la
Argentina pasaron a vivir en Bolivia.
Lo que
pasó fue que en 2012, Bolivia reclamó lo que nunca había sido motivo de
negociación y lo obtuvo sin mayores objeciones. “Hay un tratado de 1925 que
establece por donde pasaba el límite. En 2012, el Gobierno boliviano pidió a
las autoridades nacionales colocar un hito para separar la frontera y no poner
una escuela del lado argentino. Esto se hizo en noviembre (de 2013)”, señaló el
secretario de Gobierno de Salta, Néstor Ruiz de los Llanos, que insistió en
remarcar que el límite nunca se modificó. “Ocurrió que hay familias que desde
1925, tiempo desde que está el tratado, han estado viviendo del lado boliviano
sin saberlo. Desde la colocación del hito, ahora saben y conocen que están en
terreno boliviano y no argentino”, aseguró.
Casualmente
en 2012, el mismo año en que Bolivia solicitó a la Cancillería argentina la
instalación del nuevo hito que dejó el Abra de Rejará en el vecino país, se
supo que la Unidad de Minería del Servicio Nacional de Geología y Técnico de
Minas de Bolivia (Sergeotecmin) había encontrado en la región de Rejará-
Mecoya
“minerales radiactivos, como torio y uranio”. Según publicó en mayo de 2013 el
diario El Deber, de la vecina Bolivia, “la presencia de ambos minerales
radiactivos está corroborada por un informe del Sergeotecmin, en el que se
devela que la región de Rejará se convierte en un área interesante para la
futura explotación”.
El
argumento de la línea recta literal se basa en la interpretación netamente
textual del tratado de 1925 y es el que dejó a 17 familias argentinas en
Bolivia. “Se trazará otra línea recta de Occidente a Oriente a la cima del
Cerro Mecoya”, dice el texto del tratado. Pero hay otras interpretaciones
posibles, aunque no son las que defienden las autoridades nacionales. “Es
razonable que se respete el límite por las altas cumbres en función de las
características del terreno como dicen los pobladores. La línea recta debe
entenderse razonablemente. Aunque en el tratado no se mencione el concepto de
las altas cumbres resulta absolutamente razonable ese criterio si el dominio
del agua se ve afectado. Mucho más aún, si además hay gente que ancestralmente
ocupa ese territorio”, le había dicho a El Tribuno, el experto salteño en
Derecho Internacional Público, Gustavo Barbarán.
Refuerza
el planteo de los habitantes el artículo 4§ del protocolo del 26 de junio de
1894, retomado por el protocolo Pinilla-Rocha de 1911. Ahí se entiende que los
peritos deben tomar en cuenta el origen de los ríos, arroyos y quebradas al
momento de demarcar el límite. “Los peritos recogerán todos los datos
necesarios para diseñar en el papel, de común acuerdo y con la exactitud
posible, la línea divisoria que fueran demarcando sobre el terreno y señalarán
los cambios de altitud y de azimut que la misma experimente en su curso; así
como también el origen de los ríos, arroyos o quebradas; y que fijarán con toda
precisión los puntos en que se coloquen los hitos, determinando la latitud y
longitud”, dice el documento.
Una
interpretación demasiado generosa
El
tratado de 1925 toma como límite natural el curso del arroyo Mecoyita, que nace
en el cerro Mecoya y se junta con el río Santa Rosa, que confluye aguas abajo
con el Santa Victoria y forman el río Condado hasta el Bermejo. De los
antecedentes de la discusión limítrofe, según cita Zacarías Sánchez, surge que
en 1902 los representantes del vecino país intentaron llevar el límite hacia el
Sur, por el curso del río Santa Victoria, Condado, hasta su desembocadura en el
Bermejo. “Sería fácil desviar la línea llevándola por el río Santa Victoria
dejando al Norte el Santa Cruz...pero este resultado...no se producirá
desarrollando la línea por las verdaderas señales del tratado”, expuso la
Cancillería argentina. En la página 71, el perito argentino sostiene
tajantemente que el cerro y el río Porongal (cerro Mecoya y arroyo Mecoyita)
están “situados en el interior del departamento de Santa Victoria”. Esa
discusión no prosperó luego de que Cancillería planteara: “Ni en la época en
que se discutió el convenio de límites, ni antes ni después, se ha mencionado
el territorio de Santa Victoria como zona que pudiera ser materia del tratado”,
documentó la página 57 del libro “La Cuestión de Límites con Bolivia”, impreso
por la Cámara de Diputados en 1928. Aunque esa disputa se resolvió a favor de
la Argentina, la ratificación del tratado de 1925 fue, en líneas generales, muy
conveniente para Bolivia. Cuando se discutía su ratificación se generó una
enorme controversia por la cantidad de tierra que perdió la Argentina desde
1889. En 1931, hasta el mismo Juan Domingo Perón pasó 58 días estudiando la
zona en mula, según la biografía de Pavón Pereyra. Algunos, como el perito
argentino Zacarías Sánchez, sostenían que no se había insistido en el principio
de equidad que tienen que regir las negociaciones entre dos países. “Las
pretensiones de Bolivia, desestimadas por exageradas e injustas, por los
gobiernos anteriores de nuestro país, han logrado prosperar esta vez sin que
ninguna razón de Estado haya podido invocarse a su favor”, opinaba Sánchez.
Para el perito, una cesión de tierras semejante solo se podía entender tras las
derrota en un conflicto armado, pero nunca en los términos de una negociación
pacífica entre dos países hermanos.
¿Qué
razón poderosa movía a los representantes argentinos y a la Cancillería de
nuestro país a no repudiar semejante cesión territorial? La posición que pudo
haber primado en definitiva no fue la de Sánchez, sino la que documentó César
Díaz Cisneros en su libro: Límites de la República Argentina. Se impuso la idea
de seguir “la política tradicional argentina, que ha consistido en ajustar sus
actos al derecho y la justicia, a los procedimientos pacíficos, jurídicos,
razonables; en hacer triunfar por sobre todas las cosas, antes que el interés
egoísta y limitado, el grande y supremo interés de la familia americana”.
Gustavo Barbarán: “Es
razonable el reclamo de los habitantes por sus tierras”
22.02.14 Tradicionalmente se respetaba el límite
natural de las altas cumbres donde nace el río Santa Cruz, en Salta.
FOTO: EN
EL TERRENO | EL TRIBUNO EN EL CERRO MECOYA, JUNTO AL HITO QUE DEMARCA EL NACIENTE DEL ARROYO MECOYITA, EN SANTA VICTORIA OESTE. |
“Por
supuesto que nos da miedo que nos corran. Yo he conocido a mi padre ahí, yo he
trabajado esos campos. No es que yo me he metido en tierras ya hechas. Nada de
eso. Yo he trabajado ahí con mi padre de chiquito. Yo he nacido en esas tierras
y por eso no quiero dejarlas tampoco, porque son cosas que me dejó mi padre
¿Cómo no voy a hacerlas valer? Las necesito para mis hijos, para dejarles algo.
Quieren adueñarse de esto. Porque dicen que la raya va en línea recta y no por
el filo del cerro, como sabían respetar los abuelos”, le dijo a El Tribuno
Santos
Peloc, habitante del Abra de Santa Cruz, en Santa Victoria Oeste.
Santos es
uno de los afectados por el conflicto en la demarcación de los límites en el
departamento andino, donde 17 familias salteñas quedaron viviendo en Bolivia desde
la instalación de un nuevo hito el 28 de noviembre de 2013. Hasta ese día, ese
territorio era considerado argentino. La nueva marca afectó la vida de los
habitantes fronterizos de la comunidad originaria de la etnia coya del Abra de
Santa Cruz, que denunciaron amenazas para dejar sus tierras y la pérdida del
control de la vega de agua por donde nace el río Santa Cruz, que quedó en manos
del vecino país. Los pobladores aseguran que históricamente el límite “se
respetaba por el filo del cerro porque ahí nace el río que baja para el lado
argentino”. Con el nuevo hito se impuso el criterio de trazar una línea recta
imaginaria entre dos hitos existentes desde los años 40, pero con esa postura,
la Argentina perdió el control del agua que atraviesa su territorio hasta el
río Bermejo y dejó en el extranjero a decenas de ciudadanos salteños. Para el
experto salteño en Derecho Internacional Público, Gustavo Barbarán, la postura
de los habitantes salteños es razonable. “Cualquiera sea el resultado, las
notas reversales entre ambas naciones exigen que se respete a los pobladores y
a las propiedades que podrían quedar en otro país. A esos ciudadanos argentinos
hay que protegerlos y acompañarlos”, dijo.
Santos Peloc, Abra Santa Cruz: “Dicen que la raya
va en línea recta y no por el filo del cerro, como respetaban los
abuelos”
“Es
razonable que se respete el límite por las altas cumbres en función de las
características del terreno. La línea recta debe entenderse razonablemente.
Aunque en el tratado no se mencione el concepto de las altas cumbres resulta
absolutamente razonable ese criterio si el dominio del agua se ve afectado.
Mucho más aún, si además hay gente que ancestralmente ocupa ese territorio. Por
otra parte, no se puede dejar de mencionar que el tratado expresa que la
demarcación bajará por el cauce del arroyo Mecoyita. Si se dice esto
expresamente, entonces sería absurdo no respetar la caída del agua hacia la
Argentina del río Santa Cruz”, agregó el catedrático.
Experto: “No podemos cortar derecho por este cerro
porque afecta la divisoria de aguas que baja claramente para Argentina”.
“El
problema es demarcatorio y no de límites. Las líneas demarcatorias deben
reflejar lo más posible la línea recta que se expresa en los tratados. El
límite está definido en 1925 y es respetado por los dos países, pero hay que
ver como se demarca ese límite. El amojonamiento, desde ya, no debe desviarse
notoriamente de la dirección de esa línea recta imaginaria”, opinó el ex decano
de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Católica de Salta.
Los hitos de la polémica demarcación de la frontera
La línea
recta se trazo desde el hito del cerro Peña Orko, que lleva el número 2, hasta
el hito del cerro Mecoya, el número 3. El hito colocado en el valle en
noviembre último se instaló entre estos dos existentes desde marzo de 1940, a
4.221 msnm, en medio de un sembrado de papas de una familia argentina.
“En los
planos de la Dirección General de Inmuebles se ve una línea recta desde Yavi
hasta Mecoya. Pero en el medio hay cerros y accidentes geográficos que hay que
tener en cuenta. Se necesita una visión amplia, por ejemplo, no podemos cortar
derecho por este cerro porque afecta la divisoria de aguas que baja claramente
para el territorio argentino. En definitiva la demarcación no puede salirse del
tratado. Los tratados deben cumplirse, pero interpretarse de buena fe”, explicó
Barbarán.
De las
notas reversales posteriores al tratado definitivo de límites de 1925 se
desprende que la propiedad privada sería respetada por las autoridades de ambas
partes. Si se presentaran dos títulos sobre la misma tierra se procedería a
escribir el que hubiera sido anotado con fecha anterior. Se establecía un plazo
de un año, después del amojonamiento, para fijar los títulos de propiedades.
Los campos del Abra Santa Cruz están fijados en la Dirección de Inmuebles de
Salta. “Si los títulos no estaban en duda y esto se acompañó con una posesión
pública y pacífica, evidentemente es un dato que no se puede desconocer. Debe
surgir el afán de evitar una injusticia con los ciudadanos involucrados”,
expresó.
“Han
dicho que han arreglado todo entre mayores, que ya no teníamos como nosotros
decir otra cosa. Una vez querían correr los mojones, como hace 10 años y los
hemos frenado. Después dejaron de insistir por dos años y ahora han venido
entre cancilleres y así han arreglado”, opinó Santos Peloc. |
Abra de Rejará, donde
autoridades bolivianas encontraron yacimientos de uranio
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